¿Sobre qué pistas, autódromos, carreteras, túneles de viento, calles, etc. se podría probar el funcionamiento de un vehículo que viaja a 1.4 veces la velocidad del sonido?
Diseñar un coche que alcance la velocidad de 1000 mph es un negocio difícil. No hay infraestructura, ni túneles de viento que puedan probar un vehículo que alcanza esta velocidad. Sin embargo, en el siglo XXI éste ya no es un problema. Los túneles de viento dentro de los superordenadores virtuales pueden hacer un buen trabajo que nos diga si el coche va a romper el récord de velocidad en tierra sin despegar.
Esta técnica, conocida como Dinámica de Fluidos Computacional (CFD), se utiliza para el diseño de todo, desde aviones y los coches de F1, los aerogeneradores y las válvulas cardíacas artificiales. Se toma en cuenta millones de ecuaciones que tienen que ser resueltas en menos de un segundo.
El Dr. Ben Evans de la Universidad de Swansea, gurú de Bloodhound CFD, ha desarrollado cientos de simulaciones de las configuraciones del vehículo para obtener el mejor diseño: El ir supersónico es una cosa, pero detener el vehículo en que despegaba es aún más importante. El problema es que las ondas de choque en la parte trasera del coche causan elevación.
Los trabajos del Dr. Ben Evans no pudieron verse terminados son los aportes de Intel quienes permitieron el acceso a su enorme superordenador de Reading, equivalente a cientos de computadoras trabajando al unísono.
Ben Evans explica:
los programas que antes estaban teniendo una semana para ejecutar eran en realidad ejecutados de un día para otro. Esto nos permitió acelerar nuestro trabajo de diseño y ponerse al día con el tiempo que había perdido.
En el mundo de la aerodinámica del vehículo supersónico, también un superordenador va de la mano.
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