BITÁCORA

Juan Carlos Díaz, virtuoso bailarín y talentoso astrofísico

Con rapidez, Juan Carlos Díaz Vélez realiza saltos que aprendió en sus clases de ballet; en el polo sur del planeta, este tapatío aplicó los conocimientos aprendidos en su pasado: el ballet, la programación y la física. Estas disciplinas son las que ahora ocupan su mente y lo han llevado a desarrollar nuevas formas de observar cuerpos celestes lejanos.

Juan Carlos Díaz Vélez es un astrofísico tapatío, egresado del doctorado en ciencias físico matemáticas del Centro Universitario de los Valles (CUValles) de la Universidad de Guadalajara (UdeG), y trabaja con los observatorios de rayos gamma HAWC y de neutrinos IceCube; en este último se encarga de las simulaciones y del procesamiento de los datos obtenidos, lo que ayuda a sus investigaciones sobre el comportamiento de los rayos cósmicos.

Este joven tapatío relata que desde su niñez en Guadalajara la ciencia y el arte fueron dos factores muy presentes en su vida. Hijo de un músico con dotes de ingeniero, y una madre maestra de ballet, Juan Carlos Díaz se empezó a involucrar en la danza, algo que todavía le apasiona y que aunque ya no es una actividad principal, sí fue una parte importante en su vida.

“Una vez mi mamá nos invitó a mi hermano y a mí a ser actores de una obra, El cascanueces, donde solamente íbamos a estar en el escenario, pero desde ahí nos nació el gusto por el ballet y por estar en el escenario. Como profesional estuve bailando con distintos grupos, como el desaparecido Ballet de Guadalajara o el Ballet de Cámara de Jalisco”, recuerda Juan Carlos.

Entre piruetas, coreografías, ejercicios y danza, Juan Carlos Díaz se presentó como bailarín en distintas ciudades de México y Estados Unidos, incluso recibió becas para estudiar ballet en academias estadounidenses; no obstante, sin dejar esta pasión de lado, el tapatío empezó a explotar otro de sus gustos: la física, lo que sería un paso más en su crecimiento como profesional.

De la danza a la física

Juan Carlos Díaz asegura que la física también le apasiona desde temprana edad, y su gusto por la astronomía lo atribuye a la influencia de su padre, quien además de músico también reparaba aparatos electrónicos de música; el astrofísico tapatío recuerda que fue su papá quien le enseñó nociones básicas de ciencia y sobre el funcionamiento de circuitos electrónicos.

“Cuando niño me la pasaba jugando en su taller los domingos temprano, a veces me la pasaba soldando, otras veces desatornillando y haciendo mucho ruido a las siete de la mañana. Recuerdo que también con mi papá veía la serie Cosmos de Carl Sagan, eso era de mis cosas favoritas”.

Aunque Juan Carlos Díaz afirma que el ballet fue parte importante en su adolescencia, la física también fue una ciencia que lo acompañó sutilmente hasta que pudo estudiarla a fondo en su licenciatura, que cursó en la Universidad Estatal de Boise, en Idaho, Estados Unidos, donde alimentó su curiosidad por los agujeros negros y la astrofísica.

En esa institución se especializó en la teoría de materia condensada, donde recibió tutela del profesor Charles B. Hanna, quien fue alumno del premio nobel de Física de 1998, Robert B. Laughlin. Juan Carlos Díaz Vélez asegura que durante esta etapa fue cuando empezó a adquirir habilidades en la programación, que luego buscó explotar en la maestría en ciencias de cómputo.

Aportes a la astronomía mundial

Luego de concluir sus estudios de posgrado, Juan Carlos Díaz fue contratado por la Universidad de Wisconsin-Madison, donde empezó a dar sus primeros pasos en el observatorio de neutrinos IceCube; su labor era desarrollar simulaciones numéricas con base en la información y datos obtenidos por el observatorio.

Como parte de su trabajo, Juan Carlos Díaz tuvo la oportunidad de viajar a la Antártida, donde colaboró en las últimas fases del detector de neutrinos de IceCube. Posteriormente, el tapatío buscó la opción de obtener un grado académico en una institución jalisciense, por lo que cursó el doctorado en ciencias físico matemáticas en el CUValles de la UdeG.

En esta etapa académica, el astrofísico impulsó la relación entre el observatorio de Rayos Gamma HAWC —a través del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías de la UdeG— y el observatorio de Neutrinos IceCube. El objetivo era vincular el conocimiento de ambas instituciones para desarrollar en conjunto un estudio de rayos cósmicos.

A la par de su proyecto de tesis doctoral, este tapatío emprendió otras investigaciones, en las que fueron detectadas fuentes de astropartículas denominadas neutrinos, que pueden aportar información para conocer un atisbo de la posición de las galaxias que emitan este tipo de fuentes de energía.

El trabajo de Juan Carlos fue publicado en la revista Science, donde a través del artículo científico se plasma la colaboración de este tapatío, egresado del CUValles de la UdeG, en la astronomía a nivel mundial.

Ballet y neutrinos

La danza y la ciencia han sido una constante en la vida de Juan Carlos Vélez. El tapatío asegura que las habilidades técnicas y artísticas que desarrolló fueron impulsadas por sus padres y se complementan en su día a día; también compara ambas en la forma en que se ejecutan y cómo tienen rasgos en común para aplicarse.

El ballet ya no es la prioridad profesional de Juan Carlos Díaz; sin embargo, aún practica danza contemporánea en Wisconsin para no abandonar por completo esta pasión; en ese estado de Estados Unidos sigue colaborando con el observatorio de neutrinos IceCube y también busca fortalecer la relación entre esa institución y la Universidad de Guadalajara.

Juan Carlos Díaz recuerda que dentro de IceCube también ha dado muestra de su talento en la danza, donde junto con otros compañeros mexicanos han realizado demostraciones de la danza que caracteriza a la cultura mexicana, como el Jarabe tapatío.

Este jalisciense, quien busca ingresar al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), comparte que aunque no vive en su ciudad natal, seguirá en contacto con CUValles para formar un grupo de astrofísica y así impulsar que estudiantes realicen investigaciones en colaboración con IceCube.

Con añoranza y lejos de casa, Juan Carlos Vélez recuerda los días lluviosos que pasaba cuando niño y cómo esperaba a que aparecieran los charcos para jugar con barcos de papel; también rememora los paseos por las avenidas y plazas de la capital, la Navidad en familia y el famoso olor a tierra mojada que se da en Guadalajara.

Fuente: CONACYT.

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