Cientos de personas tienen ya su boleto para realizar un espectacular viaje de unos minutos o unos días sin gravedad en el espacio y se preparan para embarcar en una de las varias misiones privadas a punto de iniciarse.
Sesenta años después de que un hombre cruzara esta última frontera por primera vez, se aproxima la llegada del turismo espacial, en principio para ricos y afortunados.
Dos empresas, Virgin Galactic y Blue Origin, desarrollan actualmente naves capaces de enviar pasajeros durante unos minutos al otro lado de la frontera del espacio, para un vuelo suborbital.
“La persona de mayor edad que entrené tenía 88 años”, dijo Glenn King, director del programa de capacitación espacial en Nastar Center, una empresa privada asociada con los principales actores del sector.
Unas 400 personas, muchos de ellos “hombres o mujeres de negocios”, futuros pasajeros de Virgin Galactic, ya se capacitaron en las instalaciones de Pensilvania, Estados Unidos.
El programa de formación dura sólo dos días: una mañana de lecciones teóricas, luego varias simulaciones en una centrífuga humana. Un brazo de casi ocho metros de largo que gira rápidamente reproduce la fuerza G de la nave en la que viajará el cliente. Un equipo médico está en el lugar.
Antes, para la NASA, la formación podía durar “dos años”, pero dada “la cantidad de personas que quieren ir al espacio (…), debemos reducirla a unos días”.
Esto es posible debido a que “son solo pasajeros“, sin mucho que hacer más que “relajarse” y “contemplar la vista”.
La tasa de éxito del programa, que según las necesidades cuesta entre 4 mil y 10 mil dólares y sobre todo busca tranquilizar a los clientes mostrando que pueden soportar la aceleración, es de “99.9%”, dice King.
La mayor barrera para que el amplio público pueda viajar al espacio es el precio.
Unas 600 personas ya tienen el pasaje de Virgin Galactic, la compañía fundada por el multimillonario británico Richard Branson, a un costo de entre 200 mil y 250 mil dólares. Miles de candidatos están en lista de espera.
El inicio de las operaciones está programado para “principios de 2022” y la compañía planea unos 400 vuelos por año. Blue Origin aún no comunicó precio ni calendario.
Dinero aparte, la duda es si existen limitaciones en materia de salud. Pero King afirma que “no es necesario estar en perfecto estado de salud para poder ir al espacio” y agrega que se entrenó a personas con prótesis, diabetes o implantes óseos.
La agencia estadounidense de la aviación (FAA) recomendó en 2006 que los futuros pasajeros de vuelos suborbitales comerciales completen “un cuestionario simple” sobre su historial médico y de salud mental.
Para vuelos orbitales privados, que van más lejos y por más tiempo, el cuestionario es más detallado y va acompañado de análisis de sangre, radiografías, análisis de orina y otras pruebas.
Este tipo de viajes, que cuestan millones, son planificados por SpaceX, compañía fundada por el multimillonario Elon Musk, que tiene nada menos que cuatro previstos a partir de este año.
En septiembre, “Inspiration4” será la primera misión en el mundo en enviar civiles al espacio, sin astronautas profesionales. El multimillonario estadounidense Jared Isaacman fletó un cohete Falcon 9 de SpaceX por su cuenta y llevará consigo a tres pasajeros durante tres días.
En enero de 2022, la compañía Axiom Space planea enviar a un exastronauta y tres novatos a la Estación Espacial Internacional (ISS), en tanto tiene el objetivo de viajar al laboratorio orbital cada seis meses, según dijo.
Siete turistas ya visitaron la ISS entre 2001 y 2009. La empresa Space Adventures les sirvió de intermediaria, firma que llegó a un acuerdo con SpaceX para enviar cuatro clientes a orbitar alrededor de la Tierra durante varios días, posiblemente en 2022.
El multimillonario japonés Yusaku Maezawa reservó un vuelo de otro cohete de SpaceX en desarrollo para dar la vuelta a la Luna, teóricamente en 2023, viaje para el que está en marcha un proceso de selección de ocho afortunados pasajeros.
Pese a todo, es difícil predecir cuándo se popularizará el turismo espacial. Según el experto de la industria Robert Goehlich, de la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle, “un nuevo inversor podría acelerar el cronograma”, o un accidente, por el contrario, retrasarlo.
Además, hay que combinar tres factores: seguridad, rentabilidad y respeto por el medio ambiente, que “tendrá un papel preponderante” en los próximos años, pronostica.
Fuente: Agencia ID.
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