¿Existe una regulación sobre los nombres propios?

La elección del nombre de un hijo debe de ser una de las cosas más lindas y disfrutables de la vida de los padres, pero a la vez es más complicada de lo que parece, ya que el nombre marcará nuestra personalidad y nos acompañará durante toda nuestra vida.

Hay parejas que planean los nombres de su bebé desde el momento que comienzan a pensar en ser padres, otros tantos desde el embarazo de la mujer, y a otros futuros padres les cuesta decidirse. En algunos casos, el nombre de un hijo puede ser causa de conflictos, pues en el afán de querer ser originales, termina siendo una mala broma o cacofónico.

De hecho, hay algunos países que tienen reglas claras sobre este tema para evitar que el niño sea blanco de burlas. Así, en Islandia se debe de cumplir con ciertas normas gramaticales y de género. En ocasiones, las autoridades también insisten en que debe ser posible escribir el nombre en islandés.

En el caso de Alemania, las reglas están establecidas de manera que son en favor del bienestar de los niños. Ante una posible ambigüedad de género, las autoridades alemanas no permiten el nombre de Matti porque aseguran que el sexo del bebé no sería muy obvio. En el caso de Merkel, Schroeder o Kohl no se pueden considerar nombres porque en ese país son apellidos.

En Nueva Zelanda, están prohibido los nombres que empiezan con un número como 4Real, en tanto que en Japón, cuando los padres van a registrar a los recién nacidos, las autoridades locales los rechazan si no creen que sea un nombre apropiado.

En China, varios padres se han visto obligados a cambiar el nombre a sus hijos si las autoridades los consideran desconocidos o que son impronunciables.

Países como Inglaterra y Estados Unidos tienen una política mucho más liberal en cuanto a los nombres. Aquí, los padres pueden llamar a sus hijos prácticamente de cualquier manera porque lo ven como una importante muestra de la libertad de expresión consagrada en la Constitución.

En México, no existe una ley que impida poner cualquier nombre a un hijo; sin embargo en 2010, la entonces diputada perredista, Aleyda Álvarez, impulsó una iniciativa de ley para que los jueces del Registro Civil convencieran a los padres de no poner nombres extraños a sus hijos, tipo Masiosare, Anivdelarev, Robocop o Voldemort; esto con el fin de evitar daños psicológicos a los niños que se llamen de manera inusual.

El proyecto causó polémica, ya que vulneraba el derecho de los padres a llamar y educar a sus hijos de la forma como crean conveniente, aunque también admitía que los nombres extraños solían presentar problemas para quienes los tenían, sobre todo burlas a los niños y en algunos casos discriminación cuando son personas adultas.

Según el Gobierno del Distrito Federal, cada año unas siete mil personas cambian su nombre en la Ciudad de México, la mayoría por errores al momento de su inscripción en el Registro Civil, pero también porque no están conformes con su apelativo.

En México, como en otros países de habla hispana, una de las tradiciones es llamar a los recién nacidos con el nombre que aparezca en el santoral de ese día. En los archivos del Registro Civil aparece una mujer con 30 nombres, que fue registrada en 1922. Se trata de María de la Asunción Luisa Conzaga Guadalupe Refugio Luz Loreto Salud Altagracia Carmen Matilde Josefa Ignacia Francisca Solano Vicenta Ferrer Antonia Ramona Agustina Carlota Inocencia Federica Gabriela de Dolores de los Sagrados Corazones de Jesús y de María Saldívar y Saldívar.

Aunque no hay una versión confirmada, todo hace suponer que sus padres pretendieron quedar bien con todos los miembros de su familia y de paso honrar a algunos santos católicos que veneraban.

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