La órbita de los satélites mexicanos

Durante la guerra fría la confrontación entre las potencias mundiales lideradas por Estados Unidos y la Unión Soviética, antagonistas con modelos de desarrollo opuestos, emprendieron la llamada “carrera espacial”, que consistió en una competencia abierta por demostrarle al mundo su avance tecnológico y capacidad de dominar el espacio. Los satélites artificiales fueron parte de la estrategia, y además de que cada nación concentró grandes esfuerzos en desarrollar cohetes espaciales, también se emprendieron programas para construir y poner en órbita satélites artificiales. En la década de 1950 estos intentos cristalizaron con el lanzamiento del Explorer I, satélite estadounidense y el soviético Sputnik. La era espacial estaba entrando en su etapa de apogeo.

En el caso de México, una década después el primer satélite que orbitó en el espacio a su servicio fue el ATS-3, que era propiedad de la NASA y se encargó de transmitir a todo el mundo las Olimpiadas de 1968. Este aparato fue rentado por el Estado mexicano con el objetivo de difundir la gesta deportiva y dos años después se abrió el servicio satelital para fines domésticos en nuestro país. Con ello, México entró de lleno a la era espacial, aunque pasarían todavía doce años para que el gobierno mexicano tuviera un sistema propio.

En 1982 el gobierno mexicano adquirió un paquete de satélites que se pusieron en órbita tres años después: el Morelos I y el Morelos II, además de construir un centro de operaciones en la delegación Iztapalapa de la ciudad de México. En 1991 se adquirieron otros aparatos que constituyeron el sistema Solidaridad, los cuales fueron puestos en órbita en 1993 y 1994.

El organismo estatal que controlaba los satélites mexicanos era Telecomm, pero en 1997 esta industria se reformó y entraron concesionarios privados que invirtieron en el área; así se constituyó Satélites Mexicanos (SATMEX), que un año después puso en órbita el Satmex 5, y se encargó de la administración de los satélites Morelos y Solidaridad además de los centros de operación ubicados en Hermosillo y en Iztapalapa.

Además de que los satélites mexicanos operan para fines de transmisión de datos y de telecomunicaciones, también se desarrolló un programa satelital dedicado a la investigación a cargo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con el Programa Universitario de Investigación y Desarrollo Espacial (PUIDE). Este programa desarrolló un satélite con tecnología nacional que se denominó UNAMSAT-1, el cual fue concluido en 1993 en Ciudad Universitaria y se intentó poner en órbita en 1995 desde una base rusa. Sin embargo este intento falló por lo que se emprendió un segundo proyecto, el UNAMSAT-B que fue lanzado al espacio exitosamente en 1995 aunque dos años después tuvo problemas con el suministro de energía y se dio por perdido. Aunque se anunció el lanzamiento de un tercer satélite, el UNAMSAT-III, el proyecto no se ha consolidado.

El último y exitoso proyecto mexicano de puesta en órbita de un satélite ocurrió en diciembre del 2012, con el lanzamiento del Mexsat 3 o Satélite Bicentenario, que se lanzó desde Kourou, Guyana Francesa, en punto de las 15:48 horas.

El panorama satelital se ha ido modificando, y a principios del 2014 la empresa francesa Eulsat adquirió las acciones de SATMEX por 831 millones de dólares. Además, con la reforma en telecomunicaciones que busca incentivar la competencia en el área se ha mostrado gran interés de diversas empresas para invertir este rubro. La industria satelital enfocada a las telecomunicaciones está en crecimiento, y se han difundido proyectos de adquisición y puesta en órbita de nuevos satélites artificiales que desde el 2015 estarán al servicio de las empresas privadas de nuestro país.

Por WikiMéxico.