En 2013, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) alertó sobre el rápido envejecimiento de la población mexicana. En aquella ocasión estimó que hacia el 2016, 15 por ciento de la población superaría los 65 años de edad.
En la actualidad, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) vaticina que hacia el 2050 la cuarta parte de la población mexicana será vieja; cifra que superará por mucho nueve por ciento de la población que actualmente representa la gente adulta (más de 60 años).
Dichos datos cobran relevancia toda vez que el envejecimiento de la población supondrá nuevos retos, como las enfermedades asociadas a la edad adulta. Entre esas enfermedades se encuentra el alzhéimer, padecimiento que según el Instituto Nacional de Geriatría (Inger) en México afecta a cerca de 800 mil personas (adultos).
Entretanto, datos del sector salud señalan que actualmente el alzhéimer representa la cuarta causa de muerte en adultos mayores, es decir, dos mil fallecimientos anuales. A dicha problemática se suma que en México cada vez son más los casos de alzhéimer registrados entre la población joven.
De acuerdo con la doctora Leonor Pérez Martínez, jefa del Departamento de Medicina Molecular y Bioprocesos del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el alzhéimer es la principal causa de demencia en etapa senil y anteriormente estaba muy bien caracterizado así. Sin embargo, esa característica de la enfermedad se mueve cada vez más a etapas mucho más jóvenes.
“Incluso, en el Instituto de Neurología, aquí en la Ciudad de México, se han detectado casos de personas de 35 años de edad, lo cual se ha asociado con procesos inflamatorios periféricos crónicos de baja intensidad”, Algunos de estos casos son independientes a alguna de las 5 mutaciones que predisponen a desarrollar la enfermedad de Alzheimer, explicó la doctora Pérez Martínez ínez en entrevista exclusiva con la Agencia Informativa Conacyt.
Ante ello, la doctora, junto a un grupo de colegas, se dio a la tarea de investigar la relación entre la enfermedad y los procesos inflamatorios. Se trata de un proyecto de investigación a nivel ciencia básica, pero que bien podría sentar las bases a futuro para el desarrollo de tratamientos preventivos contra la enfermedad.
Al respecto, explicó que una vez que identificaron que la inflamación es un factor común en el desarrollo de diferentes patologías, decidió investigar su relación con el desarrollo del alzhéimer.
“Una de nuestras líneas importantes de estudio es el alzhéimer y para ello utilizamos ratones modelo de la enfermedad (ciencia básica); nuestra investigación está enfocada en definir los mecanismos moleculares mediante los cuales la inflamación conlleva a la neurodegeneración y la pérdida de la memoria y así identificar moléculas que pudiesen ser blancos terapéuticos”.
Asimismo, una de las ramificaciones de esta investigación se enfoca en la búsqueda de compuestos con propiedades antiinflamatorias que a futuro pudieran ser utilizadas con fines de rehabilitación.
Sobre los procesos inflamatorios
Entrevistado también por la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Gustavo Pedraza Alva, líder académico adscrito al Departamento de Medicina Molecular y Bioprocesos del Instituto de Biotecnología, quien colabora en el proyecto de investigación con la doctora Pérez Martínez, detalló que su trabajo tiene como eje rector la interrogante de cómo un proceso inflamatorio afecta el desarrollo de la patología de la enfermedad del Alzheimer.
“Estudiamos básicamente la inflamación afectando el sistema nervioso y cómo es que este puede modular la inflamación en periferia”. Precisó que para entender mejor a qué se refiere el proceso inflamatorio es necesario tener claro que un proceso inflamatorio clásico es el que se produce tras una picadura, un golpe o alguna lesión y que se caracteriza por dolor, inflamación, enrojecimiento y calor. En tanto que, en el caso del relacionado con el desarrollo de ciertas patologías, entre ellas el alzhéimer, se trata de un proceso inflamatorio que no se apaga rápidamente, sino que es permanente ya que el agente que lo inicia no es eliminado. “Por ejemplo, ahora sabemos que los péptidos beta amiloides, que son los que causan el alzhéimer, generan un proceso inflamatorio de manera constante en el cerebro”.
Los procesos inflamatorios en el alzhéimer y obesidad
La presencia de péptidos beta amiloides en el cerebro desencadena la producción de moléculas inflamatorias dentro del sistema nervioso central y así se establece lo que se conoce como un proceso “neuroinflamatorio”. Este proceso inflamatorio se mantiene por tiempos prolongados y se hace crónico por la continua presencia de los péptidos beta amiloides, por tanto las neuronas están expuestas permanentemente a citocinas inflamatorias, las cuales tienen un efecto negativo sobre el funcionamiento neuronal. Por ejemplo, detona mecanismos de señalización intracelulares que impiden la consolidación de la memoria, explicó el doctor Pedraza Alva.
Detalló también que derivado de esos procesos, a largo plazo se genera muerte neuronal. Para el caso del alzhéimer se trata de una patología que se caracteriza por la deposición de péptidos beta amiloides que resultan de un procesamiento anómalo de una proteína, que es la precursora amiloide.
“Estos péptidos tienen la capacidad de oligomerizarse, es decir, forman fibras, las cuales se aglomeran y entre más grande sean esos aglomerados, se forman las placas seniles, las cuales interrumpen la comunicación neuronal, rompen las comunicaciones sinápticas y eventualmente conducen a la muerte”.
Sin embargo, un proceso inflamatorio crónico generado en la periferia también puede afectar el funcionamiento del sistema nervioso central, puntualizó la doctora Pérez Martínez.
Por ejemplo, ahora se sabe que existe un proceso inflamatorio crónico asociado a la obesidad, el cual se inicia en el tejido adiposo como resultante del exceso de lípidos; las citocinas inflamatorias producidas en el tejido adiposo comienzan a circular por todo el organismo y algo que inició localmente impacta en muchos órganos periféricos, principalmente los que son insulinodependientes y eventualmente estas moléculas inflamatorias alcanzan el sistema nervioso central. La presencia de estas moléculas proinflamatorias en el cerebro, como ya se mencionó, afectan las funciones neuronales, acotó Pérez Martínez.
En ese contexto, la investigadora dijo que existen estudios epidemiológicos que han revelado una asociación entre la pérdida de procesos cognitivos (demencia) y ciertas condiciones de obesidad —proceso inflamatorio en periferia—. “En ese escenario se debe tener presente que la enfermedad de Alzheimer es la principal causa de demencia en la etapa senil”.
De acuerdo con los investigadores, esa asociación entre los hábitos de vida (obesidad) y el desarrollo de trastornos demenciales podría ser la causa de que más gente joven presente esta enfermedad. “Sin embargo, se ha demostrado que el medio ambiente es fundamental, si existe una estimulación somatosensorial constante, se puede controlar un proceso inflamatorio e incluso revertirlo y ello tiene efectos benéficos sobre diversas patologías, incluyendo las del sistema nervioso central”.
La investigación
Al referir qué es una estimulación somatosensorial, la especialista dijo que son condiciones de habitación especiales en comunidades de ratones donde habitan hasta 15 individuos. Estas condiciones de habitación se han aplicado a modelos animales para enfermedades de Alzheimer, Parkinson e incluso cáncer.
“Gracias a ese ambiente enriquecido en donde los animales son expuestos Además se les aplican estímulos mediante diferentes olores; son sometidos incluso a la novedad (cambio semanal de juguetes y objetos), elementos que, acompañados del componente social (hasta 15 individuos en una misma caja), se ha observado una mejora significativa en la evolución de enfermedades neurodegenerativas.
“Debido a ello, montamos un modelo de ambiente enriquecido en nuestro bioterio, donde cohabitan animales que han desarrollado el síndrome metabólico a través de una dieta alta en grasa (desregulación del metabolismo de la glucosa). Hasta el momento hemos encontrado que gracias a ese ambiente enriquecido (estímulos constantes), gran parte de los parámetros del síndrome se revierten”.
El doctor Pedraza Alva añadió que aun cuando esos animales no pierden peso, recuperan su tolerancia a la glucosa y vuelven a ser sensibles a la insulina. “Ahora el reto está en investigar a través de qué mecanismo molecular el estímulo somatosensorial ejerce este efecto benéfico”.
Los resultados más relevantes de la investigación
De acuerdo con el doctor Pedraza Alva, derivado de los trabajos realizados, identificaron también que la ingesta exacerbada de lípidos o cualquier otro nutriente en exceso, inicia un proceso inflamatorio en el tejido adiposo de manera crónica y ese proceso desregulará las funciones de otros órganos, como el cerebro, el páncreas, el hígado, y que todo ello deriva en ciertas enfermedades.
“Muchos equipos científicos están tratando de investigar si el proceso inflamatorio derivado de malos hábitos de vida (obesidad), podría ser el inicio del alzhéimer aun cuando la persona no está predispuesta genéticamente. Evidentemente, la deposición de péptidos es la característica más fuerte del padecimiento, pero ahora sabemos que un proceso inflamatorio puede inducir la expresión de una enzima que corta la proteína precursora de amiloide para generar los péptidos que se agregan, es decir, sí existe una relación entre el proceso inflamatorio y el aumento de actividad de esa enzima asociada al alzhéimer”.
A su vez, la doctora Pérez Martínez añadió que existen datos —artículos científicos— en otros países que han demostrado que el medio ambiente juega un papel muy importante en el proceso inflamatorio (obesidad) que en general conduce al desarrollo de enfermedades crónico degenerativas. Por un lado puede propiciar la neurodegeneración (demencias como alzhéimer o el mal de Parkinson) y por otro el desarrollo de cáncer.
¿Por qué hay cada vez más casos de alzhéimer entre la población joven?
Para los doctores Pérez Martínez y Pedraza Alva, la posible causa en el incremento de casos de alzhéimer a edad más temprana, tomando en consideración la relación entre los procesos inflamatorios y la patología de la enfermedad, tiene una posible respuesta en la obesidad de la población mexicana.
“Realmente llama mucho la atención los resultados de la estimulación somatosensorial y partiendo del hecho de que nuestra población ocupa el primer lugar mundial de obesidad a nivel infantil, mientras que en la población adulta esa condición también representa una epidemia de salud, resulta de suma importancia tratar de disminuir ese proceso inflamatorio que podría impactar en el desarrollo de enfermedades crónico degenerativas en tiempo muy corto”, dijo la doctora Pérez Martínez.
Por último, la investigadora dijo que estudiar y entender la relación entre los procesos inflamatorios, incluida la obesidad, podría derivar en el desarrollo de terapias para revertir la enfermedad a través de salas orientadas a generar estímulos somatosensoriales y, sobre todo, a generar estrategias de prevención contra el desarrollo de enfermedades crónico degenerativas.
Entretanto, el doctor Pedraza Alva concluyó que dentro de las líneas de investigación de este proyecto se está estudiando un extracto derivado de una planta la cual ha sido utilizada en la medicina tradicional y que posee propiedades antiinflamatorias. Estos estudios están encaminados a definir a nivel molecular cómo funciona este extracto. Actualmente ya se identificó un compuesto que podría prevenir la pérdida de la memoria debido a su capacidad antiinflamatoria.
Fuente: CONACYT.
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