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¿Cómo se desarrollan las vacunas?

Para hacer ciencia se necesita pasión por lo que haces, más allá de los reconocimientos, las retribuciones económicas, los contratiempos de un trabajo intenso o incluso la propia notoriedad de tus descubrimientos o aportes. El amor a la ciencia es lo que mueve a científicos como el doctor Arturo Reyes Sandoval, un destacado doctor químico bacteriólogo y parasitólogo de origen poblano, a diseñar y desarrollar vacunas para enfermedades de distintas partes del mundo.

El Instituto Jenner del Departamento Nuffield de Medicina de la Universidad de Oxford es su espacio de trabajo, donde con otros seis colegas desarrollan, en colaboración con instituciones de Europa, Asia y Latinoamérica, cinco vacunas; dos de ellas corresponden a parásitos: la enfermedad de Chagas y otra para el paludismo o malaria, presentes en Latinoamérica y Asia.

Las otras tres vacunas se relacionan con los virus del dengue, chikungunya y zika, con presencia en África, Asia y Latinoamérica, incluyendo México. De estas cinco vacunas, tres ya entraron en fase clínica y están produciéndose apegadas a las buenas prácticas de manufactura: la de la malaria, que se espera probar en humanos en un año, y otras dos más para chikungunya y zika, también en fase clínica, que serán probadas a mediados de 2018.

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En cuanto a la vacuna del dengue, el doctor Arturo Reyes espera que este año ya se obtengan buenos resultados in vitro.

Doctor Arturo Reyes Sandoval 

El doctor Arturo Reyes Sandoval es profesor asociado en el Departamento de Medicina de Nuffield (NDM, por sus siglas en inglés) en la Universidad de Oxford. Es investigador principal en el Instituto Jenner y miembro del Wellcome Trust. Actualmente lidera un grupo que trabaja en un programa de investigación para desarrollar vacunas para cinco enfermedades infecciosas emergentes, incluyendo dos en fase preclínica: la enfermedad de Chagas y el dengue; y tres que han entrado en la fase clínica: malaria, zika y chikungunya.

Su trabajo es apoyado por el Wellcome Trust, MRC (Medical Research Council) y el Departamento de Salud del Reino Unido, a través de Innovate UK, así como por Oxford University Innovation; mientras que los estudios de dengue en México han sido apoyados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Newton Fund y el gobierno brasileño.

Recientemente ha contribuido al establecimiento de lazos entre Oxford y México, apoyados por acuerdos formales entre el NDM y seis universidades líderes y laboratorios de salud pública, y ha extendido su programa de desarrollo de vacunas a estudios en México. Esto ha llevado a la creación de la  iniciativa NDM-México  para apoyar el trabajo colaborativo entre diversos grupos de investigación en Oxford con científicos de México, así como intercambios estudiantiles y académicos.

Cómo se hace una vacuna

Para explicar el proceso para desarrollar una vacuna y los factores que determinan su creación, el doctor Arturo Reyes Sandoval explica, en teleconferencia para la Agencia Informativa Conacyt, el procedimiento y los protocolos que se siguen para este tipo de proyectos.

Lo primero que se analiza, explica el doctor Reyes, son los antecedentes de vacunas similares. En el caso de zika, existen vacunas muy bien probadas para el flavivirus (un género de virus ARN perteneciente a la familia Flaviviridae), grupo al que pertenece el dengue, zika y la fiebre amarilla.

“Por ejemplo, la vacuna de fiebre amarilla ha estado en desarrollo durante décadas, desde el siglo pasado, y es una vacuna muy eficiente, entonces ya hay un precedente de que funciona muy bien y eso hace que nos fijemos en qué estructuras de esa vacuna podemos tomar para desarrollar otra”.

En segundo lugar, añade el científico, se tiene que analizar la complejidad del patógeno, si hay muchas variaciones de serotipos o grupos. Por ejemplo, el dengue tiene cuatro virus, mientras que zika solo uno, entonces por eso es que la vacuna de zika, en ese aspecto, sería más sencilla de crear porque no hay variaciones en los virus que circulan en el mundo.

“Esa es otra cuestión importante, ver la sencillez o complejidad del patógeno y qué tanto varía. El siguiente paso, igual de importante, consiste en utilizar métodos o plataformas para crear vacunas que ya hayan sido probadas y que demuestren que son métodos seguros en humanos”.

Al respecto, el doctor Arturo Reyes explicó que en el caso de su laboratorio trabajan con tres plataformas, una de ellas es la de adenovirus modificados o recombinantes.

“Sabemos que es segura, que ya se ha usado en humanos y que la misma plataforma con otras vacunas ha sido eficaz y con autorizaciones éticas correspondientes. Esta misma plataforma ha sido utilizada en vacunas contra paludismo, malaria, ébola, tuberculosis, entre otras patologías, y por eso la usamos para zika”.

Pruebas tempranas

El doctor Arturo Reyes Sandoval añadió que una vez que selecciona la secuencia del virus que se utilizará en la vacuna, se toman varios diseños con pequeñas variaciones para determinar si produce respuestas inmunológicas preclínicas en los animales de laboratorio, como ratones.

Las pruebas preclínicas que corresponden a las vacunas que desarrolla el doctor Reyes y su equipo se realizan en diversos laboratorios como el de la Universidad de Harvard, repitiendo este mismo esquema en los departamentos de Salud de Reino Unido, en Escocia y en su propio laboratorio en Oxford. El objetivo es que diferentes laboratorios emitan resultados que validen las pruebas de forma más contundente.

“Hemos hecho esto de manera muy rigurosa, recurriendo a diferentes laboratorios con distintas sepas del virus del zika para consolidar los resultados como confiables. Afortunadamente en todos los laboratorios coincidieron los resultados en cuanto a efectividad, a pesar de las diferencias de sepa y metodología. Las muestras fueron aplicadas a unos 80 ratones y los resultados de la vacuna contra el zika elegida para fase clínica resultaron en un 100 por ciento de efectividad, es decir, ausencia de virus total, sin viremia ni síntomas secundarios”.

En estas pruebas, lo primero que se valora, de acuerdo con declaraciones del doctor Arturo Reyes, es la cantidad de anticuerpos que se pueden inducir con antígenos del virus, seguido de su capacidad para neutralizar al virus de zika, dando así lugar a la selección de los mejores candidatos para que sean llevados a ensayos clínicos.

Para el científico, este paso es crucial, pues consiste en ver si la vacuna realmente protege a los animales que están siendo utilizados para estas pruebas.

“Basándonos en estos experimentos es como se elige la muestra más idónea para que a partir de esto se sinteticen diversas muestras. Por ejemplo, en el caso de zika se probaron 12 posibles tipos de vacuna, seleccionando así las que observamos que protegían mejor”, detalló.

Una vez que se tiene esta selección se puede pensar en la fase intermedia, que consiste en la producción de la vacuna mediante buenas prácticas de manufactura, utilizando materiales de laboratorio que están autorizados por agencias regulatorias de Reino Unido para que las vacunas que se produzcan sea bajo lineamientos estrictos que permitan ser probadas en humanos.

Esta fase es otro reto para la vacuna, explica el doctor Arturo Reyes Sandoval, ya que además de ser efectiva y proteger, tiene que tener la capacidad de producirse en unas cuantas líneas celulares en condiciones de manufactura, las cuales a nivel mundial son muy limitadas, es decir, a veces puede haber solo una, dos o tres condiciones de células donde crece una vacuna, pero también puede ser que la vacuna no se desarrolle y el trabajo se quede ahí, por eso la importancia de tener varias opciones de vacunas.

“En el caso de zika, por ejemplo, sabemos que nuestras plataformas, los adenovirus, crecen muy bien y en grandes concentraciones. La importancia de esto radica en que a mayor cantidad de producción de vacuna en una sola corrida, esta será más barata y accesible para la gente”.

El doctor Arturo Reyes explicó también que cuando se desarrolla con éxito esta fase, se tienen que analizar ciertas características toxicológicas y clínicas de la vacuna, solicitadas por las agencias regulatorias en Reino Unido, porque serán ellas las que otorguen los permisos éticos para autorizar los ensayos clínicos en humanos que, en el caso de zika, se espera sean a mediados de 2018.

“Hay que probar dos cosas fundamentalmente: primero que sea segura para los humanos, y segundo, que induzca respuestas inmunes que sean efectivas para proteger contra el virus”.

La aplicación o ensayo en humanos

Se espera que en la segunda mitad de 2018 se pruebe en humanos la vacuna del zika, en voluntarios ingleses con rangos de edad entre 18 y 50 años de edad, tanto masculinos como femeninos, que sean sanos, sin exposición a flavivirus para evitar resultados inexactos.

Una de las ventajas que destaca el doctor Reyes sobre la metodología empleada para la elaboración de la vacuna del zika es la rapidez con que se producen las respuestas inmunes una vez que se aplica.

“Después de 10 días de haber recibido una simple dosis de vacunación, se ven resultados. Generalmente es a las dos semanas cuando ya analizamos las respuestas inmunes, para después verificar de nuevo los niveles de respuesta inmune a las cuatro semanas, pero la inducción en sí es rápida y se mantiene por un periodo prolongado de tiempo, de tal suerte que estamos planeando que una sola dosis sea suficiente, porque nuestra idea es generar una vacuna para el zika, sencilla, efectiva y duradera”.

Apoyos financieros

Para desarrollar vacunas como el dengue o zika, el doctor Arturo Reyes estableció vínculos con organismos como el Fondo Newton, además de colaboraciones con instituciones como la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la Universidad Veracruzana. Asimismo, ha obtenido recursos del Consejo de Investigación Médica (Medical Research Council) y el Departamento de Salud del Reino Unido (UK Department of Health).

Así, mientras desarrolla vacunas para enfermedades que afectan a miles de personas en todo el mundo, el doctor Arturo Reyes Sandoval reconoce que nunca se visualizó de otra forma que no fuera como científico, porque es en la ciencia donde encuentra un sentido real a su existencia.

“Hay que estar enamorado de la profesión y apasionarse por el área de trabajo, solo así es como se evita ver el trabajo como una serie de retos y problemas que sortear, sino más bien como un disfrute constante, aunque de repente eso implique que enfrentes situaciones que parecerían obstáculos. Esa pasión y amor hacia tu trabajo hará que no les prestes tanta atención, sino que te enfoques en lo que debe ser un pasatiempo y no un problema. Es importante no darse por vencido al primer intento, sino seguir insistiendo en lo que uno cree y en lo que quiere hacer”.

Fuente: CONACYT.

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