La cirrosis, enfermedad del hígado, se asocia en términos generales y sin cuestionamientos al alcoholismo, situación que daña culturalmente la reputación del órgano, provocando que se minimicen y hasta nulifiquen los cuidados que debe recibir. Esto lo afirmó Concepción Gutiérrez Ruiz, doctora en farmacología por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
Especialista en estudios de toxicología, mecanismos de daño y reparación del hígado del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana campus Iztapalapa (UAM-I), habló de la importancia del hígado y de todas las maravillosas funciones que realiza este órgano como parte esencial de nuestro organismo.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Cuáles son las principales funciones del hígado?
Concepción Gutiérrez Ruiz (CGR): El hígado hace aproximadamente 500 funciones para mantener nuestro organismo; procesa y biotransforma. Prácticamente todo pasa por el hígado, por eso es muy susceptible de sufrir daño y por eso también se regenera; el hígado es de los pocos órganos que se regeneran además de la piel y la médula.
Siempre decimos que sin hígado no habría cerebro, porque el hígado es el que mantiene la homeostasis del organismo, aprovecha la energía y la almacena; también ayuda a desechar lo que hace daño o fármacos que después de que hicieron su efecto los biotransforma y los excreta del organismo. A través del hígado pasa litro y medio de sangre por minuto, es el órgano más grande del cuerpo humano y es el cinco por ciento del peso de una persona.
AIC: ¿Por qué enferma el hígado?
CGR: El hígado es un órgano que puede tener múltiples agresiones. Desafortunadamente es un malentendido a nivel popular el que siempre se piensa que las personas que tienen cirrosis es porque tomaban alcohol, es más, dicen: “Mira, ni se notaba que tomaba alcohol”. En realidad hay muchas causas, porque al hígado llega todo lo que ingerimos, inhalamos o nos untamos en la piel, llega y se procesa, entonces puede ser por algún agente tóxico o por algunos virus como los de la hepatitis B y C, que se mantienen crónicamente en el hígado.
La progresión del daño en el hígado es la siguiente: primero hay un hígado graso, después pasa a un hígado que tiene, aparte de la grasa, la inflamación —se le denomina hepatitis—; después pasa a fibrosis, luego a cirrosis, hasta llegar a hepatocarcinoma; no necesariamente tiene que tener cirrosis para llegar al hepatocarcinoma.
Los agentes agresores pueden ser muchos: medicamentos, enfermedades autoinmunes como la hepatitis autoinmune, enfermedades hereditarias como hemocromatosis o enfermedad de Wilson; pueden ser el mismo alcohol, que lleva a cirrosis; y en la actualidad, tenemos un problema muy grave: muchas de las cirrosis criptogénicas, es decir, las cirrosis de las que no se sabe cuál es el origen, en realidad es el exceso de grasa en el hígado, y mucho más rápido si nosotros tenemos algún otro agente que agreda al hígado.
AIC: ¿Qué otros deterioros puede sufrir este órgano?
CGR: Algunas embarazadas pueden padecer hígado graso, y hay síndromes muy específicos en donde el hígado es el que se ve afectado porque tiene taponado el flujo de sangre, cosas que son muy específicas, pero la progresión sería más o menos semejante en la mayoría. También podemos tener colestasis intrahepática o extrahepática, cuando el conducto biliar se ve afectado en su flujo de bilis.
Las hepatitis son causadas por diferentes virus. Generalmente en el país, aunque no estemos vacunados contra la hepatitis A, como hay una gran cantidad de fecalismo al aire libre, en general tenemos anticuerpos contra ese virus, y la ventaja del virus de la hepatitis A es que da la enfermedad, que es la que da a los niños, y después de un tiempo el virus es erradicado por el mismo organismo y no queda el virus, nada más quedan los anticuerpos.
En el caso de la hepatitis B y C son diferentes tipos de virus; en un evento agudo baja la cantidad de virus, pero se mantienen latentes, entonces, en determinadas condiciones, puede volver a exacerbarse la cantidad y se va volviendo una enfermedad crónica que poco a poco va dañando el hígado.
AIC: ¿Cuántos tipos de hepatitis existen?
CGR: A, B, C, D y E; la D y la E van asociadas a las otras hepatitis: la E con la A y la D con la B; son diferentes virus, cada uno tiene sus características.
Hasta hace poco, el virus de la hepatitis C únicamente se controlaba, no se eliminaba del organismo; hoy en día existen fármacos que logran erradicar el virus, cosa que es muy importante porque muchas personas en el país padecen la enfermedad y no saben que la tienen, sobre todo porque este virus fue descubierto a finales de los ochenta, y mucha gente había tenido transfusiones sanguíneas antes de estos años sin la regulación de sangre segura; ahora es el tiempo en que están saliendo a la luz los problemas del hígado: 30 años después. Por eso, los medicamentos que hay ahora son una gran esperanza para gente que tiene el virus de la hepatitis C.
AIC: ¿Cómo cuidar el hígado?
CGR: Llevar una vida sana, en general, y estar vacunado contra el virus de las hepatitis A y B, aunque el virus de la hepatitis A no se vuelva crónico.
El virus de la hepatitis B se transmite por contacto sexual y es 100 veces más fácil de contagiar que el virus de inmunodeficiencia adquirida (VIH); entonces, es importante que los jóvenes que inician vida sexual estén vacunados y usen protección.
Las personas que se hacen piercings y tatuajes, deben hacérselos con agujas nuevas, que no sea una aguja que utilizaron en otra persona y que pueda tener el virus de la hepatitis C.
La gente que consume drogas, sean inhalables o inyectadas, corren riesgo porque muchas veces no toman los cuidados suficientes para no contagiarse.
A otro nivel, la dieta: tratar de mantenerse en el peso, hacer ejercicio, en general, tratar de hacer una vida sana y hacerse un chequeo periódico.
AIC: ¿El alcohol perjudica el hígado?
CGR: Una copa de alcohol no hace daño, el problema son los excesos, tomar, por ejemplo los fines de semana, unas cantidades impresionantes, es tan grave como tomar frecuentemente el alcohol. Si se tiene antecedentes, por ejemplo de una enfermedad de tipo hereditario, hay que estar atento en que no se tenga esa enfermedad.
AIC: ¿Cuáles son los síntomas de enfermedades del hígado?
CGR: Con la ictericia, las personas se ponen amarillas: se les pone la esclerótica del ojo y la piel amarillas; la orina y las heces fecales son claras por una mala eliminación de la bilirrubina.
En términos generales sí hay síntomas, pero dependen de los grados. El hígado está del lado derecho, abajo de las costillas, entonces, a veces puede presentarse dolor en el hígado. Algunas veces se siente inflamación, pero en general, esto es después de muchos años, a no ser que se tenga un evento como intoxicación con Aminofén, que podemos comprar en la farmacia sin ningún problema, si se toma una dosis más alta puede haber daño hepático agudo que lleva incluso hasta a un trasplante hepático.
Es más, muchas personas infectadas con el virus de la hepatitis C, que ya tienen daño hepático, se enteran accidentalmente cuando quieren donar sangre o les mandan a hacer pruebas de laboratorio para saber cómo está su salud en general, salen pruebas de función hepática alteradas porque no hay eventos que indiquen, porque es una enfermedad silenciosa.
AIC: ¿Cuáles son los proyectos de investigación que actualmente desarrollan en el laboratorio?
CGR: En el laboratorio somos un grupo de cinco profesores, cada uno tiene diferente línea de investigación en función de su formación y sus intereses. Todas apuntan a cuál es el mecanismo por el cual el hígado se daña y cómo se repara, esa es la base pero desde diferentes puntos de vista.
Hemos trabajado muchos años con alcohol y su metabolito acetaldehído, que es el que provoca más daño y en realidad es el que provoca la fibrosis y hace que después se llegue hasta cirrosis.
Hemos trabajado con metales pesados, con cadmio en especial, al que estamos muy expuestos por el humo del tabaco. El hígado mantiene el cadmio que consumimos en alimentos que están contaminados, por ejemplo los bivalvos, que son organismos que son filtradores y se quedan con muchos metales pesados, hasta 25 años están en el hígado provocando daño.
Hemos trabajado en la actualidad con ácidos grasos y con colesterol, viendo el daño que le provoca al hígado y cómo progresa.
Trabajamos también con cáncer en el hígado: tenemos modelos —ratoncitos— a los cuales se les inyecta carcinógeno cuando tienen 14 días de nacidos; lo que hemos visto es que a los ratoncitos que les damos una dieta normal, cuando les aplicamos una sola dosis de este hepatocarcinógeno, pasan ocho meses más o menos en detectárseles los tumores. Mientras que si les damos una dieta alta en colesterol, en cuatro meses tienen tumores impresionantes. Lo que estamos viendo es cómo muchas de las cirrosis que hay en nuestro país están relacionadas con la obesidad, la obesidad puede promover que si tienes un daño hepático haya una progresión mucho más rápida.
En colaboración con el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), vemos que el hígado también se ve agredido por diferentes fármacos. En el caso de la tuberculosis, los antifímicos son hepatotóxicos, el paciente que los toma tiene además del problema de tuberculosis —porque en México hay muchas cepas que son multidrogorresistentes— daño en el hígado por los fármacos que toma para combatir la enfermedad. Entonces, estamos viendo cuál es el mecanismo por el cual hacen daño, pero también cómo hay factores que pueden proteger a los ratones de que el hígado se vea afectado por estos fármacos.
Fuente: CONACYT.
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