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Diseñar y progresar III: Ideas protegidas parte 1

México tiene un problema con la piratería que roza el cinismo: Está en todos lados y tiene a veces mejor surtido que los lugares oficiales, y qué decir del precio, en un país en el que buena parte de la gente tiene poco, sus opciones de entretenimiento se ven reducidas, una visita al cine es tan cara que por el precio de un sólo boleto una persona puede ir a su casa, ver la película de estreno y comprar refresco y palomitas, y los organismos y empresas que combaten esto, parecen tratar a esta gente como gente que pudiendo pagar, prefiere piratear por el gusto de fastidiar.

La gente ve esto como afectar ligeramente a una industria millonaria, las películas buenas siguen siendo una buena fuente de ingresos, los artistas siguen recibiendo una cantidad de dinero enorme por su trabajo, y la gente que gana poco, se entretiene, conoce y recomienda las películas que ve, pero en medio de estos hay varios puestos que se ven afectados, los comerciantes que venden los productos originales, así como los fabricantes y distribuidores; sin embargo, estos se ven también afectados por servicios de streaming por banda ancha, que se vuelven a un más versátiles (un teléfono, o tableta con internet y se puede acceder a un catalogo bastante amplio para ver televisión, películas y documentales, por una cantidad menor a un puñado de DVDs piratas).

La piratería es parte del crimen organizado, se necesita un distribuidor, y un impresor, se ven las cajas o bolsitas en la calle, un puesto de esto requiere una inversión mínima, no paga una renta, el ingreso es proporcionalmente mayor, una opción atractiva cuando los trabajos disponibles son pocos y muchas veces mal remunerados.

El sistema de regalías es bastante bueno, permite a alguien garantizarse un ingreso, pero la enorme diferencia en precios que puede llegar a representar, incluyendo en muchas ocasiones el hecho de hacer algo caro por hacerlo exclusivo, y la búsqueda de satisfacción aspiracional de muchos, hacen que los productos piratas tengan mercado, un diseño atractivo llama la atención de ricos y pobres, los pobres no pueden pagar lo exclusivo y buscan algo que se parezca, que puede llegar a verse igual de bien, pero carecer en calidad.

La protección de la identidad corporativa es un punto clave aquí, ya que un producto de mala calidad daña la imagen de una empresa, si este producto es en realidad una copia pirata, y esto no se sabe, entonces la publicidad y asociación perjudican la imagen que la gente pueda tener de la compañía fabricante del original.

Estos productos piratas son hasta cierto punto un halago al trabajo del equipo de diseño del producto original, pero los ya de por si castigados salarios usuales de los diseñadores sufren por que su trabajo no recibe dinero por parte de estos imitadores, que finalmente lo hacen sin pagar los derechos que la compañía tiene sobre los diseños.

El diseñador industrial muchas veces pierde cualquier derecho sobre este trabajo, lo vende en su totalidad a la compañía, y el reconocimiento muchas veces pasa a ser su único vínculo, si bien, a diferencia de la música, los artículos diseñados tienden en muy buena parte a pasar de moda y su producción cesa tras un tiempo, pocos logran la inmortalidad que proporciona la música.

Y ahora, la difusión de impresoras 3D razonablemente accesibles, está complicando el aspecto de proteger los diseños de varios productos…

Por Glenn Smith del CTIN

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