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¿Por qué hay retraso en el diagnóstico de cáncer de mama?

Una de las estrategias mundiales para abatir la mortalidad por cáncer de mama —la primera causa de muerte por cáncer en mujeres de todo el mundo— es la detección temprana de los primeros signos y síntomas de la enfermedad.

En México, menos de 10 por ciento de los pacientes se diagnostica en las etapas más tempranas de la enfermedad, mientras que 47 por ciento es en etapas avanzadas, cuando el cáncer se ha extendido de forma local o se ha diseminado a otras partes del cuerpo.

¿Cuáles son los factores que dificultan un diagnóstico temprano? En el Instituto Nacional de Cancerología (Incan), la doctora en ciencias de la salud Karla Unger Saldaña investiga los problemas de acceso a los servicios de salud que enfrentan las mujeres con cáncer de mama, los factores asociados al diagnóstico tardío y tratamiento de esta patología.

De acuerdo con la investigadora, adscrita al programa Cátedras del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), la literatura científica internacional considera retraso en el diagnóstico de cáncer de mama a un lapso mayor a tres meses entre el descubrimiento de los síntomas por parte de la paciente y el comienzo del tratamiento. Sin embargo, en promedio, el intervalo de tiempo en pacientes mexicanas es de siete meses. Solo 10 por ciento recibe tratamiento antes de tres meses (sin retraso), y en muchos casos transcurre más de un año.

El dato deriva de una investigación realizada por Karla Unger Saldaña, en donde entrevistó a más de 800 mujeres que recibieron atención en cuatro hospitales públicos de la Ciudad de México: el Instituto Nacional de Cancerología, el Hospital General de México (HGM), el Hospital de Oncología del Centro Médico Nacional Siglo XXI del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Hospital de Ginecología y Obstetricia número cuatro del IMSS.

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Karla Unger resaltó que el retraso en el diagnóstico del cáncer de mama es un fenómeno complejo y multidimensional en el que intervienen la demora en la búsqueda de atención, el retraso del sistema de salud y el contexto sociocultural de las pacientes.

Las investigaciones de la doctora revelan que 50 por ciento de las pacientes tarda en promedio 10 días en acudir al médico una vez que identifica anomalías en el seno.

A partir de la identificación de los síntomas, la paciente desarrolla un diálogo interno para intentar entender cuáles podrían ser las causas del malestar. La interpretación de la paciente ante los síntomas influye en la búsqueda de atención.

“El miedo puede tener dos efectos, las paraliza y evita que busquen atención, o bien acelera la búsqueda de atención. También puede presentarse la negación, ignoran los síntomas y hacen como que no tienen nada”, comparte.

Aunque parte de la responsabilidad recae en la paciente, Karla Unger reconoce la existencia de problemas en el sistema de salud que dificultan el diagnóstico temprano: “Cuando comencé con esta línea de investigación, yo pensaba que las pacientes eran las que se tardaban en buscar atención una vez que identificaban el problema, y que había que educarlas. Cuando vi los datos de la investigación, mi comprensión del fenómeno ha ido cambiando, porque las causas de un diagnóstico tardío son multidimensionales”.

El 65 por ciento de las pacientes tarda más de tres meses en recibir un diagnóstico clínico después de consultar por vez primera a un médico. En este periodo, las pacientes utilizan hasta tres servicios de salud.

“Las pacientes mexicanas tienen desconfianza de los servicios de salud, en promedio, utilizan tres servicios, lo que sugiere que les cuesta acceder al sistema de salud, o bien no quedan conformes con el diagnóstico que reciben. Las pacientes jóvenes, por ejemplo, relatan con frecuencia errores de diagnóstico en la primera consulta,” señala.

¿La edad influye en el retraso del diagnóstico?

El 41 por ciento de las pacientes en quienes se confirmó definitivamente cáncer informó que fueron diagnosticadas con una afección “benigna” durante su primera consulta médica, un fenómeno frecuente en pacientes jóvenes, quienes representan entre 15 y 17 por ciento de los casos con cáncer de mama en México.

“Este grupo está en mayor riesgo de ser diagnosticado en etapas avanzadas, lo cual representa mayor mortalidad y mayor afectación en su calidad de vida, porque reciben tratamientos más agresivos”, señaló la doctora Karla Unger.

Y es que en mujeres jóvenes, las enfermedades benignas de los senos son frecuentes, por lo que un médico general, sin experiencia previa en casos de cáncer de mama, podría confundir un tumor canceroso con una condición benigna de la mama —bultos o protuberancias en los senos que en ocasiones presentan molestias—, por ejemplo.

Un factor que contribuye a un diagnóstico erróneo en este grupo de edad es la falta de herramientas de tamizaje, pues más allá de la autoexploración y la exploración clínica mamaria, no es posible detectar cambios o anormalidades en los tejidos del seno de manera certera, en comparación con la mastografía, que se recomienda a mujeres de 40 a 69 años de edad.

“Suele pensarse que el cáncer de mama no es frecuente en esta población. Son creencias que permean. En la clínica, el médico general está acostumbrado a ver muchos casos de enfermedades más comunes que llenan sus consultas, como diarreas, gripas, dolores de cabeza y, dentro de todo esto, de pronto llegan mujeres con una bolita en la mama, y si son jóvenes, la gran mayoría de ellas seguro no tendrá cáncer, pero habrá quienes sí. Entonces es importante que el médico general la estudie antes de descartar el diagnóstico”.

La investigadora reconoció que México requiere fortalecer el sistema de salud a fin de disminuir el número de pacientes que por diversos factores inician tratamiento en etapas tardías.

“En México no tenemos la suficiente capacidad para hacer mastografía de tamizaje en 70 por ciento de la población en riesgo, cifra mínima definida por la Organización Mundial de la Salud para que el tamizaje tenga un impacto en la mortalidad por cáncer de mama. Para países de ingresos bajos y medios, como México, la OMS recomienda garantizar el diagnóstico y tratamiento tempranos y de calidad. A esto le llama estrategias de diagnóstico temprano, lo cual consiste en, por ejemplo, fortalecer el primer nivel de atención con médicos mejor capacitados, garantizar la calidad de los estudios de imagen mamaria necesarios para el diagnóstico (mastografía y ultrasonido mamario) en los gabinetes tanto públicos como privados, mejorar los servicios de patología necesarios para dar lectura a las biopsias, en fin, todo lo necesario para garantizar un diagnóstico certero y de la forma más oportuna posible. Este tipo de estrategias ayudaría a bajar la mortalidad de forma más inmediata y es menos costoso que establecer un programa de tamizaje por mastografía”, comparte.

Los estudios realizados por la investigadora demuestran que la mayoría de los casos por cáncer en México se detecta por las mismas mujeres al presentar síntomas (75 por ciento), mientras que solo 24 por ciento es a través de la mastografía de tamizaje. Esto es similar a lo que ocurre en países desarrollados. “En Inglaterra, por ejemplo, 39 por ciento de los casos se identifica con herramientas de tamizaje y 61 por ciento, por síntomas. En México, tenemos que ser capaces de diagnosticar temprano a las mujeres que se presentan con síntomas porque son la gran mayoría de los casos”, concluyó.

Fuente: CONACYT.

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