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La electrificación en nuestro país: podemos empezar con los ferrocarriles

¿Cómo nos vemos y vislumbramos el futuro del uso de la energía en México? A esta pregunta muchas veces contestamos con algunas ambigüedades y otras veces nos comparamos con otros países que tienen otros comportamientos sociales o económicos. Para analizar cómo usamos la energía y vislumbrar un mejor futuro, podrías ser adecuado compararnos con países de América Latina. Esta comparación la podemos ver al revisar la perspectiva energética de América Latina que elaboró la Agencia Internacional de Energía (IEA) y salió publicada este mes de noviembre [1].

Antes de proceder con la información es importante resaltar que América Latina y el Caribe abarcan una región grande y diversa en términos de desarrollo económico y recursos naturales. Esta región es rica en combustibles fósiles y energía renovable, así como en minerales críticos.

Los combustibles fósiles representan alrededor de dos tercios de la combinación energética de la región, cifra considerablemente inferior al promedio mundial del 80 %, gracias a la participación del 60 % de las energías renovables en la generación de electricidad en la región. La energía hidroeléctrica por sí sola representa el 45 % del suministro eléctrico de la región. En Costa Rica y Paraguay, casi todo el suministro eléctrico proviene de fuentes renovables. Los combustibles fósiles dominan en muchos sectores de uso final y el petróleo es, en particular, el combustible principalmente utilizado en el transporte. Sin embargo, la proporción de biocombustibles en el transporte por carretera es el doble del promedio mundial. América Latina y el Caribe representaron el 5 % de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) relacionadas con la energía desde 1971, mientras que representaron el 9 % del PIB mundial durante el período. Hoy en día, la región es exportadora neta de petróleo crudo y carbón, pero importadora neta de productos derivados del petróleo y gas natural. En la región, junto con Brasil somos los que utilizamos más energía, pero en términos de la densidad energética no somos más productivos. Recordemos que la densidad energética nos dice cuánta energía se requiere para producir un dólar de riqueza de acuerdo con el PIB. Veamos los siguientes datos: México y Brasil usan 1.13 y 1.17 kWh/USD mientras que Costa Rica solamente 0.88 kWh/USD y Estados Unidos 1.48 kWh/USD. Con estos datos inferimos que México y Brasil son más eficientes en la producción de riqueza que Estados Unidos, pero que sorprendentemente Costa Rica es aún más eficiente.

A pesar de este dato, el componente de hidrocarburos de la mezcla energética de México (total energy supply mix) es el más alto de los países analizados por la IEA en el reporte de América Latina [1]. Mientras en México cerca del 80 % de la generación eléctrica es con combustibles fósiles, en la región de América Latina y el Caribe es solamente del 60 %.

México y Brasil producen más de la mitad de los gases de efecto invernadero asociados a la generación y uso de energía. En mi opinión, podríamos tener una mezcla más inclinada a las renovables y disminuir significativamente estos gases.

De la región somos el país que más importa gas natural y por ende somos dependientes y para nada soberanos en temas de energía. Importamos la mayor cantidad de gas natural de un solo país, de Estados Unidos. De hecho, solamente somos exportadores netos de petróleo, pero importadores netos de gas natural y carbón. Así que es una falacia el pretender que seamos autosuficientes de energía al refinar petróleo para producir gasolinas. A pesar de lo que se dice, la gasolina aumentó un 8 % del 2021 al 2022.

El sector que más consume energía es el transporte. Por lo tanto, promover la transición hacia la electromovilidad es una de las tareas pendientes. Con esta visión es importante promover los ferrocarriles de pasajeros; pero solamente si se usa energía eléctrica para moverlos; de otra forma es inadecuado.

El actual borrador de la Estrategia de Movilidad Eléctrica propone que para el 2040 los vehículos de pasajeros serán eléctricos o híbridos enchufables y que para el 2050 serán totalmente eléctricos.

Insisto: la idea de promover los ferrocarriles eléctricos para pasajeros es una buena idea, pero no se ha dicho de esta manera. Espero que se promulgue esta estrategia con estos compromisos.

Debemos recordar que nuestras posibilidades para producir electricidad mediante energía solar fotovoltaica están distribuidas prácticamente en todo el país y la factibilidad de generación con energía eólica también es sustancial si se considera el recurso costa afuera. Tenemos una oportunidad en la definición de nuevas formas de financiamiento para los proyectos renovables. Esto se observa cuando notamos que la composición del costo nivelado de electricidad es de casi el 50 % para el financiamiento, el 30 % costo de capital y solo el 20 % de mantenimiento y operación. Es decir, quienes más incrementan el costo de la electricidad son los créditos, una oportunidad para definir novedosas formas de financiar los proyectos renovables. Si se disminuyen estos costos habrá solicitudes y por lo tanto volumen.

Al continuar revisando el reporte de la IEA, para mi sorpresa, la producción de litio o sus reservas no fueron significativas en nuestro país, así que la minería del litio no es significativa.

Otro dato sorprendente es que hemos disminuido en el uso de energía limpia para cocinar y pasamos de un 17 % en 2010 a casi el 20 % en 2022, es decir, estamos condenando a una mayor proporción de la población a aspirar los nocivos gases de la combustión en lugar de transitar hacia la electrificación.

Con estos datos, considero que podemos impulsar la electrificación en nuestro país y en toda la región de América Latina.

[1] https://www.iea.org/reports/latin-america-energy-outlook-2023

Fuente: Agencia ID.

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