Actualmente, los trastornos alimenticios están a la orden del día: la anorexia, la bulimia, el síndrome del atracón y la ortorexia son algunas de estas patologías a las cuales se les suma uno nuevo: el Síndrome de Gourmand.
Este trastorno alimenticio produce en el paciente un irrefrenable deseo de comprar o cocinar alimentos exquisitos y platos muy sofisticados. Si lo vemos así, nos puede parecer algo atractivo, pues nadie podría despreciar un platillo que salte a la vista y cuyo sabor consienta nuestro paladar, pero este gusto o afición por el “bon vivant” y el “gourmet” puede llegar a ser una enfermedad.
El Síndrome de Gourmand fue descrito por vez primera en 1997 por los investigadores Regard y Landis, es una patología relativamente benigna, pero con el paso del tiempo puede causar serios niveles de estrés y profundos daños a la economía.
De acuerdo a un estudio publicado por la Academia Americana de Neurología, este trastorno puede ser producido por una lesión que afecta a ciertas zonas del hemisferio cerebral derecho.
La investigación se hizo a través de 36 pacientes que mostraron este comportamiento y reveló una fuerte asociación con la localización de la lesión en la parte anterior derecha del cerebro y áreas corticales, ganglios basales, o estructuras límbicas que influyen en el gusto por determinados alimentos.
Para diagnosticar el Síndrome de Gourmand se deben tener en cuenta los siguientes criterios: los hábitos alimenticios, que consisten en señales normales de hambre y saciedad, ansia persistente por la comida, preocupación acerca de los actos relacionados con la comida y el comer, consumo de alimentos de excelente calidad, cada platillo debe estar dentro de los estándares de calidad promedio.
Este hábito no se experimenta como un síntoma patológico, es decir, la persona no tiene consciencia de su enfermedad. Generalmente, se acompaña de otros cambios producidos por la lesión cerebral como el escaso control de los impulsos y la desinhibición.
Aparentemente, los factores culturales no desempeñan un papel esencial, ya que muchos de los casos analizados del Síndrome de Gourmand no tenían una relación particular o especial con la comida antes del daño cerebral.
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