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El desafío de la donación de órganos

La donación de órganos al morir es un regalo de vida para aquellas personas que más lo necesitan. Para que este acto trascienda en nuestro país, es necesario fomentar la cultura de donación, mediante campañas de información y educación.

Este esfuerzo requiere también el fortalecimiento y articulación de un sistema nacional de donación y trasplantes que cuente con la infraestructura adecuada, herramientas tecnológicas y personal altamente calificado.

De este modo, aunque especialistas de la salud y funcionarios consideran que la intención de la propuesta de reforma a la Ley General de Salud que se analiza en la Cámara de Diputados —la cual establece que todos los mexicanos mayores de 18 años al morir son donadores de órganos— es buena, podría resultar contraproducente si no se establecen los mecanismos y se otorga el presupuesto adecuado para su operación.

Actualmente en México solo algunos hospitales tienen la licencia sanitaria para hacer la procuración y trasplante de órganos y tejidos, otorgada por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), que se concede a las instancias que cuentan con el equipo y el personal para hacer la procuración de órganos y los trasplantes.

En ese conjunto de hospitales que cuentan con la licencia necesaria, en 2017 se realizaron dos mil 57 donaciones cadavéricas, tanto de órganos como de tejidos —una cifra sin precedentes— de acuerdo con el Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra).

Esta cantidad se podría incrementar exponencialmente si todas las personas que mueren son donadoras de facto como lo propone la reforma a la ley. Tan solo en 2015, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) registró 655 mil defunciones.

Quizá no todos puedan donar órganos, pero la mayoría sí podría compartir algunos tejidos como hueso, piel, córneas, tendones, cartílago y vasos sanguíneos. Ante este panorama, resulta esencial analizar si México está preparado para recibir los órganos, tejidos y células de todas las personas que mueren.

Crónica de un trasplante de órgano

A las 8:15 de la mañana, los médicos determinaron, tras un ultrasonido doppler transcraneal, que el cerebro de Rosa cesó su actividad debido a una hemorragia intracerebral derivada de un accidente vascular cerebral (AVC).

Los padres de Rosa no pueden creer la noticia, pues el corazón de su hija, de apenas 23 años, aún sigue latiendo, pero su cerebro ya nunca más reaccionará porque ha sufrido daños estructurales y funcionales irreversibles. Rosa no está en coma o en estado vegetativo, les explican. Ella está muerta.

Los estudios instrumentados y la evaluación clínica así lo comprueban, tiene pérdida irreversible de las funciones cerebrales, es decir, muerte encefálica, y los médicos del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ) ya no pueden hacer nada.

En medio de la conmoción, los padres recordaron que en una ocasión Rosa les había dicho que cuando muriera quería donar sus órganos para ayudar a otras personas. Así que instantes después de recibir y asimilar la trágica noticia, le comentaron al médico que deseaban cumplir el deseo de su hija y autorizaban la donación de sus órganos.

Afortunadamente este hospital cuenta con licencia sanitaria de donación y trasplante de órganos, además del personal médico altamente capacitado y la infraestructura necesaria para la procuración de órganos.

En cuanto los familiares avisaron que querían hacer la donación de órganos, el Comité Interno de Trasplantes de ese hospital activó el riguroso protocolo de procuración, el cual contempla una serie de pasos a seguir los cuales van desde aspectos médicos hasta legales.

El equipo de salud —conformado por enfermeras, médicos tratantes, cirujanos, químicos y coordinadores— que interviene en una donación empezó a trabajar contra reloj, pues dispone de menos de 30 horas para concretar todo el proceso.

Quizá 30 horas pareciera mucho tiempo, pero para hacer más de 15 estudios clínicos y pruebas de histocompatibilidad, buscar al receptor indicado, es decir, que sea compatible y que esté en óptimas condiciones para poder ser intervenido quirúrgicamente en ese instante, hacer la minuciosa extracción de los órganos y el delicado y preciso trasplante, 30 horas es realmente poco.

Además, en muchas ocasiones se tiene que transportar los órganos de un hospital a otro o, más complicado aún, de una ciudad e incluso de un estado a otro. Aunque este no es el caso, si es un proceso en el que cada segundo “vale oro”.

Cómo cuidar a un donante cadavérico

Ya se cuenta con un protocolo perfectamente establecido para el cuidado y mantenimiento de un donador fallecido con fines de trasplante. Así que al saber que algunos de los órganos podrían ser donados, de inmediato los doctores protegieron el cuerpo, lo cambiaron a la sala de cuidados intensivos para que no fuera a adquirir una infección, lo colocaron sobre un colchón térmico y lo cubrieron con una sábana también térmica para mantener una temperatura aproximada de 36 grados Celsius.

Le suministraron más suero para mantenerlo hidratado y mantener la diuresis o producción de orina cercana a los niveles normales. También tenía un ventilador mecánico para mantener el cuerpo oxigenado, de lo contrario la sangre no cuenta con el oxígeno necesario y los órganos se deterioran y ya no son útiles para trasplante.

“Estos cuidados son para que el cuerpo se mantenga en óptimas condiciones, como si aún estuviera con vida y así evitar que el corazón se detenga, ya que si este deja de trabajar, los órganos de inmediato dejan de funcionar y ya no son aptos para trasplante”, expresó el doctor José Luis López Jiménez, coordinador de Donación del INCMNSZ.

Segundos después, ingresó una enfermera para tomar muestras de sangre para realizarle diversos estudios como: química sanguínea, biometría hemática, pruebas de funcionamiento hepático, perfil de lípidos, tiempos de coagulación y la prueba de virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), entre otros, esto con el objetivo de comprobar que el cadáver no fuera portador de alguna enfermedad que pudiera transmitir a las personas que recibirían los órganos, así como la viabilidad de los mismos.

Una hora y media más tarde, ya que los estudios arrojaron que todo estaba en buenas condiciones, el coordinador de trasplantes se comunicó al Cenatra para informar que tendrían una donación, que sería un hígado y dos riñones, además de todos los datos de la donante fallecida.

El arte de hallar la compatibilidad

Mientras el coordinador de Donación se comunicaba al Cenatra, la enfermera tomó muestras sanguíneas y del ganglio linfático del cadáver para que el personal del laboratorio de histocompatibilidad realizara las pruebas de compatibilidad entre el donante y los posibles receptores.

“Las pruebas de histocompatibilidad son los estudios más tardados en un proceso de donación y trasplante, pues toma entre siete y ocho horas”, explicó Adrián de Santiago, químico farmacobiólogo que trabaja en el laboratorio de histocompatibilidad del INCMNSZ.

“De la muestra del ganglio linfático extraemos unas células y esas las enfrentamos con las muestras de sangre que tenemos resguardadas en nuestro banco de pruebas de los pacientes que están en la lista de espera de un órgano”.

Primero se realiza una prueba cruzada para saber si el donante y los posibles receptores son compatibles. Si arroja que un posible receptor no es compatible con el donador, no hay nada más que investigar, hay que buscar a otros receptores compatibles; pero si indica que sí son compatibles, se hace un estudio de tipificación de antígenos leucocitarios humanos (HLA, por sus siglas en inglés), el cual indicará el nivel de compatibilidad.

Posteriormente se realiza un panel reactivo de anticuerpos para saber si el receptor tiene anticuerpos que pudieran rechazar el órgano; si tiene anticuerpos, se practica otro estudio para saber qué anticuerpos son y, por último, se hace un análisis para saber en qué cantidad y así poder determinar el receptor más adecuado.

Para hacer este tipo de pruebas se necesitan diversos aparatos tecnológicos como microscopios y centrífugas  especiales, pero lo más importante son los químicos farmacobiólogos altamente capacitados, ya que este tipo de pruebas aún es muy “artesanal”, es decir, es el ojo experto del químico el que determina la compatibilidad.

La selección de los receptores de órganos

Han pasado cinco horas desde que se determinó la muerte encefálica de Rosa y aún no se sabe quiénes salvarán su vida con los dos riñones y el hígado que se donarán, y es que elegir a los más indicados no es tarea sencilla.

El reto de una donación y un trasplante no solo consiste en trabajar contra reloj, sino en la precisión de la extracción de los órganos y, principalmente, en la meticulosa selección del mejor receptor, indicó José Luis López Jiménez.

La selección de los posibles receptores se hace bajo criterios establecidos en la Ley General de Salud, en los cuales se apoya el Comité de Trasplantes para la correcta asignación de los órganos.

Estos criterios contemplan a la persona con menos esperanza de vida, información que es obtenida a través de algoritmos especiales —por ejemplo, para el trasplante de hígado se utiliza el Model for End-Stage Liver Disease (MELD)—, además de otros criterios, como grupo sanguíneo, tiempo en espera del trasplante, entre otros.

“Pues de nada sirve que se le practique a alguien un trasplante porque es el que sigue en la lista de espera pero no es compatible, pese a que se le suministren medicamentos inmunosupresores, su cuerpo lo rechazará. Ante la escasez de donaciones, no nos podemos equivocar”, expresó.

Actualmente hay alrededor de 21 mil personas en espera de un órgano o un tejido, y aunque el año pasado se alcanzó una cifra récord, solo se realizaron dos mil 57 trasplantes, de acuerdo con cifras del Cenatra.

Han pasado casi siete horas desde que se empezó el proceso de donación, ya se tiene a los probables receptores, el médico tratante marca por teléfono a seis personas, solo tres recibirán un órgano pero se necesita tener otros candidatos por si alguno no se encuentra en la posibilidad de ser intervenido en ese momento, ya sea por un resfriado, infección u otra cosa.

El hígado es lo primero que se puede y debe trasplantar, para los riñones aún hay que esperar a que se tengan los resultados de otras pruebas de compatibilidad.

A la espera de un órgano

Un hombre de 53 años de edad espera un hígado, una joven de 26 años, el riñón derecho y otra de 23 años, el riñón izquierdo, ellos tres no se conocen, lo que los une es la esperanza de que un día alguien les salve la vida al donarles el órgano que necesitan.

Ese día llegó, la llamada que habían esperado por varios años por fin se dio:

—Buenas noches, le hablamos del INCMNSZ, ya tenemos una donación de órganos, ¿se encuentra bien para ser intervenido quirúrgicamente en estos momentos?, preguntó el médico.
—Sí, respondieron por separado estas tres personas.
—¿Puede llegar al instituto lo antes posible?
—Sí, reviraron.
—Entonces venga de inmediato al instituto, en la entrada diga que viene a trasplante, los policías ya tendrán una lista con su nombre y un enfermero ya lo estará esperando.

A los otros tres candidatos “suplentes” se les llamó y se les explicó que ellos eran los pacientes alternos por si los primeros no se encontraban en condiciones de ser operados en ese instante.

Casi dos horas después, empezaron a llegar al hospital uno a uno los seis pacientes, a todos se les hicieron los exámenes preoperatorios. Los tres primeros candidatos, por fortuna, salieron muy bien en sus estudios y pudieron entrar a quirófano, a los otros tres los regresaron a casa a esperar otra oportunidad.

Operación maestra

Son la cinco de la tarde, han pasado nueve horas desde que los doctores determinaron la muerte encefálica de la donadora, ya se tiene todo listo para hacer la extracción de órganos y trasplante.

El coordinador de Donación da la indicación para que ingrese la donante e inicie la cirugía de procuración y de manera simultánea, la cirugía de trasplante de hígado.

Antes de iniciar la cirugía, los médicos guardan un minuto de silencio como agradecimiento a la memoria de la donadora y después proceden a la extracción de los órganos, la cual se hace con una técnica quirúrgica depurada, ya que un órgano que no se extrae adecuadamente puede tener alguna lesión en su anatomía.

Han transcurrido tres horas, ya se extrajeron los órganos, los cuales previo a su extracción se les inyecta una solución especial que permite que las células del órgano se conserven viables para trasplante.

Este líquido debe estar a una temperatura de cuatro grados Celsius para que entre por la arteria, lave los órganos y los limpie de la sangre que tenga en su interior, sino la sangre se coagula dentro de los vasos y cuando se trasplante el órgano no recibirá sangre oxigenada.

“Para hígado y riñones se utilizan aproximadamente diez litros y cada litro tiene un costo aproximado de cuatro mil pesos”, explicó José Luis López Jiménez, coordinador de Donación.

Después de que se inyecta dicha solución, los órganos son delicadamente depositados en una bolsa especial la cual es estéril y con solución de preservación, a su vez es colocada en otra más y finalmente en una tercera con hielo estéril.

Los órganos son depositados en una hielera, pues se debe mantener el órgano a cuatro grados Celsius. Los órganos ya están listos para salir de ese quirófano y llegar a los otros donde los médicos ya están listos para recibirlos.

Una vez terminada la extracción, el hígado es el órgano que demanda mayor cuidado y agilidad, ya que su tiempo de isquemia o tiempo de vida fuera del cuerpo es de ocho horas en promedio, mientras que el del riñón puede ser de hasta 24 horas y el del corazón, el órgano más delicado de todos, es de no más de cinco horas.

Mientras trasladan los órganos a los quirófanos donde serán trasplantados, el cuerpo de la donadora es entregado a sus familiares y los médicos agradecen la generosidad de conceder los órganos de su ser querido para dar una nueva oportunidad de vida a tres personas.

Después de ocho horas, ya se ha concluido el trasplante de hígado, las pruebas de compatibilidad están listas y los trasplantes de ambos riñones darán inicio. Después de 10 horas más de cirugía, cinco horas por cada riñón, los trasplantes han terminado, todo resultó conforme a lo planeado, las tres operaciones han sido un éxito.

Tras la cirugía, los pacientes estarán algunos días más en el hospital para su monitoreo y posteriormente continuarán en constantes revisiones y medicados con inmunosupresores para que el cuerpo no rechace el nuevo órgano.

De acuerdo con estimaciones del doctor Mario Vilatobá Chapa, jefe del Departamento de Trasplantes del INCMNSZ, tan solo el proceso de procuración de órganos tiene un costo aproximado de 50 mil pesos; mientras que el trasplante de un riñón, alrededor de 100 mil pesos y de hígado, cerca de 300 mil pesos.

Si a estos costos se suman las consultas posteriores y los medicamentos que se necesitan, tales como los inmunosupresores, el costo promedio a un año podría alcanzar los 500 mil pesos, ya incluida la procuración de órganos y el trasplante.

La ruta legislativa de la ley

Por todo este arduo proceso que conlleva una procuración de órganos y un trasplante, además del seguimiento, el costo, la infraestructura y el personal médico altamente especializado que se requiere, es que se deben establecer los mecanismos necesarios para que la propuesta de reforma de ley sea exitosa.

Es una realidad que se necesitan más donadores, pero no se considera que sea la manera más adecuada. “Actualmente estamos atendiendo 30 por ciento de la demanda anual al registro de espera. No obstante, este 30 por ciento lo estamos atendiendo con grandes esfuerzos”, destacó José Salvador Aburto Morales, titular del Centro Nacional de Trasplantes.

Explicó que esta reforma debe contemplar a su vez otra que promueva un presupuesto que vaya de la mano con la demanda de un mayor número de donantes para tener la capacidad de respuesta, como ha ocurrido en otros países como España u Holanda, en los que se designa una partida presupuestal para donación y trasplante.

“Con la reforma que se propone solo se está atendiendo la demanda social, es decir, la sociedad demanda más donación y trasplante de órganos, pero es necesario que también se atienda la demanda institucional”.

El problema es cuestión de matemáticas

Respecto a la falta de personal, infraestructura y presupuesto que indican los especialistas para poder atender la demanda de donación y trasplante de órganos, el diputado Octavio Íñiguez Mejía, presidente de la Comisión de Higiene y Salud Pública, señaló que esto es una cuestión de matemáticas, ya que al hacer un trasplante se podrán ahorrar hasta 390 mil pesos por paciente al año.

Por ejemplo, “en un paciente con insuficiencia renal se invierte entre 150 mil a 450 mil pesos al año, con un trasplante este gasto se reduciría a un solo pago de 150 mil, ya que el trasplante tiene un costo aproximado de 60 mil pesos, más 60 mil pesos de los inmunosupresores y otros 30 mil pesos de gastos diversos”.

A pregunta expresa de ¿cómo fortalecerán las instituciones de salud?, reviró que del mismo presupuesto que ya tienen las instituciones porque se ahorrarán mucho dinero y eso lo pueden distribuir en mejorar la infraestructura y contratar a más personal.

“Es muy sencillo, ahorita se está gastando más dinero y no se está teniendo éxito, se están muriendo los pacientes y los órganos se van con los cadáveres. Si te vas a gastar 60 mil pesos al año en lugar de 450 mil pesos, imagínate cuánto se va a reducir el gasto”.

Aseguró que esta propuesta no es una ocurrencia ni responde a cuestiones electorales, ya que él junto con otros siete diputados de diversos grupos parlamentarios tienen varios años trabajando en el tema.

Un principio de oferta y demanda

Para el doctor Mario Vilatobá Chapa, jefe del Departamento de Trasplantes del INCMNSZ, primero se debería de estructurar cómo se respondería ante el incremento exponencial de donadores.

Ya que de lo contrario se podría provocar un efecto muy negativo, “te imaginas que no se tenga la capacidad para responder a todas las donaciones y que los familiares de la persona que falleció se enteren que nadie acudió por los órganos de su ser querido y no se utilizaron. Será terrible y ya nadie querrá donar”, expresó el especialista.

Quizá lo mejor para incrementar el número de donadores es fortalecer las instituciones de salud para que puedan procurar y trasplantar órganos y al mismo tiempo implementar una fuerte campaña a nivel nacional con información clara y precisa que ayude a borrar los mitos y temores que hay al respecto, como el tráfico de órganos o que los dejarán morir si dicen que quieren ser donadores. Además se debe mejorar la atención que se otorga al familiar del potencial donador, sino se genera desconfianza y descontento.

Porque la solidaridad entre los mexicanos existe, se pudo constatar el pasado 19 de septiembre cuando mucha gente salió a las calles a ayudar. Pero en el caso de la donación de órganos se debe de evidenciar que se tiene la capacidad para atender, además de informar y demostrar que se actuará conforme a rigurosos protocolos ya establecidos, tal y como sucede actualmente. ¿Tú estarías dispuesto a donar tus órganos?

Fuente: CONACYT.

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