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Las grandes tecnológicas demandan inmensas cantidades de energía limpia y eso es un grave problema

El apetito energético de las grandes tecnológicas es casi visible desde la costa este de Escocia. A unas 12 millas (algo más de 19 kilómetros ) mar adentro se encuentra un parque eólico en el que cada una de las 60 turbinas gigantes tiene aspas de la longitud aproximada de un campo de futbol americano. Las empresas responsables del proyecto Moray West habían prometido que, una vez terminado, el parque sería capaz de generar electricidad suficiente para abastecer a 1.3 millones de hogares.

Eso fue antes de que Amazon interviniera

En enero, Amazon anunció que había llegado a un acuerdo para reclamar más de la mitad de los 880 megavatios de producción del emplazamiento, como parte de su continuo intento de calmar su insaciable sed de energía. A medida que las grandes empresas del mundo se apresuran a construir la infraestructura necesaria para hacer posible la inteligencia artificial, incluso los remotos parques eólicos escoceses se están convirtiendo en indispensables.

En Europa, el año pasado se gastaron 79.4 millones de dólares en nuevos proyectos de centros de datos, según la empresa de investigación Global Data. En 2024, hay indicios de que la demanda se está acelerando. Microsoft ha anunciado una apuesta de 3,200 millones de dólares por los centros de datos suecos. A principios de este año, la empresa también declaró que duplicaría su huella de centros de datos en Alemania, al tiempo que prometió una inversión de 4,300 millones de dólares en centros de datos para infraestructura de IA en Francia. Amazon anunció una red de centros de datos en el estado de Brandeburgo como parte de una inversión de 8,500 millones de dólares en Alemania, dedicando posteriormente otros 17,100 millones a España. Google dijo que gastaría 1,100 millones de dólares en su centro de datos de Finlandia para impulsar el crecimiento de la IA.

Mientras las gigantes tecnológicas se apresuran a construir más centros de datos, entre bastidores cunde el pánico sobre cómo alimentarlos. Microsoft, Meta y Google planean ser net zero antes de 2030, mientras que Amazon, con un gran peso logístico, se ha fijado como objetivo 2040. Para conseguirlo, en la última década estas empresas han acaparado contratos de energía renovable con empresas eólicas o solares. Pero todos estos proyectos dependen de las redes eléctricas, que están cediendo ante la creciente demanda de energía limpia. Eso está obligando a las gigantes tecnológicas a reflexionar sobre su futuro energético y a plantearse cómo podrían explotar sus propios imperios energéticos fuera de la red, al margen del sistema.

“Existe el convencimiento de que, a medida que aumente la demanda de energía, el sector tendrá que encontrar fuentes de energía alternativas”, señala Colm Shorten, director senior de estrategia de centros de datos de la empresa de servicios inmobiliarios JLL, que explica que las granjas de servidores buscan cada vez más un suministro de energía “detrás de la red”, ya sean generadores de gas o gasóleo o tecnologías más innovadoras como el hidrógeno ecológico.

Los centros de datos necesitan energía para dos fines principales

El primero es alimentar los chips que permiten a las computadoras ejecutar algoritmos o videojuegos. El segundo es refrigerar los servidores, para evitar que se sobrecalienten y se apaguen. Se espera que iniciativas como el uso de líquido para refrigerar los chips en lugar de aire supongan un modesto ahorro de energía. Pero las previsiones siguen apuntando a que la demanda de energía de los centros de datos se duplicará de aquí a 2026, según la Asociación Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), gracias en parte a las exigencias de la inteligencia artificial.

En los últimos cinco años, las empresas tecnológicas se han lanzado a una frenética carrera de compras de contratos de energías renovables conocidos como acuerdos de compra de energía (PPA), que pueden permitir a los operadores de centros de datos reservar energía de un parque eólico o solar antes incluso de que se hayan construido los proyectos. En Dinamarca, hay parques solares pagados por Meta. En Noruega, hay parques eólicos financiados por Google. Según Christoph Zipf, portavoz de WindEurope, las empresas tecnológicas, pioneras en este tipo de acuerdos, han contribuido a impulsar el floreciente mercado europeo de los PPA. Este mes, Microsoft cerró el mayor acuerdo mundial sobre energías renovables, con la firma de un contrato de 10,000 millones de dólares para energía limpia en Europa y Estados Unidos.

Sin embargo, las energías renovables siguen necesitando pasar por la red eléctrica, que se está convirtiendo en un cuello de botella, especialmente en Europa, a medida que una oleada de productores de renovables intenta conectarse para alimentar la demanda de la transición verde en multitud de sectores. “Nos vamos a encontrar con restricciones energéticas”, predijo Mark Zuckerberg, CEO de Meta, en un podcast en abril. En Davos este año, Sam Altman, CEO de OpenAI, también advirtió de que el statu quo no iba a ser capaz de proporcionar a la IA la energía que necesitaba para avanzar: “No hay forma de llegar hasta ahí sin un gran avance”, expresó en un evento de Bloomberg.

Los operadores de la red están diciendo esencialmente lo mismo. El proveedor estatal de electricidad irlandés Eirgrid citó problemas de red cuando impuso una moratoria efectiva a los centros de datos de Dublín hace dos años. Cuando el ayuntamiento de Ámsterdam introdujo una pausa similar, la Asociación Holandesa de Centros de Datos, un grupo del sector, contraatacó: “La actual congestión de la red en Holanda Septentrional está bloqueando el crecimiento del sector de los centros de datos”, afirmó en un comunicado.

En su búsqueda de espacio en la red, los centros de datos se están trasladando a zonas de Europa donde su llegada es más llamativa, con el riesgo de que las comunidades más pequeñas reaccionen cuando aparezcan. Según Simon Hinterholzer, investigador del Instituto de Innovación y Sostenibilidad Borderstep de Alemania, esta tendencia ya es visible en Alemania: “En el pasado, la gran mayoría de los nuevos centros de datos se construían en Frankfurt. “Señala un centro de datos de 300 megavatios que se está construyendo en la pequeña ciudad de Wustermark, así como la última inversión de Amazon en Brandenburgo, región limítrofe con Berlín donde el año pasado se instalaron más de 70 turbinas.

Hambre de energía

Para hacer frente a la situación a largo plazo, hay más demandas para que los centros de datos encuentren formas de sobrevivir fuera de la red. “El tamaño de los proyectos de Inteligencia Artificial es cada vez mayor, alcanzando hasta 1 gigavatio de potencia, que no puede ser suministrada por las redes eléctricas tradicionales”, afirma Ricardo Abad, fundador del centro de datos, Quark, quien está trabajando en un nuevo emplazamiento en España con un socio no identificado que podrá generar su propia energía mediante energía solar y eólica in situ. Este tipo de proyectos in situ siguen estando técnicamente conectados a la red (en caso de que quieran descargar el exceso de energía), pero tienen capacidad para funcionar de forma independiente, asegura.

El mismo año en que Dublín anunció restricciones a los centros de datos, Amazon inauguró su mayor parque solar in situ, que abarca el tejado y el aparcamiento de su centro de distribución de Sevilla (España). El director de estrategia de ubicación de centros de datos de Google en Europa también ha expresado su interés por las energías renovables in situ para su próxima generación de granjas de servidores. Microsoft y Meta han negado tener proyectos totalmente aislados de la red. Pero en Dublín, Microsoft está construyendo un centro de datos junto a su propia central eléctrica de gas de reserva, lo que significa que el centro puede seguir funcionando aunque el operador de la red lo desconecte.

En el futuro, tecnologías como los reactores nucleares avanzados, las fuentes de energía renovables y las soluciones de almacenamiento de energía serán cruciales para hacer esto posible”, sostiene Kilian Wagner, experto en infraestructuras digitales sostenibles de la asociación digital alemana Bitkom. Altman, de OpenAI, ya es inversor en Helion Energy, una empresa estadounidense de fusión nuclear que también ha acordado suministrar a Microsoft 50 megavatios de electricidad de su primera planta nuclear de fusión, una vez que esté operativa. En Estados Unidos, Microsoft ya ha estado experimentando con pilas de combustible de hidrógeno, promocionándolas como una forma de respaldo energético sin emisiones.

No está claro lo que supondría para el resto de nosotros que las granjas de servidores se desconectaran de la red. Las grandes empresas tecnológicas podrían dar con la fuente de energía limpia del futuro. Hasta que lo descubran, no podrán salir de la red.

Fuente: Agencia ID.

 

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