Cristina Valdiosera Morales es una destacada arqueóloga molecular mexicana que emprendió un proyecto de investigación ambicioso: identificar el origen, la evolución y las consecuencias del mestizaje en México a raíz de la Conquista. Busca, entre otras cosas, romper con los arquetipos de la mezcla de razas que dieron origen a la sociedad actual.
En entrevista, Valdiosera detalló que se trata de un estudio multidisciplinario que incluye evidencias históricas, genética, registros arqueológicos, herramientas antropológicas, elaboración de modelos en tercer dimensión de cráneos, estudios de paleopatología, análisis de isótopos estables para conocer las dietas específicas de las poblaciones originarias.
En el proyecto participan la Universidad de Burgos, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, la UNAM y personalidades como el historiador Federico Navarrete Linares, el arqueólogo Leonardo López Luján y los antropólogos Jorge Arturo Talavera y José Luis Vera.
–El proyecto es muy ambicioso y de largo aliento, ¿cómo lo resumiría? –le preguntamos.
–Involucra muchas disciplinas. No es sólo de la historia genética de los individuos, intenta integrar otras que también se dedican a buscar evidencias del pasado. Queremos revivirlo, pero de manera individual, no hacer los típicos estudios de genómica que se hacen a escala poblacional. Queremos estudiar casos individuales. De cada persona que vayamos a analizar, vamos a intentar rescatar todas las fuentes y evidencias posibles, desde las técnicas de asociación de genómica, para saber su ADN, y a través de esto conocer su ascendencia; saber si era indígena, europeo o si ya había una mezcla y cuál era. Si era indígena, podría pertenecer a muchísimos tipos de etnias. No hay un genoma específico, pues también había mezclas entre los distintos grupos originarios de México.
“Esa ascendencia genética podemos asociarla con un estatus social que es factible concluir con base en el tipo de cultura, y ésta, a su vez, a través de la arqueología; por ejemplo, con el tipo de enterramiento que tuvo esa persona, si fue indígena o cristiano. También podemos detectar a nivel bioquímico la dieta por medio de las señales de los isótopos estables y saber si se basaba en maíz o trigo. Parece una idea muy simple, pero no lo es, porque finalmente la alimentación define la cultura. Y así, hilando todas observaciones de cada individuo, podemos ir revelando casos reales y establecer patrones, porque van a ser cientos de personas las que vamos a estudiar y de diferentes cronologías, es decir, de antes del contacto, durante éste y luego en los 300 años de Colonia y la etapa de postindependencia.
“Cada uno de esos casos, con su cultura y sus particularidades, se puede asociar con su comportamiento biológico, el cual se sigue mediante la ascendencia genética. Esto nos va a revelar bastante sobre la conducta de las poblaciones humanas, y en este caso de la reproductiva de los diferentes grupos sociales que interactuaban –europeo, indígena, africano y mestizo–; también, saber las bases sociales y culturales que dirigían el comportamiento reproductivo de las poblaciones en distintos puntos de tiempo, ya que siempre están condicionadas por las circunstancias históricas. No era lo mismo estar en guerra que durante el establecimiento del virreinato que estar en una epidemia.”
Concepto simplificado
–¿Se trata también de romper arquetipos que han simplificado la idea del mestizaje?
–En México, al margen del mundo académico, es verdad que existe una visión muy simplista de ese fenómeno y no debería de ser así porque al final nos afecta a todos. Muchos de esos aspectos de origen colonial repercuten en la sociedad actual.
–¿Cuáles serían estos arquetipos instalados en la sique del pueblo mexicano sobre el mestizaje que habría que desmitificar?
–Por un lado, la idea de que el mestizaje fue la mezcla entre dos culturas, cuando en realidad fueron tres –pues también estaba la africana–, y eso casi siempre se olvida. Por algún motivo no se habla de eso. También se asume que fue un evento, que hubo una mezcla y ya de ahí surgió la población de México. Eso tampoco es cierto, porque en realidad fueron muchísimos eventos; todavía no lo sabemos, y cada uno fue distinto, con circunstancias y periodos muy diversos. Sólo así podremos entender cómo es posible que de una población tan pequeña, como la que llegó de europeos y africanos y se encontró con millones de indígenas, cómo es posible que ahora tengamos una población de 90 por ciento de mestizos.
“Hay que averiguar cómo se transmitieron esos genes europeos y africanos y cómo pudieron tener ese alcance tan grande, y eso no fue sólo de un evento de mezclas, sino a través de distintos comportamientos reproductivos de la sociedad en diferentes periodos. No fue algo gradual, quizás hubo periodos en los que no se dio mucha mezcla y en otros se presentó mayor flujo de genes europeos. Biológicamente, es interesante el papel de las mujeres porque a final fue una mezcla entre hombres españoles y mujeres indígenas, y la competencia reproductiva estaba entre los hombres africanos, los indígenas, los europeos y los mestizos. Entonces, lo que queremos ver, de acuerdo con las desigualdades sociales, es quién logró reproducirse más según su estatus social, y por tanto dejar mayor descendencia en las generaciones subsecuentes”.
–¿Es posible identificar todavía a una parte de la sociedad mexicana que nunca se ha mezclado? No sé si eso ocurre en las élites económicas del país, que son mayoritariamente de raíz europea.
–Hablar de pureza étnica es complicado porque realmente no existe. Todos somos el resultado de una mezcla previa desde el inicio del origen de la humanidad. Precisamente, el problema del mestizaje es que México es un país racista y eso no lo vamos a negar, creo que todos lo sabemos; igual no lo decimos en voz alta o no lo quieren creer, pero es la realidad. Es probable que sí hay una cierta franja de la población que ha decidido no mezclarse y mantener el estatus social, y posiblemente no quiera porque tenga esa percepción de ser superior y decida tener un aislamiento biológico con las poblaciones indígenas.
–No sé si de ahí puede venir esa racismo ancestral…
–Sí, porque ese racismo tiene su origen en la Colonia, y eso de alguna manera, aunque ya somos un país independiente, como sociedad no estamos aún descolonizados. No digo todo el mundo, pero sí como sociedad porque hay una parte de nuestras mentes que sigue colonizada.
–¿Este proyecto servirá para descolonizarnos del todo?
–Esa es la idea. Esto no va a cambiar la historia, pero el hecho de tener mayor información ya es un paso adelante para la descolonización de nuestras mentes y conocer con mayor detalle cómo ocurrió todo, y no ver al indígena como al vencido y al europeo como al gran conquistador.
Fuente: Agencia ID.
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