Para 2025, la industria de la impresión en tercera dimensión (3D) podría estar gozando de un desarrollo exponencial que reportaría un mercado de más de 525 billones de dólares a nivel mundial.
Así lo afirmó Erika Gabriela Santos Reyes, directora de marketing de Colibrí, empresa subsidiaria de Interlatin con sede en Guadalajara, Jalisco. Aprovechando este panorama, Interlatin se convirtió, a través de Colibrí, en la primera empresa mexicana en crear una impresora de bajo costo y de uso doméstico, además de idear programas para niños con el fin de encaminarlos hacia la cultura de la impresión en tercera dimensión.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Santos Reyes señaló que las impresoras 3D Colibrí Pro y Colibrí Home, enfocadas al área profesional y doméstica, respectivamente, han sido la principal herramienta para conseguir más adeptos a este nuevo segmento.
Tras el lanzamiento de la Colibrí Pro, en octubre de 2014, se lograron vender 200 unidades durante los primeros dos días. Al momento, Colibrí ha colocado en el mercado más de 400 impresoras de este tipo para uso profesional en escuelas, universidades, arquitectura y medicina, entre otras áreas.
Con la finalidad de acercar aún más esta cultura a los hogares mexicanos, en julio de 2015 se lanzó la primera impresora 3D mexicana de bajo costo, la Colibrí Home, la cual tiene un costo aproximado de 300 dólares.
“Es una tecnología relativamente nueva. La gente no sabe qué hacer con esta impresora en su casa. No lo compres, hazlo, un separador de cubiertos, una pieza faltante del ajedrez, el case del celular, no hay límites”.
Ambas impresoras funcionan con el software Constructor Blocks, desarrollado también por programadores de la empresa tapatía, compatible además con 70 por ciento de las impresoras en el mercado. Sus creadores destacan que es de uso fácil, intuitivo y amigable, incluso para menores de edad o personas no relacionadas con áreas de diseño.
El software tiene la capacidad de analizar la pieza a imprimir y proponer soluciones, si es que existe alguna falla en su diseño. Para este año, se espera que el programa esté disponible para las plataformas Android, iOS, Mac OS X, M5 y Windows, además de ofrecer una versión multiplataforma del software.
Este proyecto fue uno de los siete ganadores de un millón de dólares de inversión otorgado por Ciudad Creativa Digital (CCD) Guadalajara, una iniciativa local con miras a incentivar proyectos tecnológicos y generación de empleos.
Programas para niños
En una idea de popularizar el uso de la impresión 3D entre la población más joven, Colibrí ha creado cursos para niños de entre seis y 16 años de edad, donde conocen programas de diseño en tercera dimensión, realizan diseños propios e imprimen sus creaciones a través de la Colibrí Pro.
“Queremos que los niños y el público en general se quiten ese hábito de ser solo consumidores para convertirse en creadores”, señaló Santos Reyes. “Muchos ya tienen las habilidades por jugar videojuegos, la cuestión es aprovechar esos conocimientos”.
Ricardo Madrigal Maldonado, líder técnico de desarrollo de software de Colibrí y quien ha impartido algunos de estos cursos, compartió que esta dinámica se ha realizado durante 2014 y 2015 con buenos resultados.
“El primer rango de edad es de entre seis y nueve años. A ellos les explicamos el modelado 3D a partir de piezas que ellos ven en el mundo real, y logramos que entiendan el concepto del mundo tridimensional a partir de figuras como cubos”, comentó el licenciado en sistemas computacionales.
Los menores desarrollan su imaginación y habilidades psicomotrices durante el proceso de materializar las ideas. Los software utilizados son Minecraft, Rhino y el mismo desarrollado por Colibrí, Constructor Blocks.
En el segundo grupo, conformado por niños de 10 a 13 años, se agregan conceptos más complejos como tolerancias, esquinas, chaflanes y barrenos, y hay un entendimiento mayor de las matemáticas del proceso y el movimiento de las piezas impresas.
“En el tercer grupo, de 14 a 16 años, profundizamos en la tecnología 3D, explicamos polígonos, coordenadas, el G-Code (código bajo el cual se rigen los archivos 3D), cómo se generan estos códigos, algoritmos e interpolación. Hablamos sobre historia de la impresión 3D, malla de polígonos y su incorporación a un diseño paramétrico”, refirió.
Los cursos tienen una semana de duración. Además de la capital tapatía, estos talleres se han llevado a Ciudad Juárez (Chihuahua), León (Guanajuato) y la Ciudad de México, logrando impactar a un total de aproximadamente 90 niños por año.
Impresión a la puerta de tu casa
Colibrí 3D Home tiene un área de impresión de 10 x 10 x 10 centímetros y es capaz de imprimir en plástico de alta resistencia cualquier cosa que la imaginación pueda crear. A pesar de que está enfocada para uso doméstico, también puede utilizarse en escuelas, industrias o para investigación, reconoció Madrigal Maldonado, quien sostuvo que la calidad de la resolución estándar es de 0.2 milímetros entre cada uno de los filamentos de plástico con que se imprime, lo cual hace esta impresora equiparable con equipos de hasta 50 mil pesos.
La Colibrí Home funciona mediante un mecanismo de impresión de filamento fundido y es compatible con plásticos PLA y ABS.
La diferencia principal que mantiene con la Colibrí Pro es el tamaño de área de impresión, ya que esta es capaz de imprimir en un espacio de 26 x 16 x 16 centímetros. Además, la versión Pro tiene una resolución de calidad alta, con 0.1 milímetro de tolerancia entre los filamentos.
Actualmente, Interlatin se encuentra en proceso de crear una impresora 3D a color, proyecto para el cual se contará con fondos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) a través del Programa de Estímulos a la Innovación (PEI).
Fuente: CONACYT.
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