BITÁCORA

Divulgación científica para públicos exigentes

¿Cómo se trata la fiebre chikungunya? ¿Por qué el huracán Patricia era una amenaza tan destructiva? ¿Para qué sirve el Gran Telescopio Milimétrico? Las respuestas que la población mexicana exige a estas y miles de preguntas más sobre temas de ciencia y tecnología demuestran que la cultura científica forma ya parte de su vida, para tomar decisiones y entender la realidad, afirma la doctora Elaine Reynoso Haynes, coordinadora del Diplomado en Divulgación de la Ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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“Hay situaciones donde la gente exige información a la comunidad científica para entender problemas de salud pública, conocer más sobre los desastres naturales o las nuevas tecnologías y muchas veces los científicos no son los más indicados para dar esa información porque no tienen la capacidad de recrear el mensaje de la ciencia y hacerlo adecuado al público”, asegura la académica.

Para contribuir a que la información científica que demanda la población se transmita con un lenguaje accesible y con las bases metodológicas y teóricas indispensables, la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la UNAM imparte desde 1995 el Diplomado en Divulgación de la Ciencia, un esfuerzo académico que tiene como objetivo la profesionalización de esa actividad.

“Hay científicos que son buenos divulgadores, aunque no son la mayoría, ya que a ellos les toca asesorar para que el mensaje sea el correcto. Yo creo que los encargados de hacer esta comunicación pública de la ciencia son los profesionales en divulgación”, considera.

Este lunes 11 de enero iniciará una nueva edición del Diplomado en Divulgación de la Ciencia, que a lo largo de 21 años se ha ganado el reconocimiento de medios de comunicación e instituciones públicas y privadas. “Son varios los medios que envían a sus reporteros, corresponsales y editores a cursar el diplomado, como requisito indispensable para aspirar a la fuente informativa de ciencia y tecnología”, dice desde su cubículo en la Casita de las Ciencias, recinto ubicado a unos metros de Universum, Museo de las Ciencias.

Divulgadores científicos de última generación

Reynoso Haynes afirma que han existido tres generaciones de divulgadores de la ciencia en México: la primera se gestó en los años sesenta del siglo pasado con personas sin formación científica, que se forjaron mediante la práctica cotidiana basada en el método de “ensayo y error” en las salas de redacción.

“Posteriormente hay una segunda generación —de la cual yo me considero parte— que teníamos una formación científica en cierta área y buscamos una formación complementaria con maestrías y doctorados para hacer divulgación de la ciencia más fundamentada”, agrega.

La tercera y actual generación de divulgadores es resultado de un esfuerzo que inició en 1995, cuando ella y un grupo de colegas de la UNAM advirtieron la necesidad de diseñar un programa académico para profesionalizar esta actividad.

“Así es como se crea el Diplomado en Divulgación de la Ciencia que en este 2016 cumple 21 años; un diplomado que se ha ido transformando para adaptarse al mundo cambiante de la divulgación, a los nuevos medios, a las nuevas propuestas, a los nuevos discursos, a los nuevos objetivos”, dice la coordinadora.

Un diplomado especial

Existen otros esfuerzos para profesionalizar el ejercicio de la divulgación científica en el país. En la propia UNAM, en el Instituto de Investigaciones Filosóficas, se imparte la maestría y el doctorado en Filosofía de la Ciencia; en la Universidad del Claustro de Sor Juana se ofrece el Diplomado en Divulgación y Periodismo de la Ciencia; mientras que en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) se brinda la maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura.

“Si bien hay más opciones académicas en México, el Diplomado en Divulgación de la Ciencia es la mejor, porque es el único diseñado especialmente para formar divulgadores al ofrecer al estudiante una visión panorámica de la ciencia para que posteriormente se especialice en un área concreta”, asegura.

Para garantizar la calidad académica del diplomado, además de limitar la matrícula, se aplica a cada aspirante un examen que evalúa sus conocimientos en temas específicos de ciencia, verifica la calidad de su redacción y su habilidad para traducir artículos científicos del inglés al español.

Con una intensa y demandante carga académica, el diplomado exige a los estudiantes acreditar siete módulos en 240 horas de clase, divididas en dos sesiones de tres horas a la semana.

Entre la herramientas teóricas y prácticas que se brindan a los estudiantes a lo largo de un año destacan: Lenguajes de la comunicación pública de la ciencia, Herramientas y conceptos básicos de ciencia para comunicadores y Temas selectos de ciencia y su comunicación.

Para concluir, la doctora Reynoso Haynes reitera que la comunicación pública de la ciencia es una actividad profesional especializada, donde reporteros y editores de medios de comunicación y agencias informativas deben dominar los conocimientos teóricos y metodológicos que garanticen un proceso de comunicación eficiente con la población. “La época de la improvisación ya no debe existir en los medios informativos, eso se acabó”.

Fuente: CONACYT,

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