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Escuelas ecológicas veracruzanas con el Fairchild Challenge

El Fairchild Challenge es una iniciativa del Jardín Botánico del Inecol, la Secretaría de Educación de Veracruz y el Fairchild Tropical Botanic Garden de Florida en la que participan más de 250 escuelas veracruzanas desde hace seis años. El objetivo del reto es que estudiantes desde preescolar hasta bachillerato realicen proyectos innovadores que impacten positivamente en el ambiente, además de fomentar el desarrollo sustentable en su comunidad y el resto del país. En la última edición participaron más de 12 mil niñas y niños que realizaron actividades y proyectos científicos, biológicos y ecológicos durante el ciclo escolar 2016-2017.

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Uno de los destinos más importantes en Xalapa, Veracruz, es el Jardín Botánico “Francisco Javier Clavijero” ubicado en las instalaciones del Instituto de Ecología (Inecol). Posee en su territorio 38 hectáreas totales, de las cuales, 30 están cubiertas por el Santuario del Bosque de Niebla, el ecosistema más diverso en México aunque solo representa el uno por ciento del territorio nacional.

Miguel Rubio Godoy, director del Inecol, explicó que dentro de las múltiples actividades y programas que realiza el Jardín Botánico siempre están implicadas dos intenciones fundamentales. La primera es incrementar la colección de plantas desde el punto de vista científico, pues en el instituto se realiza constante investigación sobre las condiciones que requiere la flora del lugar y se hace una catalogación y curaduría de las diversas colecciones para favorecer el desarrollo del territorio.

Otro de los propósitos que tiene el Jardín Botánico es ser una ventana a la sociedad con el fin de fomentar la cultura científica y el cuidado del ambiente. Esto se ha logrado en parte por el posicionamiento que tiene dentro del territorio veracruzano. El Jardín Botánico del Inecol tiene como meta principal crear conciencia de que el entorno se puede aprovechar sustentablemente.

¿Qué es y cómo funciona el Fairchild Challenge?

Bajo las premisas anteriores, nace un proyecto dedicado a fomentar el uso de la colección científica de plantas vivas del Jardín Botánico. El Fairchild Challenge vincula la sociedad con la naturaleza y la involucra activamente en la conservación de la flora regional.

Este programa de Educación Ambiental Internacional se desarrolla desde el 2011 en el Inecol en alianza con la Secretaría de Educación de Veracruz y el Fairchild Tropical Botanic Garden ubicado en Miami, Florida. A nivel internacional, existen múltiples sedes del Fairchild Challenge; sin embargo, el que organiza el Inecol es el único que se lleva a cabo en la República Mexicana.

El proyecto involucra decenas de personas en su organización, diseño y desarrollo. Está liderado por Norma Corona, responsable de Educación Ambiental en el Jardín Botánico, y Miguel Rubio Godoy, director del Inecol, que es uno de los Centros Públicos de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Norma Corona refirió que en un primer plano se trabaja en conjunto con el Programa de Aplicación de los Sistemas de Enseñanza Vivencial e Indagatoria de las Ciencias (PASEVIC) de la Secretaría de Educación de Veracruz, para crear el diseño de los desafíos por medio del intercambio de experiencias en torno a las ediciones pasadas del proyecto. Estos desafíos comienzan a la par del ciclo escolar y finalizan con el mismo.

Además, se realiza un trabajo en conjunto con biólogos, pedagogos, agrónomos, horticultores, maestros, nutriólogos y artistas, quienes forman parte del equipo coordinador y proporcionan asesoría y seguimiento a cada uno de los proyectos.

Posteriormente, se abre una convocatoria en la que se inscriben escuelas de nivel preescolar, primaria, secundaria, bachillerato y de educación especial y se diseñan más de cincuenta cursos de capacitación a los que acuden las y los profesores que están interesados en desarrollar algún proyecto en específico con sus estudiantes. “Una vez que un maestro se inscribe, el impacto es hacia toda la comunidad educativa”, afirma Norma Corona al cotejar los resultados exponenciales que han tenido desde hace seis años.

En la convocatoria se pide un resultado final que se evalúa en mayo. En junio se analizan los proyectos y se hacen sugerencias de mejora de producto y, finalmente, en julio se celebra una ceremonia de clausura donde se presentan los trabajos desarrollados por la comunidad estudiantil.

El trabajo de este proyecto se ejecuta en tres niveles básicos. El primero implica la correcta realización de la actividad que eligió la escuela; el segundo nivel involucra la aplicación de los materiales en diversas actividades didácticas; mientras el tercero trasciende el reto más allá de la escuela para vincular a la comunidad con la conservación ambiental.

“No se puede cubrir a todos los niños y todas las escuelas de Veracruz. Por eso, los profesores son una caja de resonancia ya que nos ayudan a ampliar las capacidades de impacto del programa. Al principio teníamos que ir a tocar puertas para pedir el apoyo de algunos maestros, el primer año teníamos 97 escuelas y en el último Fairchild Challenge se inscribieron cerca de 300”, explicó Miguel Rubio.

Las actividades en las escuelas

En inglés, la palabra challenge significa “reto”. El proyecto Fairchild Challenge compromete a la comunidad educativa en una serie de retos que requieren dedicación, investigación y trabajo constante.

Una de las intenciones es incidir positivamente en niñas y niños que tienen la intención de desarrollar algún proyecto desde su nacimiento, pasando por todas las etapas de su desarrollo y conclusión. La idea no es hacer experimentos fáciles y rápidos sino inmiscuir a los estudiantes en un proceso didáctico que fomenta su constancia y paciencia a la par del conocimiento y aprendizaje práctico que adquieren.

Norma Corona explicó que el Jardín Botánico dota a las escuelas de material suficiente para la creación de huertos que contengan alimentos como frutas, verduras o hierbas, plantas medicinales o flores. Las niñas y niños, motivados por un proyecto colectivo, deben conocer la diversidad de plantas y sus usos para comenzar a propiciar el proceso de germinación de las semillas, obtener las plántulas, dar seguimiento al crecimiento y, finalmente, cerrar el ciclo dando un uso práctico y sustentable al producto.

Cada reto o actividad se diseña con la intención de fortalecer el proceso de enseñanza-aprendizaje en las escuelas, pues están en constante diálogo con el programa oficial de estudios.

En la implementación de dichas actividades se utilizan metodologías de indagación científica a través de la práctica y las vivencias, se lanzan cuestionamientos y, en este sentido, el jardín o huerto se convierte en un laboratorio viviente. En palabras de Norma Corona, “es una manera de contribuir con la conservación de la flora regular y de promover el consumo responsable de los productos de la naturaleza”.

Los retos en la última edición

En el ciclo escolar 2016-2017 se plantearon cinco ejes temáticos para desarrollar los retos individuales en cada una de las escuelas. Los títulos de los temas fueron: “Cultivos con hidroponia casera”, “Plantas para la belleza”, “Historia y uso de las flores mexicanas”, “Conociendo a las abejas nativas y su miel” y “Un plástico menos, un minuto más de vida para el planeta”.

Entre las actividades se trabajó en conjunto con la chef y antropóloga Raquel Torres para el cultivo de flores mexicanas de temporada como la flor de calabaza, de gasparito, de jamaica, de palmito, de frijol, dalia, entre otras, con la intención de enseñar a los estudiantes a cocinar con más de 50 especies de flores comestibles endémicas del país.

Norma Corona comentó que en algunas escuelas se usaron diversas plantas y flores para crear joyería y llaveros usando resinas. A la par, se hizo un jardín para la belleza e higiene personal donde los niños y niñas tuvieron la oportunidad de aprender a preparar shampoo, jabones, aceites limpiadores, jarabes, cosméticos y bálsamos a partir de las plantas que cosecharon de sus huertos escolares.

En el reto “Un plástico menos, un minuto más de vida para el planeta”, se fomentó la recolección de envases de plástico, mejor conocidos como PET, con la meta de reciclarlos para la agricultura de pequeños jardines de hidroponia o de tierra dentro de las botellas de plástico.

Con respecto al reto “Conociendo a las abejas nativas y su miel”, Norma Corona comentó que se crearon varios meliponarios en las escuelas. Las abejas meliponas no tienen aguijón ni veneno, por lo que la apicultura se vuelve completamente segura para los menores de edad. Las escuelas para niñas y niños con discapacidad múltiple no incluyeron este reto al proyecto aunque, asegura la coordinadora del Fairchild Challenge, son completamente inofensivas.

Los resultados de la más reciente edición del Fairchild Challenge son sorprendentes en cuanto al impacto y trascendencia que lograron tanto en el estado de Veracruz como en el resto de la república, ya que participaron 247 escuelas de todos los niveles, se inscribieron 403 maestros, quienes impactaron en un total aproximado de 12 mil 108 niñas y niños que realizaron 13 proyectos. El resultado es aproximado ya que, como aseguraron los representantes del reto, los resultados se multiplican al ser conocidos por la sociedad mexicana en todos los sectores.

“Es importante que la gente entienda que investigar es una inversión y no un gasto, tanto como convencer a los niños de que es importante dedicarse a carreras científicas y que desarrollen una vocación empezando a trabajar en la práctica. En el Inecol lo hacemos con gusto y vocación pero no es nuestro mandato, somos un instituto de investigación y claro que esta es una forma de compartir el entusiasmo por la ciencia con la comunidad”, afirmó Miguel Rubio.

Fuente: CONACYT.

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