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OEI, cooperación entre 22 países para abatir la desigualdad

La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) es un organismo internacional de carácter gubernamental que busca fomentar la cooperación entre los 22 países que la conforman para precisamente fortalecer los pilares a los que se alude en su nombre: educación, ciencia-tecnología-innovación y cultura, mencionó el jalisciense Arturo Velázquez Jiménez, actual director y representante de la Oficina en México de la OEI, quien proporciona un panorama sobre la historia y la labor de este organismo.

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“Para Iberoamérica la OEI es como un símil de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés), la cual en 1999 proclamó el Día Internacional de la Lengua Materna, y en México, al igual que en el resto de los países iberoamericanos, hay muchas lenguas originarias de los indígenas. Un propósito de la OEI es que, además del español y el portugués, en las comunidades se promueva la enseñanza en maya, otomí, náhuatl, zapoteco, huichol y las más de 60 lenguas indígenas nacionales que existen”, comentó.

A la OEI solo pertenecen países de habla hispana y portuguesa: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Guinea Ecuatorial —que aunque está en África hablan español—, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, dijo el director.

En casi todas esas naciones existe un representante u oficina de la OEI. A excepción de Cuba, Guinea Ecuatorial, Portugal y Venezuela, donde el equivalente a la Secretaría de Cultura, Educación o Relaciones Exteriores en México funge esa labor de enlace. También son parte de la OEI, aunque solo como observadores, Santo Tomé y Príncipe, Angola, Guinea-Bissau, Cabo Verde, Mozambique y Timor Oriental.

Actualmente, de entre los 22 países, México preside la Asamblea General de la OEI —máxima autoridad para establecer las políticas generales, aprobar el plan de actividades, el presupuesto global y fijar las cuotas anuales—, así como el Consejo Directivo.

“En 2014 se decidió que México dirija la Asamblea General y el Consejo Directivo por cuatro años, a través del secretario de Educación Pública, el maestro en estudios latinoamericanos Aurelio Nuño Mayer”, apuntó el titular de la OEI en México.

Principales acciones

Las actividades de la OEI se enmarcan en dos grandes niveles. A través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)2015-2030 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), enfocados en abatir la pobreza, desigualdad, injusticia, problemas educativos, laborales, de salud, medio ambiente y otros. Así como en un marco normativo que se concreta acorde con la problemática, nivel de desarrollo y prioridad de cada estado miembro, afirmó Velázquez Jiménez, quien es maestro en sociología industrial por el Imperial College of Science, Technology and Medicine, University of London.

“En el caso de México, se busca que el ejercicio de la OEI esté alineado al Plan Nacional de Desarrollo (PND) y sea compatible con el Programa Sectorial de Educación 2013-2018, el Especial de Cultura y Arte 2014-2018, además del de Ciencia, Tecnología e Innovación 2014-2018”.

Adicionalmente, para todos los países de la OEI existe el acuerdo Metas educativas 2021: la educación que queremos para la generación de los bicentenarios, denominado así porque la mayoría cumple 200 años de su independencia entre 2010 y 2021, dijo el maestro Arturo Velázquez.

Derivado del análisis sobre la complejidad social y educativa de Iberoamérica, las 11 metas que plantea el documento arriba referido son válidas para todos los estados de la OEI. Sin embargo, “aun cuando el trabajo es colectivo, se respetan las particularidades y características culturales de cada nación porque las problemáticas son distintas y tratan de resolverse conforme a sus capacidades y recursos. En México por ejemplo, la actual reforma educativa cumple con varios de esos propósitos”, aludió el director.

Consideró que “aunque la universalización de la educación básica en su totalidad no es del todo viable, porque siempre quedará uno o dos por ciento que por dispersión geográfica, marginación u otros motivos impida llegar a toda la población; el acercamiento para la resolución de estas dificultades es con las secretarías de Educación Pública (SEP), Desarrollo Social (Sedesol) y el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), este último orientado específicamente a las zonas rurales. La generación de innovaciones educativas como escuelas de tiempo completo, calidad, renovación de los planes de estudio, profesionalización docente, incorporación de tecnología, entre otras, han coadyuvado a la mejora educativa”.

Al respecto, recientemente se firmó un convenio entre la SEP, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para que no exista ninguna escuela del país sin luz eléctrica. Mientras eso sucede, el proyecto de la OEI Luces para aprender puede ir cerrando la brecha al generar energía eólica o hidráulica para el 10 por ciento de escuelas que a nivel nacional carecen de este servicio.

“La OEI ha desarrollado material técnico y académico para la captación de energía a través de celdas solares y habilitar el acceso a Internet para que los niños puedan usar el material educativo contenido en sus tabletas”, manifestó.

Intercambio dinámico de conocimientos en Iberoamérica

A decir del especialista, dentro de los grandes ejes de la OEI —educación, ciencia-tecnología-innovación y cultura— México tiene proyectos acotados a los institutos que forman parte de este organismo, donde se generan materiales y conferencias en línea, en su mayoría gratuitos, que cualquier persona tiene derecho a consultar.

Está por ejemplo el Instituto Iberoamericano de la Enseñanza de las Ciencias y la Matemática (Iberciencia), cuya sede se encuentra en Buenos Aires, Argentina, y pretende fomentar la investigación, formación, evaluación, promoción y transferencia de conocimiento a través de plataformas virtuales descentralizadas. Este es un proyecto permanente y financiado con los fondos globales de la cuota que otorgan los países.

El Instituto de Educación Superior Tecnológico (Iberotec), con sede en Lima, Perú, busca tener materiales y programas para la formación profesional en telecomunicaciones y tecnologías de la información y comunicación (TIC) a nivel técnico-profesional.

El Instituto Iberoamericano de TIC y Educación (Ibertic), también ubicado en Buenos Aires, Argentina, promueve la utilización de las TIC en la educación para la investigación, formación, evaluación, difusión y transferencia del conocimiento.

En tanto, el Instituto de Educación en Derechos Humanos (IEDH) con sedes en Bogotá, Colombia, y subsedes en Asunción, Paraguay, y en San Salvador, El Salvador, espera contribuir desde los niños a la generación de la cultura de convivencia y respeto para fortalecer, garantizar y promocionar los derechos humanos.

Con sede en Asunción, Paraguay, existe el Centro de Formación e Innovación en Políticas Públicas (Cefipp) para la formación y profesionalización de funcionarios del sector público a través de Internet.

“Igualmente, el Centro de Altos Estudios Universitarios (CAEU) de la OIE es una universidad abierta en línea donde tutores asesoran y revisan trabajos de cursos, talleres, diplomados, maestrías o proyectos de cooperación sobre temas educativos, científicos, de cultura o incluso más generales”, expuso el maestro Arturo Velázquez.

Agregó que también se está promoviendo una universidad abierta iberoamericana “donde las universidades e instituciones de educación superior de cada uno de los países iberoamericanos —en el caso de México la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES)— cuenten con un espacio virtual a través del cual se pueda estudiar entre una universidad y otra para facilitar la transferencia de información o conocimiento y evitar la problemática de la acreditación de estudios”.

Financiamiento

Debido a que no todos los países de la OEI tienen la misma fortaleza de desarrollo económico, existe una cuota diferenciada que cada estado miembro designa a una bolsa común para el trabajo operativo de las oficinas sedes. La aportación anual mexicana proporciona las instalaciones, sueldos y lo necesario para el funcionamiento de la Oficina en México, señaló el entrevistado.

Con relación a la puesta en marcha de diferentes proyectos, los recursos provienen de instituciones como el Banco Mundial, organizaciones no gubernamentales (ONG), fundaciones y empresas que, dependiendo de la naturaleza de su origen, apoyan determinado proyecto en particular. Esos recursos se buscan, se toca la puerta o se concursa para obtenerlos y contrario al capital que permite la operación de la oficina de la OEI en el país, el dinero para proyectos no siempre es suficiente.

“Se requiere mayor respaldo para cada uno de los programas, a veces la firma de convenios ayuda. Por ejemplo, entre la OEI de México y el Conacyt, a lo largo de cuatro años, se otorgarán 500 becas de posgrado para que estudiantes de Iberoamérica vengan a México a estudiar una maestría, doctorado o especialidad en alguna de las universidades inscritas al Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC) para así colaborar en la formación de recursos humanos especializados que se requerirán para el posterior desarrollo de la región. Esto para facilitar el espacio iberoamericano del conocimiento”, indicó el ex asesor de Asuntos Internacionales de la Subsecretaría de Educación Superior de la SEP.

El maestro Arturo Velázquez se ha dado a la tarea de establecer acercamiento con más de 30 instituciones tanto del sector público como privado. Por ejemplo: Conocer —entidad paraestatal que fortalece el Sistema Nacional de Competencias—, Consejo Mexicano de Investigación Educativa, A.C. (Comie), Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), Academia Mexicana de Ciencias, Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexcid), Banorte, Santander, Consejo de la Comunicación, etcétera, con las cuales se apoya para el desempeño de proyectos educativos o científicos de la OEI en México.

Historia de la OEI

Conforme al ex asesor de Certificación de Programas Académicos de la Rectoría de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, Arturo Velázquez, el inicio de la OEI comienza a finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando en 1949 académicos e investigadores interesados en materias educativas y culturales llevan a cabo el Primer Congreso Iberoamericano de Educación y Cultura en Madrid, España, lugar donde se crea la Oficina de Educación Iberoamericana (OEI).

Posteriormente, en 1954, se realizó el II Congreso Interiberoamericano en Quito, Ecuador, y se propuso la existencia de una institución internacional de carácter gubernamental, es decir, con representantes de los gobiernos de los países, al que se denominó Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).

“Hasta ese momento México solo participaba como observador. Las relaciones diplomáticas con España, debidas al franquismo no existían, no se contaba con embajada de México en España y viceversa porque derivado de la Guerra Civil Española (1936-1939) nuestro país recibía a sus refugiados”, rememoró el maestro Arturo Velázquez.

Guadalajara, México, fue sede de la primera Cumbre Iberoamericana de jefes y jefas de Estado y de Gobierno en 1991. En diciembre de 2014, también en México, Veracruz, se decidió que en adelante esta Cumbre fuera cada dos años.

Es hasta 1993 que México, de observador, pasa a ser estado miembro con voz y voto. Condición que se formalizó en 1998 mediante decreto presidencial con Ernesto Zedillo, quien decidió instaurar una sede de la OEI en el país, explicó el maestro Velázquez Jiménez.

Fuente: CONACYT.

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