Instantáneas de los maestros rurales

La Revolución hecha gobierno se interesó por la redención del pueblo a través de la educación. Aunque los proyectos cambiaron de presidente en presidente, el interés fue permanente, pues se consideró que la educación lo mismo podía transformar la sociedad que construir ciudadanos, un sentimiento nacional y modernizar al país. En muchas ocasiones, los afanes civilizatorios del Estado posrevolucionario chocaron con los usos y costumbres del pueblo mexicano. Uno de estos casos fue a causa del artículo 3° constitucional y la implantación de la educación socialista a partir de 1934.

Los maestros rurales eran los encargados de poner en práctica los ideales revolucionarios en situaciones de suma adversidad. La gran mayoría de los maestros eran jóvenes, adolescentes apenas mayores a los 15 años, con educación primaria y capacitados por los gobiernos de los estados. Viajaron grandes distancias, a menudo trabajaron en rancherías, con pizarrón y tiza; en aulas improvisadas, al aire libre. Aunque la gran mayoría eran varones, las maestras rurales también alcanzaron un número importante.

La función del maestro iba más allá de la simple docencia. El Estado señaló que además de enseñar las primeras letras, también debían considerarse como un consejero social, capaz de proponer soluciones a cuestiones políticas y sociales. Por ello recibieron instrucción sobre producción agrícola y trataron de convencer a los campesinos de abandonar sus métodos tradicionales, considerados improductivos. Representantes del Estado,  los maestro srurales eran símbolo de modernidad, en las comunidades eran respetados, procurados y hasta amados por los niños y sus padres.

Los maestros a menudo construyeron la escuela en que darían clase. Al presentarse a las autoridades del pueblo, a menudo tenían problemas, de allí sus continuos traslados de pueblo en pueblo.  En otros sitios, la situación fue más complicada. En la región del Bajío, por ejemplo, era común que las escuelas fueran balaceadas o apedreadas, en algunos casos de extrema saña, los fanáticos católicos desorejaron a los maestros y se propasaron con las maestras.

La cruzada de la educación socialista fue un intento por homogeneizar a una población dispersa, sumida en las tradiciones milenarias, en el costumbrismo y en la indiferencia. De nueva cuenta, los ideales de la clase gobernante chocaron con una realidad bastante compleja, los maestros rurales fueron los encargados de adecuarla a ella. Tal vez la más noble de las profesiones, infantes pobres y olvidados hasta por sus propios padres recibieron atención, cuidados y cariño del maestro rural. Éste les enseñó a leer y escribir, pero también los sensibilizó hacia la naturaleza, les descubrió su entorno, así como la solidaridad y el valor de la ayuda mutua, además de darles la oportunidad de nutrir una infancia que en muchos casos estaba llena de ausencias y precariedades.

Por WikiMéxico.