BITÁCORA

LG anuncia para fin de año una mascarilla electrónica

La IFA 2020 ha sido muy diferente a la de cualquier otro año. No he echado de menos para nada los larguísimos y enmarañados pasillos que conectan los pabellones, pero en ese deambular entre cita y cita a veces te encontrabas con cosas graciosas, curiosas, interesantes…

Aunque en ocasiones esas mismas cosas estaban expuestas en el estand de uno de los grandes. Hace un par de años ocurrió con LG. Llevó a la feria alguno de sus exoesqueletos. Es verdad que estaban como de muestra. No se podían tocar ni había un responsable que mostrara cómo funcionaban. Pero fue, al menos para mí, una de esas propuestas curiosas e interesantes.

La misma compañía anunció poco antes de que comenzara la feria otro producto que, en una IFA normal habría atraído a la prensa de medio mundo y garantizado colas para verlo, probarlo (si se podía) y, por supuesto, fotografiarlo. Ese producto fueron las mascarillas electrónicas de LG, las PuriCare.

El nombre completo es PuriCare Wearable Air Purifier y es, como su nombre indica, un purificador de aire personal y portátil. Es una especie de respirador de película futurista, como una mascarilla rígida que cubre casi herméticamente la nariz y la boca del usuario. El aire circula ayudado por ventiladores a través de unas rejillas y unos filtros HEPA de nivel 13. Este tipo de filtros HEPA, desarrollados en los años 40 en torno al Proyecto Manhattan, están diseñados para atrapar micropartículas en suspensión. En concreto, son capaces de retener hasta el 99,95% de partículas mayores de 0,3 micras, incluyendo bacterias y virus.

Nadie se atreve a hablar de eficacia frente al coronavirus, pero, en teoría, la PuriCare sí sería una protección bidireccional porque tanto el aire que entra como el que sale atraviesa los filtros HEPA. Pero ¿qué sucede con las partículas atrapadas en esos filtros? ¿Cuál es la vida de una basteria o un virus retenido en esa malla de fibras? Desde la central de LG en Corea del Sur respondieron muy lacónicamente “the filters are replaceable” (los filtros son reemplazables). También pregunté por la existencia de algún estudio que avalara sus resultados como purificador personal de aire frente a la crisis de la Covid-19. La respuesta tampoco fue muy útil: “We’re waiting until further testing is complete before we’re able to share full details” (estamos esperando hasta que se completen más pruebas antes de poder compartir todos los detalles).

Lo que sí han previsto es un estuche de carga equipado con luz LED ultravioleta que “elimina los gérmenes dañinos”. El mismo estuche se encarga de enviar una notificación al móvil del usuario cuando tenga que reemplazar los filtros.

El equipo funciona con una batería de 820 miliamperios que le permite una autonomía máxima de ocho horas en función del trabajo de los ventiladores, ya que estos se acompasan a la necesidad respiratoria del usuario. No respiramos al mismo ritmo si caminamos despacio o estamos sentados leyendo un libro que si corremos o llevamos una carga.

A las muchas dudas que surgen alrededor de PuriCare se suma el peso. No lo han comunicado, pero sabemos que lleva batería, está fabricado con elementos plásticos, en el interior al menos cuenta con un motor para los ventiladores, además de los propios ventiladores y un chip de comunicación bluetooth, más un controlador de carga de la batería. Eso tiene que pesar y hay que llevarlo apoyado en la nariz y enganchado a las orejas. Dicen que han realizado un exhaustivo análisis de la forma de la cara y que se ajusta perfectamente y se puede llevar sin problemas durante horas.

Por la fotografía, me temo que los que usamos gafas lo vamos a tener un poco complicado.

Además de esos futuros estudios para comprobar la eficacia y probar si se puede llevar confortablemente durante horas, queda en el aire el precio y cuándo estará disponible. De momento, han adelantado que estará disponible “a partir del cuarto trimestre del año en algunos países”.

Propuestas más cercanas

Sin llegar a estas mascarillas electrónicas, tanto el Instituto de Medicina Molecular João Lobo Antunes de Lisboa, como el CSIC español han desarrollado técnicas para fabricar mascarillas en colaboración con firmas comerciales. El resultado han sido las Mo y las CSIC Bioinicia.

Las portuguesas se anunciaron como las primeras mascarillas faciales textiles testadas contra el nuevo coronavirus. De color negro o blanco, están compuestas por cuatro capas: una capa exterior repelente al agua, protección antimicrobiana, filtro de elevada retención de partículas y tejito técnico para controlar la humedad.

Esgrimen tres ventajas frente al resto. Por un lado, son repelentes al agua. Por otro, cuenta con una protección frente a virus y bacterias que ha sido testada incluso ante la Covid-19. Y, para terminar, resisten hasta 50 lavados sin perder la retención anti bacterias por debajo del 90,2%.

Cuenta con, al menos, cuatro certificaciones. En Portugal, el CITEVE ha testado su capacidad de tetención del 95% de partículas y la respirabilidad hasta 10 lavados; en Francia, el grupo DGE la certifica con una retención superior al 95% de partículas y respirabilidad tras 50 lavados; Equilibrium, en España, la ha probado hasta el 90,2% de retención con el mismo número de lavados y también tiene la certificación de Oeko-Tex de que no contiene productos químicos añadidos durante su fabricación.

En definitiva, firman que es sana, eficaz (también contra el SARS-CoV-2), lavable, permite la respiración y aguanta 50 lavados. Se puede añadir (lo he comprobado en cara propia) que tiene un gran ajuste.

Pese a toda esta carga de certificaciones, y el propio precio (cuesta 10 euros), no es equivalente a una mascarilla FFP2, es decir, no está diseñada para proteger en las dos direcciones. Sería equivalente a una higiénica. En España, las distribuyen en Eroski, aunque, en cuanto llega un pedido, desaparecen y en la propia web las negras aparecen como agotadas.

La gran aportación del CSIC

Justo un mes después del anuncio de la portuguesa Mo, llegó el primer medio millón de mascarillas del CSIC fabricadas por Bioinicia. No tienen nombre, pero el respaldo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y el “Fabricado en España” esta vez está teniendo un efecto positivo. Parece que los fiascos en las primeras importaciones de EPIs de China han dejado huella.

En este caso, son mascarillas del tipo FFP2, pero hay una diferencia fundamental. En lugar de confiar el filtrado al tradicional polipropileno (el filtro de las Mo es también de este material) del que China prácticamente se quedó como único fabricante, las del CSIC utilizan uno de nanofibras, material en el que llevan trabajando varios años.

El polipropileno realiza su acción de filtrado por electrostática, mientras que las microfibras tienen un efecto de retención mecánico. Por ese motivo mantienen su eficacia durante más tiempo incluso si están húmedas.

Al ser FFP2, su usuario preferente son los sanitarios, fuerzas de seguridad… pero aunque alguien quiera comprarlas en la web se encontrará con un aviso “Producto NO disponible”. El precio que marca es de 29,90 euros para la caja de 10 unidades.

En estos momentos, la capacidad de producción es limitada. Según el propio CSIC, 800.000 unidades mensuales, pero esperan un aumento geométrico de la fabricación a partir de octubre con 11 millones de mascarillas semanales.

A la mayor durabilidad y capacidad de retención, añaden ya la ventaja de que pueden ser esterilizadas con una solución de alcohol y en breve, añadirán un efecto antimicrobiano y serán biodegradables, uno de los efectos adversos del uso de las mascarillas.

Fuente: Agencia ID.

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