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Una astronauta relata cómo se viven algunas actividades cotidianas en el espacio.
No importa qué tan preparado estés mentalmente para ir al espacio, nada te podrá anticipar al impacto de dejar tu planeta. O al menos esa es la valiosa opinión de Marsha Ivins, una astronauta que estuvo en el espacio un total de 55 días en 5 misiones de la NASA. Y, ¿quién mejor que ella para contarnos cómo es la vida en el espacio?
Durante una entrevista con Caitlin Roper, de Wired, la astronauta comentó que la sensación de estar en el espacio no es una colección de momentos, sino una mezcla mágica interna de lo trascendental. Y a pesar de que viajar al espacio podrá no ser muy elegante, ¡no existe una vista mejor!
Marsha cuenta que a pesar de que todos imaginamos a los astronautas muy nerviosos en sus asientos durante los momentos previos al despegue de una aeronave que usa millones de kilos de combustible para lograrlo, en realidad no hay mucho qué hacer durante las dos horas que pasan después de que se suben a la nave, e incluso muchos toman una siesta. Sin embargo, el despegue sí que es toda una aventura. ¿Imaginas llegar al espacio en 8.5 minutos? Así de emocionante es.
Cuando estás en órbita, la gravedad cero hace que los fluidos corporales se muevan por todos lados, la piel de tu rostro se estira (seguro muchas mujeres matarían por este estiramiento facial), el estómago se aplana y también creces unos 6 cm. Sin embargo también existen algunas desventajas, como un terrible dolor de cabeza debido al movimiento inusual de los fluidos, y los primeros días tu cuerpo pierde un litro de líquidos. Para evitar las náuseas, Marsha recomienda que convenzas a tu cerebro de que “arriba” está en la posición donde tengas tu cabeza, y “abajo” donde están tus pies. Una vez que lo logras, ya estás adaptado a la gravedad cero.
Durante sus viajes al espacio, Marsha no comió mucho porque no sentía apetito, y especialmente porque debido al movimiento de fluidos la comida sabe diferente en el espacio. Por ejemplo, el chocolate sabe a cera, y eso no es muy agradable, además de que la comida está deshidratada porque no hay refrigeradores ni estufas en las estaciones espaciales.
Una de las experiencias más raras de estar en el espacio es dormir. Para lograrlo debes de asegurar tu bolsa de dormir en las paredes, el techo o el suelo de la nave, lo cual es muy similar a acampar. Para asegurarte dentro de la bolsa debes de ajustar algunas correas con Velcro, y la almohada se amarra a la cabeza para que tu cuello se relaje. Si no aseguras tus brazos, estos se estirarán hacia el frente mientras duermes, y cuando despiertas, te sorprendes de lo que ves hasta que te das cuenta de que es tu brazo.
Algunas zonas de las naves son muy frías, y a veces para soportarlo Marsha calentaba comida para meterla en su bolsa de dormir como si fuera una botella de agua caliente, además de usar capas y capas de ropa. Sin embargo, durante un viaje hubo un momento en que Marsha pudo ver toda la Tierra en las ventanas de esa zona fría, y fue algo espectacular.
Lo más sorprendente de sus viajes, según relata, es lo relajantes que son. Los astronautas novatos generalmente están muy preocupados por cumplir sus tareas asignadas y a veces pasan días sin que logren ver un solo amanecer. Esto no significa que Marsha no haya estado ocupada atendiendo sus deberes, pero explica que cuando estás en el espacio, no hay manera de que alguien haga contacto contigo o que puedas hacer algo respecto a muchas cosas, por ejemplo pagar deudas o terminar pendientes. Una vez que estás en el espacio, olvidas todos esos problemas aunque después regresen cuando llegas a la Tierra.
Cuando regresas, tu oído interno, el cual se encarga del equilibrio al caminar en la Tierra y que está virtualmente desactivado durante la misión, se vuelve muy sensible debido a la gravedad, por lo que pierdes el equilibrio y tienes que volver a aprender a moverte con la gravedad de la Tierra. Muchos músculos que se quedaron sin ser usados tienen que volver a ejercitarse y podrías tardarte semanas en volver a realizar actividades normales, como agarrar cosas o caminar.
Marsha terminó la entrevista diciendo: “fue difícil, fue emocionante, me asustó y fue indescriptible. Y sí, volvería en cualquier momento“.
¿Cómo te imaginas que es la vida en el espacio?
Por Claudia Ocampo.
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