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¿De qué color son las emociones?

Investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), campus San Juan del Río, estudian el estado afectivo y psicofisiológico de pacientes con dolor crónico mediante el análisis de termografías.

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El estudiante del doctorado en psicología de la UNAM David Alberto Rodríguez informó que este proyecto busca mediciones no invasivas para evaluar el estado afectivo y psicofisiológico de un paciente con dolor crónico. Detalló que para este estudio habían estado trabajando con algunos instrumentos para registrar la frecuencia cardiaca y la conductancia en la piel, que implican necesariamente el contacto físico con el paciente que, en algunas ocasiones, generaba molestia o rechazo.

“Nos propusimos investigar otro sistema de medición que pudiera darnos la misma información y poder utilizarla, tanto para la evaluación como con un propósito clínico. En esa búsqueda, encontramos el reportaje Sistema inteligente para detección de cáncer de mama publicado en la Agencia Informativa Conacyt, en marzo de 2016, donde conocimos lo que hacían en la Facultad de Ingeniería de la UAQ de San Juan del Río y nos acercamos a ellos para conocer más sobre su trabajo”, declaró.

David Alberto Rodríguez recordó que al conocer la funcionalidad de las termografías para la detección oportuna de cáncer de mama de la UAQ, se consideró el uso de esta tecnología para evaluar estados afectivos y la medición del dolor crónico en otro tipo de pacientes.

“Conocimos los avances tecnológicos de nuestros colegas de la UAQ, nos conectamos y fueron sensibles a nuestras necesidades. Empezamos a utilizar su equipo de termografía que nos permitió medir, con una exactitud a la que no estábamos acostumbrados, los cambios de temperatura en la cara de nuestros pacientes. Esto nos ha llevado a hacer una contribución de enormes repercusiones tecnológicas clínicas en el tratamiento de estos pacientes y lo más importante, que estos avances se pueden aplicar a otras problemáticas sociales y de salud”, señaló.

El color del estrés

El estudiante de psicología de la UNAM recordó que el primer estudio que realizó con esta tecnología fue para evaluar los cambios autonómicos de la temperatura periférica que produce una expresión facial emocional sostenida.

“Iniciamos con una imagen térmica infrarroja que muestra la temperatura inicial de un sujeto clínicamente sano. Después lo instruimos conductualmente a producir una expresión facial emocional de alegría, de enojo y de tristeza. Se observaron cambios en diversas regiones de interés observables, pero la más notable fue en la nariz”, explicó.

Posteriormente, abundó, se realizó un estudio clínico en una población en mujeres sobrevivientes de cáncer de mama, con el propósito de evaluar su plasticidad térmica.

“Aquellas personas podían regular su temperatura mediante exposición a estímulos emocionales, instrucción de expresión facial emocional y relajación se veían beneficiadas con menor intensidad del dolor y asociación de sus componentes afectivos”, puntualizó.

En ese sentido, el investigador de la UNAM, Benjamín Domínguez Trejo, abundó que otras problemáticas en las que se puede aplicar esta combinación de tecnologías y especialidades es en el tratamiento y evaluación de pacientes afectados por estrés postraumático, es decir, personas que han sido expuestas a actos delictivos o de violencia.

“La evaluación y el manejo adecuado de estos pacientes tendría que incluir la termografía. La termografía nos permite determinar con rapidez y exactitud muy elevada cuál es el estado emocional de un paciente después de un secuestro, por ejemplo, y determinar si requiere o no apoyo médico, psicológico o puede recobrarse con sus propios recursos. La termografía permite determinar este tipo de decisiones que incluso repercuten en costos. ¿Para qué darle tratamiento a una persona que no lo necesita?”, cuestionó.

El estudiante del doctorado en psicología David Alberto Rodríguez detalló que en los estudios preliminares con esta tecnología se ha descubierto que las termografías son sensibles a la respuesta inflamatoria de los pacientes, por lo que la evaluación termográfica es clínicamente útil en aproximadamente 54 por ciento de los pacientes.

“De tal manera que podamos dividir nuestra población en tres tercios: los que tienen una baja actividad inflamatoria, media y alta. Los primeros dos tercios, que tienen actividad inflamatoria baja y media, se pueden beneficiar de algunos procedimientos psicofisiológicos que podemos estar monitoreando con la termografía; aquellos pacientes del tercer tercio, es decir, de actividad inflamatoria alta, necesitan primariamente otro tipo de cuidados y tratamientos”, advirtió.

Innovación tecnológica mexicana

Respecto a la tecnología desarrollada por la Facultad de Ingeniería de la UAQ, campus San Juan del Río, el investigador corresponsable del proyecto, Luis Alberto Morales Hernández, informó que el dispositivo, que es un escáner facial para la evaluación del dolor, se desarrolló pensando en la población mexicana y su contexto, adoptando los protocolos necesarios, tanto numéricos como tecnológicos.

“Nosotros lo llamamos biotermomarcadores faciales, que permiten evaluar hasta cinco emociones, de las que ya se han reportado tres; vamos a empezar con el trámite de lo que sería una primera patente de ese sistema y estamos mejorándolo para tener una mayor precisión y llegar a una calidad de tipo comercial”, anunció.

Morales Hernández apuntó que la diferencia de esta tecnología con respecto a las ya existentes es el costo, que se pretende abatir hasta en 80 por ciento.

“Desarrollamos un sistema inteligente, capaz de ofrecer información precisa que los especialistas necesitan, pero pensamos más allá, en un sistema capaz de hacer monitoreo, detección y establecer un prediagnóstico de los pacientes; todo esto a través de un sistema embebido, desarrollado por Irving Cruz Albarrán con todo lo que es la parte de programación. La visión artificial que utilizamos es propia, desarrollamos los algoritmos y los pusimos en un software que ya está registrado”, destacó.

En ese sentido, el estudiante del doctorado en psicología de la UNAM David Alberto Rodríguez explicó que existe otra población en la que se podría aplicar este tipo de estudios, que son los pacientes en estado de depresión, que se caracterizan por tener dificultades de regulación emocional, lo que repercute en cambios en su temperatura que serían detectables con termografías.

“Mi proyecto de investigación doctoral tiene que ver con un padecimiento que se llama alexitimia, que es un trastorno en el cual una persona tiene dificultades para reconocer y expresar emociones; no es que no pueda hacerlo, sino que le implica más tiempo en procesarlas debido a algunas vías neuronales que tienen información de procesamiento un poco más lenta. Cuando les presentamos un estímulo emocional, los cambios de temperatura que esperaríamos en estos pacientes distan de los de una población que no presenta alexitimia”, finalizó.

Fuente: CONACYT.

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