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Comer solo o acompañado: ¿Qué es más saludable?

Saborear un buen plato de comida al tiempo que hay un amena charla es uno de los más grandes placeres de la vida. Pero, ¿hace bien para la salud? Pues parecería que no tanto, al menos, así lo sugirió una investigación realizada por NPD Group.

De acuerdo a la investigación, cuando las personas están solas, comen en menores cantidades. Y es que cuando comemos en compañía, nuestros hábitos alimenticios son fuertemente influenciados por los de nuestro acompañante. En este sentido, adaptamos el tamaño de nuestras porciones al de nuestras amistades o familiares.

Sin embargo, comer ha sido siempre y en todas las culturas un acto social, y en las últimas décadas, muchas personas de todas las edades comen solas. Este hecho es muy relevante en términos nutricionales, ya que también se ha comprobado que comer sin compañía se traduce en comer más rápido, peor y de un modo menos saludable.

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Cuando se come en solitario, se tiende de manera drástica al alimento precocinado, a los platos preparados, a la alimentación rápida y poco elaborada, y al producto frío y en crudo. La persona que vive sola tiende también a descuidar las provisiones de la despensa y el refrigerador y, ante la falta de motivación para hacer la compra, deriva en una mayor monotonía en los alimentos que se adquieren.

Por otro lado, se ha comprobado que el menú del solitario se caracteriza por ser una ingesta muy inferior, en cantidad, en calidad y en variedad, al de una persona que come en compañía. La pereza para cocinar, la comodidad y la carencia de un horario, son algunas de las causas.

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Por razones laborales y sociales, la tendencia a comer solos se ha extendido también a niños y adolescentes. Alrededor de la mitad de los niños de 9 años siempre cena con su familia, mientras que ese porcentaje se reduce a un tercio en los adolescentes de 14 años. Los niños que no cenan en familia de manera habitual comen más comida chatarra y se alimentan de forma más desequilibrada.

Además, a diferencia de los adultos, el hecho de que los niños o adolescentes coman solos tiene consecuencias mucho más serias que los déficits nutricionales o la falta de variedad en la dieta. En un estudio realizado por la Universidad de Columbia en 2003, se descubrió que los jóvenes que hacen cena en familia cinco veces por semana fuman menos y consumen menos alcohol frente a los jóvenes que cenan en familia solo dos veces por semana. También, los jóvenes del primer grupo tenían menos problemas de ansiedad, de tedio y de depresiones.

Vía UrbanDF, socio de contenido de iNGENET. Descarga la App móvil para la Cd. de México www.urban360.com.mx

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