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El apoyo de un padre que cambió al mundo

¿Te imaginas que hicieras un aporte a la humanidad tan grande que, además de inventar cosas invaluables para la tecnología moderna, le pusieran tu nombre a una unidad de medición? Justamente eso sucedió con un matemático y físico francés, responsable del conocimiento que ahora tenemos de los electroimanes y que murió hace 177 años: André-Marie Ampère.

Sin duda su vocación era evidente desde pequeño, pues antes de conocer los números hacía cálculos con piedritas y migajas de pan. Además, sus condiciones educativas fueron favorables ya que su padre era seguidor de las ideas de Rousseau y no mandó a su hijo a la escuela, sino que él mismo le impartió clases de latín, ciencias naturales y poesía. Fue después cuando descubrió el interés de su hijo por las matemáticas, quien a sus cuatro años de edad ya leía y entendía trabajos de científicos como Leonhard Euler y Daniel Bernoulli.

Su padre, quien defendía su ideología, murió ejecutado al oponerse a los excesos revolucionarios. Esto causó una fuerte depresión en Ampère quien después se casó y se dedicó a dar clases privadas de matemáticas, química e idiomas en la ciudad de Lyon. Para el año de 1802 publicó un libro titulado Consideraciones sobre la teoría matemática del juego, lo cual atrajo la atención de Jean Baptiste Joseph Delambre quien lo recomendó en la preparatoria de Lyon, hoy llamada Escuela Ampére.

Para 1820 ya se dedicaba a estudiar la relación entre magnetismo y electricidad, y descubrió que a dirección que toma la aguja de una brújula depende de la dirección de la corriente eléctrica que circula cerca y dedujo de esto la regla llamada “de Ampère”.

Una de las leyes de Ampère más conocidas es la de la electrodinámica, que describe las fuerzas que dos conductores paralelos atravesados por corriente eléctrica ejercen el uno sobre el otro. Y son estos trabajos los que influencian de manera importante a la física del siglo XIX pero no solo eso, sino que tambien fundan lo que ahora conocemos como electrodinámica.

También intentó explicar algunos fenómenos químicos como la hipótesis de que el número de moléculas contenidas en un gas es proporcional a su volumen, como también hizo Avogadro. Entre sus inventos encontramos el galvanómetro, el primer telégrafo eléctrico y el electroimán. Y a él le debemos el empleo moderno de los términos “corriente eléctrica” y “tensión eléctrica”.

Es sorprendente cómo una educación temprana logró mostrar su interés por algo que haría toda su vida, y si a eso le añadimos el apoyo de su padre, la humanidad ha dado pasos muy grandes gracias a sus aportes.

Por Claudia Ocampo.

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