Lorenzo Martínez Gómez es profesor investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y líder de la empresa Corrosión y Prevención, dedicada a la fabricación de tecnología mexicana para el tratamiento de acero, con impacto en toda Latinoamérica. Como resultado de su labor científica y empresarial, ha recibido el Premio Universidad Nacional de la UNAM y ha sido becario de la Fundación Guggenheim, además de estar adscrito al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel III.
«En ese tiempo la ciencia de los materiales estaba emergiendo como una ciencia autónoma. Entonces me metí a eso e hice toda mi carrera científica de regreso a México. Los premios se deben a mi trabajo en el estudio de la corrosión metálica de los aceros, en investigaciones que realicé después del sismo de 1985, con el fin de crear aceros de reconstrucción de estructuras, mejorar la respuesta sísmica de los edificios y mejorar la soldabilidad de los aceros. Después me dediqué a proyectos de corrosión de acero, su prevención y su control», apuntó en entrevista.
El investigador comentó que no existía una empresa de alta calidad científica para el control de corrosión de los aceros, por lo que desarrolla un proyecto para una empresa de base tecnológica con apoyo de la UNAM en 1996.
Corrosión bajo control
«Siempre que encuentras el hierro en estado natural es un óxido de hierro. El proceso de aceración —convertirlo en acero— involucra quitarle el oxígeno y dejarlo como puro metal. Ahí le metes trabajo y lo tienes hasta construir el material estructural, pero el acero tiende a oxidarse otra vez. Entonces detenerlo sin que se corroa hace que las estructuras duren mucho más. Además, si controlas la corrosión, también hace que sea más rentable, seguro y confiable», señaló.
Martínez López afirmó que el control de la corrosión es fundamental cuando se transportan hidrocarburos de alto riesgo, como petróleo o gas. Para esto, es necesario controlar la corrosión del acero de los ductos, de la parte exterior que hace contacto con la tierra, la parte interior que hace contacto con agua y otros agentes corrosivos que arrastra el ducto. Cada uno tiene una tecnología propia y el paquete tecnológico requiere una ingeniería especializada en cada caso, como por ejemplo para controlar la corrosión del acero de barcos y de plataformas petroleras de muelles.
«Un proceso de control de corrosión consiste en polarizar eléctricamente los ductos de forma negativa, y esto se llama protección catódica, que implica convertir el ducto en un cátodo, hacerlo electronegativo con fuentes eléctricas que logren polarizarlo; se dice rápido pero lleva bastante dominio de campos eléctricos en el suelo o en el agua», indicó el investigador.
Formar ingenieros y productores científicos que sepan solucionar problemáticas de esta ingeniería especializada es la misión de la empresa. «Y con eso se formó el equipo de más alto nivel y más grande de personas certificado internacionalmente, de toda Latinoamérica, gracias a tener una sólida base científica. En la empresa el liderazgo está a cargo de unos 15 doctores, cuenta con una base de unos 100 ingenieros y tiene alrededor de 30 técnicos que dan servicio», informó.
Innovaciones patentadas
La división de investigación de la empresa ha desarrollado respuestas a diversos tipos de preguntas con un resultado de más de 32 patentes: para control de corrosión exterior de los ductos hacia la tierra, del ducto hacia el mar o del ducto hacia su interior, así como plataformas y muelles.
Actualmente se desarrollan drones para supervisión de ductos que funcionen como una herramienta de medición en el control de la corrosión. «Tenemos unos 70 mil kilómetros de ductos y es muy difícil caminarlos todo el tiempo. Por tanto, tenemos que desarrollar métodos rápidos de supervisión y medir las instalaciones de control de corrosión que tienen para asegurar su correcto funcionamiento.»
Se desarrollan también nuevos inhibidores de corrosión, así como químicos para el control de corrosión de ductos en aguas profundas de alrededor de mil metros de profundidad, en donde las variables son diferentes y necesitan tecnología específica.
Fuente: CONACYT.
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