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El maestro millennial que no es millennial

Manuel Yarto Wong llega a la entrevista, coloca su tableta y teléfono inteligente sobre la mesa. Revisa su cuenta de Facebook, ríe con algún meme y lo muestra. Las primeras palabras que se cruzan con él, abarcan un léxico que incluye los likes, inbox, hashtags, Facebook y Twitter. Habla de stalkers más que de alumnos. Si pensamos que el investigador es un millennial, erramos en la presunción. Manuel Yarto es un profesor de comunicación en la Universidad Regiomontana, nacido en 1960.

“Comencé estudiando medicina, pero mi novia me dijo que no me iba a esperar. Entonces entré a comunicación en la Universidad Regiomontana, porque quería ser escritor. Mi padre, que aún vive, fue periodista gran parte de su vida. Eso nos sirvió de ejemplo, porque de mis cinco hermanos, cuatro estudiamos comunicación (…) Curiosamente, todos hemos trabajado como maestros”.

La pasión por la pedagogía la adquirió por su padre, que después de comer los obligaba a leer un capítulo de la obra maestra de Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Fue eso lo que llevó a todos los hermanos a estudiar posgrados.

“Mis estudios y las enseñanzas de mi padre, me llevaron a hacer una carrera bastante larga en los medios de comunicación. Terminando mi carrera de periodista, me quedaba la espinita de la docencia, a lo que le he dedicado los últimos 15 años”.

Manuel Yarto Wong asegura no haber sido un gran estudiante en la primaria ni en la secundaria, pero parte de su timidez lo llevó a refugiarse en la biblioteca durante los recesos, devorando enciclopedias enteras. Pero en la universidad, su devoción por el estudio lo convirtió en un alumno ejemplar, terminando su formación como uno de los mejores promedios de su generación.

Posterior a la universidad, estudió una maestría en comunicación, así como un doctorado en comunicación y estudios culturales, en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.

“Mi paso del periodismo a la educación se da porque en los medios yo tenía algo similar, que es el hecho de formar periodistas, además de personas”.

Combatiendo el analfabetismo digital

Si bien Manuel Yarto suele interactuar con sus alumnos en Facebook, dar retroalimentación y, en ocasiones, hasta tirar uno que otro chascarrillo, es un firme creyente de que los jóvenes, en su mayoría, no saben utilizar eficazmente las nuevas tecnologías.

“La importancia de enseñar el uso de las tecnologías es por el concepto de analfabetismo digital. Es como saber leer un libro, pero no hacerlo. En este caso, utilizan un celular pero no lo saben usar bien. Por eso hay que enseñarlos, y es parte de mi currículo oculto, que hagan uso moral de ella”.

El uso moral de la tecnología, como sugiere el término, consiste en hacer buena utilización de ella. Sin embargo, es complicado para las generaciones jóvenes por una falta de guía por parte de sus referencias mayores.

“Se les dificulta porque viven en una generación donde sus padres no sabían usar la tecnología. Así que hoy no saben a ciencia cierta las redes a las que se conectan. Por ello, creo yo, es deber de las universidades enseñarlo”.

La identificación de que debía estar actualizado en cuanto a las nuevas tecnologías se da porque, en su tiempo de periodista, estuvo muy cercano a las primicias digitales, puesto que los medios de comunicación requerían disponibilidad completa.

Uso de la tecnología en migrantes latinos en Estados Unidos

Combinando su experiencia con José Juan Olvera Gudiño, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS Noreste), realizó una investigación sobre el uso de nuevas tecnologías entre los migrantes cuando llegan a Estados Unidos.

“Otra investigadora realizó previamente una investigación similar, pero entre las personas de comunidades rurales que llegan a una ciudad como Monterrey. Ella observó que lo primero que hacen es adquirir un celular, y le invierten sin importar cuánto, debido a que es la única oportunidad de seguir conectados con sus familias”.

Semejante estudio hizo que un grupo de investigadores, incluido Manuel Yarto, se abocara a analizar el uso del celular entre los migrantes latinos, principalmente mexicanos, al cruzar la frontera.

“Descubrimos que tenían más habilidades de uso de las que se pensaba con el celular. Esto representaba su única conexión con sus cercanos, y pronto lo refuncionalizaban, o sea, encontraban nuevas utilidades, por ejemplo, para buscar dónde comer, un doctor, cosas no necesariamente telefónicas”.

Aunque la primera función era la llamada telefónica, la necesidad los orillaba a construir nuevas funcionalidades para el celular, situación no propia de los migrantes, puesto que hoy en día se aprecian usos diferentes según la edad, el género, el trabajo.

“Otro de los hallazgos fue la construcción de usos comunitarios, donde el aprendizaje se facilitaba por la ayuda mutua que se otorgaban. Esto se refleja en dónde poner saldo, las ofertas existentes, hasta para pasarse las oportunidades laborales”.

Los memes, una nueva forma de comunicar

“Los memes son una estrategia pedagógica de la más efectiva. Actualmente los utilizo mucho como instrumento de educación política en mis redes. Generan diálogo y discusión, porque primero se ríen, pero luego ya los hace pensar. Y es que han sido utilizados desde hace mucho como estrategia pedagógica, porque ahora los pensamos como el uso que se les da en las redes, pero siempre se han usado. ¿Qué son las fábulas? Son chistes”.

El catedrático atribuye el éxito de las hilarantes imágenes a la escasez de texto, ya que muchos de los jóvenes que utilizan las redes rehúyen a las extensas lecturas.

“La efectividad de los memes es comparable con la efectividad de los cuentos en antaño. Hay que observar cómo los cuentos que los abuelitos escuchaban, se vuelven a repetir, generación tras generación. Esa narrativa, la del cuento, sigue siendo efectiva”.

Manuel Yarto Wong asegura que los memes pueden servir como un gancho para que las nuevas generaciones se interesen en temáticas que anteriormente les eran ajenas.

“Los jóvenes prefieren diez letras y una imagen, que una página de un libro. Pero al ver un meme, dependiendo del tema, pueden llegar a indagar aún más sobre la materia”.

Fuente: CONACYT.

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