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El poder analgésico de la oxitocina

Investigadores del Laboratorio de Dolor y Epilepsia adscrito al Departamento de Neurobiología del Desarrollo y Neurofisiología del Instituto de Neurobiología, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) campus Juriquilla, Querétaro, estudian la oxitocina como alternativa para el tratamiento de dolores crónicos y reemplazar los fármacos derivados del opio (opiáceos).

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Este grupo de investigación del Laboratorio de Dolor y Epilepsia lo encabeza el doctor Miguel Condés Lara, y está integrado por los especialistas Abimael González Hernández, Héctor Zayas González y Alfredo Manzano García en asociación con los doctores Estefanía Córdova Quiroz, Juan Granados Mortera, Marco García Cuevas y Julio Morales Gómez, del Hospital de Petróleos Mexicanos (Pemex) de Salamanca, Guanajuato.

El encargado del Laboratorio de Dolor y Epilepsia, Miguel Condés Lara, indicó que mediante este estudio determinaron que la oxitocina, hormona que originalmente es utilizada para la inducción del parto, la secreción láctea, las contracciones uterinas y también para cohibir el sangrado uterino, resulta eficaz para el tratamiento del dolor crónico con una variante de aplicación en el paciente.

“Hay que distinguir el uso de la oxitocina para facilitar el parto y su potencial uso como analgésico; en el primer caso se trata de una acción a nivel periférico, en la musculatura uterina, y en lo que se refiere a su uso como analgésico es a nivel del sistema nervioso central, particularmente en la médula espinal; son dos efectos distintos que dependen de la vía de administración”, abundó.

Condés Lara explicó que comenzaron a estudiar la función analgésica de la oxitocina a principios de los años noventa en Francia, donde el equipo de trabajo descubrió que había receptores en diferentes estructuras del sistema nervioso, particularmente en la amígdala cerebral, donde la oxitocina bloqueaba las respuestas al dolor.

“Los laboratorios que nos dedicamos a investigar sobre dolor tenemos un objetivo claro, que es desarrollar, encontrar analgésicos y probarlos, además de verificar que carezcan de efectos adversos que pudieran limitar su uso. Dentro de las funciones que encontramos en la oxitocina está bloquear las fibras que conducen la información del dolor, desde receptores en la piel hasta la médula espinal. Hemos hecho una serie de investigaciones y llegamos a la conclusión de que sí tiene un efecto analgésico por las diferentes vías que se esté aplicando”, subrayó.

Calidad de vida

Por su parte, el investigador del Laboratorio de Dolor y Epilepsia del Instituto de Neurobiología, Alfredo Manzano García, destacó que para hacer las pruebas en seres humanos se han utilizado pacientes con dolor por cáncer en estadios terminales, a los cuales se les aplicó la oxitocina por medio de la inserción de un catéter epidural, dirigido al espacio existente entre las meninges y el hueso a nivel lumbar, donde se administró la hormona en dosis bajas con intervalos de 12 horas.

“Uno de los investigadores, el doctor Héctor Zayas González, que es alumno de doctorado y médico anestesista, ha realizado la prueba en varias personas que tienen dolor por un cáncer en fase terminal. Se les aplicó de manera epidural, alrededor de la médula espinal, y observamos una disminución del dolor muy importante; obviamente no estamos curando el cáncer, pero la disminución del dolor es fundamental para permitir a los pacientes tener una mejor calidad de vida, así como una mayor interacción con sus familiares y amigos”, agregó.

Manzano García indicó que otro de los propósitos de esta investigación es proponer alternativas a los opiáceos que se administran para el dolor de los pacientes, pues, dijo, no solo afectan la calidad de vida sino además pueden acarrear efectos secundarios en la salud, en especial cuando el paciente desarrolla tolerancia y adicción a estos fármacos.

«Los opiáceos, como la morfina, tienen un efecto de somnolencia en el paciente, no sienten dolor pero se la pasan dormidos todo el tiempo; además existe el problema que hay que ir aumentando la dosis porque hay una habituación y tolerancia del organismo, lo que puede provocar una depresión respiratoria que conduce a la muerte. Un paciente con altas cantidades de opiáceos en su organismo ya no tiene contacto con el medio ambiente, su calidad de vida está deteriorada, de tal manera que no tienen interacción con su familia o con el personal hospitalario, están sedados. En Estados Unidos existe una crisis de adicción por uso de opiáceos en pacientes con dolor, dependencia y adicción”, indicó.

Adiós a la morfina

El responsable del Laboratorio de Dolor y Epilepsia, Miguel Condés Lara, informó que para el desarrollo de este proyecto se cuenta con la interacción de la doctora Silvia Allende Pérez, del Servicio de Cuidados Paliativos, y el doctor Ricardo Plancarte Sánchez, de la Clínica del Dolor, ambos del Instituto Nacional de Cancerología, con los que, dijo, se ha tratado de implementar esta técnica de administración de oxitocina en pacientes.

“Lo que buscamos es incrementar el número de pacientes en el estudio para tener un resultado contundente; hasta ahora tenemos cinco pacientes, todos con muy buenos resultados, los cuales han estado sometidos a la oxitocina durante una semana en uno de los casos, otra semana con morfina y así sucesivamente para observar si hay cambios. Los familiares nos comentan que durante la semana de uso de la morfina los pacientes están somnolientos y no se puede interactuar con ellos, en cambio durante la administración de la oxitocina están alerta, platican y no tenían dolor”, sostuvo.

Condés Lara subrayó que para el desarrollo de este estudio se busca trabajar con pacientes que no necesariamente estén en estado terminal, pero que también sufren de dolores crónicos.

“Hasta ahora la etiología del origen del dolor que hemos explorado es el dolor crónico por cáncer, pero hay muchos otros padecimientos que provocan ese dolor crónico en los que se tendría que probar la oxitocina para identificar su eficiencia terapéutica. Lo que queremos hacer es aplicarla en pacientes que no están en estados terminales sino poder utilizarla con mayor anticipación para que la calidad de vida que tengan estos pacientes sea mejor durante más tiempo, no únicamente en el periodo terminal”, apuntó.

Problema de salud pública 

En ese sentido, el investigador del Laboratorio de Dolor y Epilepsia del Instituto de Neurobiología, Alfredo Manzano García, sostuvo que el dolor crónico, a pesar de que es un problema de salud pública, no está lo suficientemente atendido, principalmente por falta de información e investigación respecto a su tratamiento, por lo que, comentó, es necesaria una mayor difusión para que la comunidad médica esté consciente de que hay otros tratamientos, que no son los convencionales, y que pueden ser muy útiles para los pacientes.

“A veces nos resignamos al dolor, pero es el signo de alerta más importante que puede acompañar una innumerable cantidad de enfermedades. Cuando el dolor se vuelve crónico con más de tres meses, no sabemos reconocer cuál es la utilidad biológica, pero sabemos que está persistiendo y hay que eliminarlo, independientemente de que curse el mismo sentido paralelo a una patología. Hasta el día de hoy no hemos encontrado efectos adversos de importancia en la administración de la oxitocina, pero requiere de muestras de pacientes más grandes de manera que podamos investigar en una población más heterogénea”, finalizó.

Fuente: CONACYT.

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