Unos días atrás, en una conversación, un compañero mecatrónico mencionó que si no encontraba trabajo en la industria para la que estudió, se pondría a programar porque al final de cuentas “era fácil”; una osadía cuando no conoce más que la programación ad hoc a los prototipos escolares, pero más que eso, falta de conocimiento de su disciplina.
Podría especular sobre las causas por las que los ingenieros del hardware pasamos al software, además de la falta de empleo, pero hay una que me atañe en este momento y es que el desarrollo de hardware se está “haciendo fácil”.
Durante varios años, a las empresas (e ingenieros) fabricantes de hardware se les ha visto como las que hacen el trabajo sucio, lento y por debajo de la dignidad de las empresas de software, siendo más apreciado el escribir unos cuantos algoritmos y ver acumularse las ganancias mediante la venta de versión tras versión. Sin embargo el hardware ha dejado de ser lo que era, estamos regresando a las raíces, a las corrientes en que se acuñó el nombre del Valle del Silicio.
Las empresas de hardware están empezando a hacer tanto ruido como las de software; un efecto secundario, pero seguramente premeditado de la evolución de las empresas tecnológicas, es que se volvió difícil para una compañía grande competir creando sólo software (recuerda la incursión en fabricación de dispositivos por Google y Amazon, y la producción holística de Apple controlando todos los aspectos del producto).
El lanzamiento de versiones de los dispositivos ha aumentado a una velocidad impresionante, conduciendo a ciclos de vida e iteraciones parecidos a los del software. Los fabricantes de tecnología están lanzando nuevos productos más rápido de lo que el consumidor lo necesita, actualizando sus productos de manera tan frecuente que difícilmente puedes decir las diferencias entre una versión y la otra.
Acepto que aquí tiene que ver la obsolescencia programada y la obsolescencia percibida de este sistema consumista.
Al hablar ahora de fabricantes de hardware, no necesitamos imaginarnos grandes corporaciones con laboratorios y científicos. El emprendedor del hardware ya no tiene la necesidad de conseguir capital semilla convenciendo a escépticos inversionistas, puede aprovechar el crecimiento de herramientas de crowdfunding para llegar al mercado más rápido y barato que sus predecesores.
Se está haciendo más fácil adquirir componentes, con procesadores y sensores de bajo costo gracias a compañías como Sparkfun y plataformas como Arduino, además de que el conocimiento necesario se está extendiendo gracias a la gente que comparte instrucciones y diagramas para crear hardware y casi cualquier cosa funcional en sitios como thingiverse.com e instructables.com.
A comparación de unos años atrás, es realmente accesible el material para experimentar con cortadoras laser, maquinas de CNC e impresoras 3D (que día con día siguen bajando su precio). Además de la baja en los costos de manufactura permitiendo que los emprendedores puedan negociar con fabricantes chinos la creación de pequeña cantidad de productos y rápidamente verlos salir de la línea de ensamble. Para luego olvidarse de los retailers y vender directamente al consumidor a través de las redes sociales y el comercio electrónico.
Pero la mayor razón por la que el hardware no es lo mismo que antes, es la convergencia de datos, cada vez más la información se está almacenando en la nube y los consumidores son cada vez más dependientes de los contenidos servidos a distancia, lo que hace que gran parte de nuestro contenido pueda ser accesible a través de distintos dispositivos, sin embargo el abuso de esta tendencia puede degenerar en perjuicio de los fabricantes de hardware ya que sus dispositivos podrían convertirse en simples portales, en vez de objetos con un valor intrínseco, provocando que la importancia del dispositivo para el usuario pueda diluirse.
Por Luis Alfredo Sánchez del CTIN
Me gusto mucho tu articulo, creo aplica efectivamente tambien para los diseñadores industriales.