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Ángel Valdez, talento en ingeniería genética

El doctor Ángel Valdez Ortiz obtuvo recientemente el Premio de Ciencia, Tecnología e Innovación por parte del Instituto de Apoyo a la Investigación e Innovación (Inapi).

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Valdez Ortiz es biotecnólogo con especialidad en ingeniería genética. Su especialidad es la modificación genética de plantas de consumo humano con la finalidad de mejorar su contenido nutricional.

En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt recuerda que su interés por la investigación surgió cuando cursaba la base especializada de la preparatoria en la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Ahí tuvo como profesor de la asignatura de física a quien sería su mentor, el doctor Fernando Cázares, director del Centro de Instrumentos de la UAS.

“Él es un genio de la física y la electrónica. Me dio clases en preparatoria y mostraba algunos experimentos muy buenos. Por él entendí que la física tenía una aplicación práctica. De repente los maestros que nos dan clases de matemáticas, física o química no explican para qué sirve todo ese conocimiento que imparten en la vida real; entonces, gracias a profesores como él comenzó a gustarme cómo un conocimiento teórico se aterrizaba en un servicio o bien práctico”, explicó.

Añadió que cuando cursaba la carrera de ingeniería bioquímica, en la Facultad de Ciencias Químico Biológicas de la UAS (FCQB), acudió a diversos veranos científicos, algunos de ellos a centros de investigación, en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), en 1997 y 1998.

“Me gustaba que una idea, con un diseño experimental apropiado, planteando preguntas puntuales y planteando rutas críticas o marcos metodológicos para resolver esas hipótesis, es posible lograr un gran resultado. Todo eso me gustó y en cuarto o quinto grado de la carrera decidí que quería dedicarme a la investigación, y es a lo que me he dedicado hasta ahora”, comentó.

Valdez Ortiz cuenta con 12 años de trayectoria científica, que inició en la época en que terminó el doctorado en el Cinvestav. A partir de ese momento trabajó como profesor e investigador de la UAS, montando un laboratorio de biotecnología e ingeniería genética vegetales. En ese momento comenzó a dirigir tesis de maestría y doctorado, con apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y de Fundación Produce.

Modificación genética de cultivos

Valdez Ortiz considera que el proyecto que ha marcado su vida profesional es el de inserción de genes de amaranto en plantas de tomate.

“Logramos insertar el gen que codifica en el genoma de tomate, así logramos frutos de tomate transgénico que sirve para el tratamiento de la hipertensión arterial porque la proteína codificada con esos genes, cuando se consume genera péptidos que ayudan a reducir la hipertensión arterial. De ese proyecto central derivamos tres tesis doctorales y tres más de maestría”, dijo.

Trabajó también en la modificación genética de cultivos como el nopal y el maíz, así como el trabajo en laboratorio sobre microalgas.

“Son microorganismos que producen altas cantidades de aceite, y por tal razón los utilizan para obtener biodiesel; sin embargo, no han sido aún muy redituables porque más de 50 por ciento del cultivo de microalga se desperdicia y es precisamente ese desperdicio el que hemos estado estudiando en los últimos años porque encontramos que es rico en proteínas y rico en moléculas bioactivas”, explicó.

Como resultado del estudio de esa biomasa residual, el grupo de estudio logró la extracción de clorofilas, bebidas funcionales microbianas y que sirven como antioxidantes.

“Hemos desarrollado también un sistema de ingeniería genética de microalgas para que en un biorreactor podamos producir biofármacos; esa es la otra línea central de la que se han derivado artículos científicos y formación de recursos humanos”.

De proyecto a patente

Con los proyectos desarrollados con las microalgas, el equipo que lidera Valdez Ortiz interactuó con el sector industrial, específicamente con empresas que se dedican al desarrollo de alimentos funcionales, donde ingresaron cuatro patentes que transferirán a empresas para la elaboración de bebidas a partir de microalgas y bebidas funcionales.

“Todos los proyectos llevan la connotación de aterrizarlo en una patente, en un producto o servicio que tenga un beneficio social, económico o ambiental; ya no solo estamos trabajando para generar artículos, producir recursos humanos y mantenernos en el SNI, además estamos tratando de cerrar el ciclo completo en la obtención de un bien o un servicio de beneficio social o económico”, dijo.

El investigador cuenta con cuatro patentes, una de ellas consiste en hidrolizados proteínicos de la biomasa residual de microalgas, que utiliza enzimas específicas, corta las proteínas en fragmentos y de esos hidrolizados proteínicos surge la patente del proceso, pues descubrieron que tienen muchas propiedades nutracéuticas, antioxidantes, antihipertensivas y antimicrobianas. Además, encontraron que la biomasa es insoluble y, con el proceso de hidrólisis enzimática, lograron solubilizarla y producir tres bebidas, cada una, una potencial patente.

Otra patente consiste en el desarrollo de una bebida inodora, incolora e insípida, prácticamente agua, a la que añadieron ingredientes que ayudan a degradar más fácilmente la grasa, de manera que cuando una persona la consume, elimina grasa de forma mucho más rápida. Aclaró que el consumidor debe ser una persona que se ejercite regularmente y lleve una vida sana.

Fuente: CONACYT.

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