En esta ocasión, Rodrigo Zamora del Centro de Tecnología e Innovación nos comparte su crónica dentro de Aldea Digital, el evento tecnológico más grande del país realizado en el Zócalo de la Ciudad de México del 15 al 26 de marzo de 2013.
El sol apenas comienza con su andar por los cielos hasta el punto más alto, pero en la tierra, en el zócalo capitalino específicamente, ya ha comenzado la procesión de personas con un mismo objetivo, reducir la brecha digital.
Caras de miles de voluntarios se ven fatigadas por las largas jornadas que han tenido que atravesar, pero más allá de las ojeras o los músculos agotados, las sonrisas de sus rostros reflejan el resultado de cada uno de los momentos gratos que les han tocado vivir.
Un sinfín de personas aglutinadas en largas filas, aguardan al poder entrar en los confines de la tecnología, con la esperanza de adentrarse en los conocimientos del tercer milenio que los coloquen un paso más adelante en lo que muchos suelen llamar modernidad. Por su parte, un equipo de expertos los espera en cada uno de los módulos, al igual que los soldados en las trincheras, con fusil en mano, esperando derrotar a la ignorancia, cuna de todo mal social, de la diferenciación, el olvido y la discriminación que sufren muchos en este país.
Dentro de este entorno bélico donde el arma más poderosa está en la capacidad verbal y explicativa de los voluntarios, vemos señoras que buscan con fervor poder entender lo que sus hijos realizan todo el día en la computadora, señores interesados en ampliar sus negocios, niños que intentan encontrar un medio más para dejar volar a su imaginación, jóvenes que quieren estar más a la moda con las redes sociales, e incluso, adultos mayores que buscan arrasar con las cadenas del tiempo y adentrarse en el mundo de esta nueva generación, aportando sus experiencias y conocimientos que muchos han creído obsoletos.
Toda una dinámica social se ve rota por este pequeño oasis que busca dejar atrás el mito de que la tecnología no es para todos. Pero hay algo más que infinidad de aparatos electrónicos y de artilugios computacionales, pues para aquel que tuvo la oportunidad de introducirse en esta experiencia, sabrá que hay en el aire una sensación distinta que nutre las almas de los asistentes.
Esta sensación es visible en los ojos cansinos de los ancianos, en los movimientos juguetones de los niños y en las expresiones de cariño de las parejas que nos visitan; todo se ve permeado ante esta alegría, esta felicidad producida por saberse parte del cambio que el mundo necesita, por estar consciente de que se está dando un paso hacia una transformación que todos queremos y necesitamos.
Y bajo esta dinámica de goce y dicha, la tarde va cayendo junto con la cantidad de gente dentro del evento, lo cual nos indica que es hora de partir, hora de regresar a nuestros hogares con la frente en alto, y tal vez, solo tal vez, poder reproducir todo este sueño día a día, minuto a minuto, creando un nuevo mundo donde vivir.
Por Rodrigo Zamora del CTIN
@rodrigozamorac
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