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Talento politécnico alcanza el oro en robótica

Con cinco medallas de oro, uno de plata y dos más de bronce regresaron de Ecuador los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) que participaron en la más reciente edición de Robot Games Zero Latitud.

En la justa internacional, que celebró su quinta edición, los estudiantes de la carrera de ingeniería en mecatrónica de la Unidad Profesional Interdisciplinaria en Ingeniería y Tecnologías Avanzadas (UPIITA) participaron en un total de siete categorías y conquistaron el primer lugar en combate de tres y doce libras, minisumo RC, minisumo autónomo y nanosumo.

Entretanto, la presea de plata y una de bronce la obtuvieron en la categoría de minisumo, mientras que las dos de bronce restante fueron en las categorías de combate de tres libras y en la categoría de seguidor de línea. Las preseas de primer lugar les valieron a los jóvenes politécnicos certificaciones que les permitirán participar en las competencias internacionales más importantes de la especialidad.

La Agencia Informativa Conacyt entrevistó a algunos de los jóvenes ganadores, quienes contaron cómo fue su experiencia en la competencia y el camino que han recorrido para obtener los resultados logrados durante el torneo. “Algunos de los miembros de la Asociación de Robótica hemos trabajado durante cinco años en el desarrollo de nuestros robots y a esa constancia en el trabajo debemos los buenos resultados de esta ocasión”, explicó Orlando Herrera Ramos, estudiante de décimo semestre.

A su vez, Aldo Renato Bucio Ruiz, también de décimo semestre, dijo que ese camino recorrido, así como la experiencia obtenida en muchas competencias a las que han acudido —y han perdido—, les permitió mejorar desde la mecánica de sus robots hasta los algoritmos con que operan y que compartir el conocimiento con otras generaciones de jóvenes que se van sumando a la asociación les ayuda a que el camino hacia nuevos prototipos de gran eficiencia sea más corto.

“Cuando nosotros —Orlando y yo— comenzamos a construir robots, no tuvimos mucha ayuda, prácticamente comenzamos desde cero, fue una etapa donde se trabajaba la manufactura a mano, donde se compraban algunas tarjetas que eran sumamente caras, pero ahora contamos con la capacidad para fabricar nuestras propias piezas, para programar o modificar algoritmos y esas capacidades y conocimiento generado es la base de la que parten los nuevos integrantes de la asociación”.

Al respecto, Jesús Alberto Sandoval Acevedo, estudiante de segundo semestre, cuyo prototipo suma apenas 12 meses de trabajo y ya obtuvo un primer lugar, dijo que a su robot le tomó menos tiempo obtener un resultado importante gracias al apoyo de sus compañeros, quienes le han transmitido su experiencia, le han compartido algunos de sus algoritmos y en general le han dado consejos para construir un mejor robot.

Adolfo González Sánchez, estudiante de quinto semestre, comentó que un factor que ha hecho del equipo de robótica del IPN un referente en justas internacionales es que los nuevos miembros que se van sumando no se limitan a utilizar el conocimiento de sus compañeros más experimentados, sino que proponen sus propias soluciones y mejoras constantes al trabajo previo.

Las áreas de oportunidad

Tras la competencia y luego de evaluar la tecnología de los competidores de otros países, los jóvenes politécnicos consideran que deben mejorar algunos de los algoritmos que utilizan para operar sus robots y es en ello en lo que trabajarán principalmente de cara a futuras competencias.

“Siempre hemos tenido ese problema, comenzamos trabajando con algunas tarjetas que ya se obtenían programadas y listas para operarse; no obstante, se trata de tecnología muy cara y eso nos obligó a desarrollar nuestras propias tarjetas, hemos trabajado algunas, incluso una de ellas ya compitió en Robot Games Zero Latitud —categoría de una libra— y nos sirvió de experiencia para saber qué debemos reprogramar y qué piezas debemos sustituir”, dijo Orlando Herrera.

“Creo que el gran beneficio de este tipo de actividades extracurriculares no solo radica en la oportunidad de aplicar el conocimiento obtenido en las aulas, sino que nos permite también dejar de ser consumidores tecnológicos para convertirnos en desarrolladores. Este tipo de concursos nos obliga a desarrollar nuestra propia tecnología”, concluyó Aldo Bucio.

Fuente: CONACYT.

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