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Las nubes Piroplásticas que desaparecieron Pompeya

Es muy probable que la gente que visita la ciudades de Pompeya y Herculano, casi a los pies del volcán Vesubio, nunca olvide la arquitectura de esta ciudad y sobretodo los cuerpos humanos que quedaron en ese lugar para la historia petrificados por el cemento que se utilizó cuando se hicieron las excavaciones para descubrir esta antigua ciudad.

Temprano, a las diez de la mañana del 24 de agosto del año 79 D.C, un tapón de lava a presión se fracturó ocasionando una tremenda explosión volcánica en el Vesubio. Nadie imagino que el Monte Vesubio escupiera una columna de fuego de 32 km de altura, generando una gigantesca nube sobre el volcán. La nube con forma de hongo invertida fue producto de una erupción de 24 megatones (mil veces más poderosa que la bomba que destruyó Hiroshima).

Las ruinas de Pompeya, con el Monte Vesubio al fondo como mudo testigo de la desolación que causó.

Las ciudades fueron literalmente detenidas en el tiempo, congeladas en un momento cotidiano de la vida del primer siglo. Pompeya está situada 11 km al sureste del Monte Vesubio. Herculano está situada 7 km al oeste de la cúspide. Esta erupción volcánica destruyó las prósperas ciudades gemelas, sepultando y fosilizando, debido a las nubes priroplásticas, a miles de sus ciudadanos en menos de veinticuatro horas.

La ciudad y el puerto de Nápoles ubicado a pocos kilómetros del Vesubio han contemplado a lo largo de los siglos innumerables erupciones.

Las nubes piroplásticas son aquellas que se producen cuando en erupciones volcánicas explosivas los gases volcánicos se mezclan con agua y pueden viajar a más de 300 km/h cubriendo áreas muy grandes, ocasionando la muerte de muchas personas que se encuentren en  ciudades cercanas debido a que, estas nubes alcanzan temperaturas entre los 800° C y los 1000° C y que inclusive, hacen explotar los troncos de los árboles.

Nube Piroplástica del volcán Chaitén de Chile, que hizo erupción después de siglos.

El entierro de estas dos ciudades preservó una escena intacta, la cual hubiera permanecido oculta por siglos. En el siglo XVIII comenzó la excavación sistemática de la antigua Pompeya por orden del rey Carlos II, rey de las Dos Sicilias. La ciudad de Pompeya permaneció como estaba en el momento de la erupción. El arte y los edificios fueron preservados. Debajo de un techo que se había colapsado encontraron los brazos extendidos de un esqueleto humano, posiblemente el mismo hombre cuyos huesos estaban expuestos,  que garabateó una línea de grafiti sobre el fresco de una pared: “Nada en el mundo dura para siempre.” Los restos materiales de esta sociedad Romana, como lo eran las edificaciones, las tumbas, templos, torres, e inclusive seres humanos y animales quedaron enterrados bajo el polvo.

Por: Wiki México

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