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Cinvestav, medio siglo de investigación

En las últimas cinco décadas, la ciencia y tecnología han contribuido en la transformación y avance del país. Si bien, se sabe que gran parte de ese conocimiento proviene de otras latitudes, es importante mencionar que en México también se desarrolla. En este último punto el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav) resulta una pieza fundamental

Muestra de ello, es que la OCDE lo clasificó como centro de investigación científica y posgrado de clase mundial. Desde su fundación (17 de abril de 1961), una de sus vertientes más destacadas es la formación de recursos humanos de alta especialidad, que a la fecha registra más de ocho mil graduados.

“Esto se ha visto reflejado en sus investigaciones en disciplinas científicas y tecnológicas, las cuales se traducen en contribuciones a la sociedad e industria”, explicó el doctor René Asomoza Palacios, titular del Cinvestav.

Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav)

Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav)

Al respecto, su secretario Académico, el doctor Fernando Navarro García, destacó que de los ocho mil 388 graduados, dos mil 310 son de doctorado y seis mil 70 de maestrías. Y del total, 25 por ciento ha obtenido su grado en los últimos cuatro años, lo que refleja que los jóvenes tienen cada vez más interés en las carreras científicas.

Mediante el modelo educativo del Cinvestav, donde los profesores o tutores fungen como guías para los estudiantes y los llevan a ser competitivos en cualquier ámbito en el que se desarrollen, se generara nuevo conocimiento y producción tecnológica orientada a beneficiar diversos sectores. Entre sus investigaciones figuran el desarrollo de tejido epidérmico en beneficio de pacientes quemados, el Banco de Cerebros, el Laboratorio de Bioseguridad Nivel II, la secuenciación del genoma del maíz palomero y el diseño de un aparato de electroacupuntura.

Cultivo de Piel

El desarrollo de tejido epidérmico capaz de regenerar la piel de forma rápida y con poco dolor tras la presencia de una lesión, que fue transferida al laboratorio Bioskinco en el año 2000, se convirtió en uno de los avances más significativos del Cinvestav.

“La investigación consistió en generar fragmentos de epidermis humana cultivada in vitro para ser utilizada como un adyuvante en la epitelización (regeneración) rápida y eficiente tras diferentes heridas en la piel, tales como quemaduras, úlceras y abrasiones”, detalló el doctor Walid Kuri Harcuch, titular del proyecto.

El científico del Departamento de Biología Celular del Cinvestav mencionó que dicha investigación representó un éxito para la institución en cuestión de transferencia tecnológica en el área de la biomedicina y su vinculación efectiva con el sector privado. Además de que propició la colaboración con investigadores de la Universidad de Long Island, Estados Unidos.

Investigación Cerebral

Otro de los grandes desarrollos del Cinvestav es el Banco de Cerebros, que tiene como finalidad estudiar la causa y los efectos de diversas enfermedades neurodegenerativas, principalmente el Alzheimer. En la actualidad, los doctores Raúl Mena López y José Luna se encargan de estudiar los 18 órganos donados con los que cuenta la institución.

“De estos órganos se han caracterizado algunas estructuras que parecen corresponder a neuronas, las cuales estaban en fase inicial de degeneración fibrilar. Son células conocidas como pre-marañas que ya habían sido descritas, mas no caracterizadas y menos propuesto un modelo molecular degenerativo”, detalló el doctor Mena López, encargado del Banco de Cerebros e integrante del Departamento de Fisiología, Biofísica y Neurociencias del Cinvestav.

A decir de Mena López, este Banco ha trascendido fronteras, ya que donó tejido cerebral a investigadores de las universidades Católica de Chile y de Northwestern en Chicago, Estados Unidos.

Respuesta Científica

Otra contribución a la sociedad fue el que nació ante la contingencia del virus de influenza H1N1 durante 2009 en el país. Se trata del Laboratorio de Bioseguridad Nivel II, que el Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal (ICyTDF) y el Cinvestav instauraron a fin de dar respuesta a este tipo de problemáticas, así como solventar problemas reales de la sociedad.

Inaugurado en el Distrito Federal en mayo de 2010, en él se desarrollan tres proyectos, explicó su director, el doctor José Tapia Ramírez. El primero referente al diagnóstico oportuno del virus H1N1; uno más sobre el Virus del Papiloma Humano (VHP), en el que se pretende obtener una vacuna y que se realiza de manera conjunta con el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y una empresa privada, y el tercero está enfocado a la salud veterinaria, con el que se desarrolla una vacuna contra el virus del síndrome del ojo azul que presentan los lechones, y que ya se prueba en campo.

Aporte al grano ancestral

Además de tener grandes participaciones en el ámbito de la salud, en 2009 científicos del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (Langebio), del Cinvestav Unidad Irapuato, realizaron un aporte al agro.

Considerado el más importante en su tipo en América Latina, en este Laboratorio se concluyó la secuenciación del genoma del maíz palomero, con lo cual confirmó que la comunidad científica mexicana se mantiene a la vanguardia en una de las áreas del conocimiento más competitivas a nivel internacional: la genómica.

Actualmente, dicho logro cuenta con acceso público y es ampliamente aprovechado para estudios comparativos que permiten identificar la variabilidad genética relacionada con rasgos importantes en campo (tiempo de floración o resistencia a patógenos).

“El genoma del maíz palomero es la referencia actual necesaria para todos los estudios de genómica comparativa que se realizan a nivel internacional, ya que es utilizado por grupos de investigación genómica en Estados Unidos, China y Europa (Francia, Suiza, Bélgica, Italia y Rusia), así como por las principales empresas semilleras del mundo”, detalló Jean Philippe Vielle Calzada, quien formó parte del equipo involucrado en la secuenciación del genoma del maíz palomero.

Investigación exorbitante

Las investigaciones del Cinvestav han trascendido fronteras e incluso llegado al espacio, pues en 1985 sus científicos desarrollaron un equipo de electroacupuntura con el propósito de reducir los efectos de estrés y náuseas, además de restablecer el sentido del equilibrio, mediante la aplicación de estímulos eléctricos en los astronautas.

Esta tecnología llegó al espacio en el transbordador Atlantis, como parte de la Misión STS 61-B, que también puso en órbita al satélite Morelos, con lo cual NASA dio la oportunidad a México de participar en investigaciones espaciales.

El doctor Pablo Rogelio Hernández Rodríguez, participante del proyecto recordó que el gran reto del instrumento era cumplir con condiciones extraordinarias de resistencia y funcionamiento, además de tener dimensiones reducidas y bajo peso para su fácil almacenamiento.

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