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Luz natural ¡dentro de los edificios!

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Las oficinas y los espacios cerrados en edificios y estructuras grandes, e incluso pequeñas, experimentan problemas de iluminación: o disponen de luz natural solo durante pocas horas del día, o usan demasiadas lámparas para iluminar los interiores, gastando mucha energía. A veces esos espacios están mal iluminados y trabajar ahí no es muy agradable, pero la ingeniería moderna presenta una solución novedosa y limpia: lentes inteligentes.

oficina luz

El proyecto del que te contaremos hoy fue creado por Anton Harfmann, profesor de Arquitectura y Diseño Interior, y Jason Heikenfeld, profesor de Ingeniería Eléctrica. Ambos concibieron una manera de llevar luz natural a espacios interiores llamado SmartLight, que no usa energía eléctrica e incluso permite usar el exceso de luz para generar electricidad, gracias a un fluido cargado eléctricamente similar a los pixeles en una televisión LCD.

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La idea es que la luz entre por medio de una ventana y llegue a las celdas electrofluidas (EF). Así, se pueden mover para iluminar una habitación de manera general o enfocarse en lugares más específicos y también hacia otras habitaciones que también tengan instaladas las celdas, y toda la que no se use llegaría a una habitación en donde se aprovecharía para generar electricidad.

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La luz sería tan fácil de controlar como desde una aplicación en un smartphone.

gotas luz 03

Celdas electrofluidas

Una celda electrofluida contiene una gota milimétrica de fluido transparente con carga negativa. El aplicar voltaje cambia la forma de la gota para convertirse en un lente que puede enfocar la luz en cualquier dirección. La electricidad se obtiene de pequeñas celdas fotovoltáicas tan pequeñas que solamente absorben el 10% de la luz.

¿Y el exceso de luz?

Hasta que no encontremos la forma de almacenar fotones en un contenedor para usarlos después, la propuesta de Harfmann y Heikenfeld es la de dirigir el exceso de luz a un lugar común para concentrarla e invertirla en las celdas fotovoltaicas. La electricidad resultante podría usarse en ese mismo edificio o incluso guardarse en baterías y el calor resultante, para calentar agua o habitaciones.

Los investigadores calculan que en unos 2 años podrán desarrollar un prototipo funcional y lo mejor es que si encuentran inversionistas podríamos ver esta tecnología comercializarse en unos tres años.

Link: Universidad de Cincinnati.

Por Claudia Ocampo.

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