El estudio de las neurociencias ha sido determinante para comprender aspectos del comportamiento humano distintos a los que la propia psiquiatría y psicología han logrado analizar. Lo anterior se debe a que la neurociencia desentraña la complejidad del funcionamiento e interrelación de los diferentes tipos de neuronas (principales células del sistema nervioso) localizadas en el encéfalo, pero desde el punto de vista biológico, explicó la psiquiatra Maritza Martínez Vera, socia de la Asociación Psiquiátrica Mexicana, A.C. y egresada del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Según la especialista, errónea y popularmente al encéfalo se le conoce e identifica más como cerebro, por ser el cerebro el órgano más grande de las partes internas que constituyen el encéfalo, mismo que a su vez se encuentra protegido por tres membranas (las meninges) y por el cráneo. Analizar el sistema nervioso, su respuesta ante estímulos exteriores y la conducta que de ello se deriva, a través de la neurociencia, ha dado pie a un mayor y mejor entendimiento del encéfalo humano en su conjunto, como el proceso de aprendizaje o la interacción del hombre con el entorno.
Si bien el cerebro, como componente mayúsculo del resto de órganos que conforman el encéfalo, alberga la mayoría de las funciones cognitivas o intelectuales como la razón, memoria, voluntad y pensamiento; el cerebelo, médula espinal, hipófisis, hipotálamo, tálamo, bulbo raquídeo y demás elementos integradores del encéfalo también rigen otras facultades como el movimiento, sueño, hambre, sed o las emociones: alegría, amor, miedo, tristeza, odio, ira, comentó la especialista certificada por el Consejo Mexicano de Psiquiatría, Maritza Martínez Vera.
Teniendo en cuenta lo anterior, durante su visita a México, el doctor en ciencias de la computación Pradeep Kumar Atrey expuso un resumen de la investigación que, durante 14 años, ha realizado en el campo de la neurociencia. En la presentación que A. K. Pradeep mostró en laAldea Digital y que fue una de las cinco conferencias de mayor acogimiento de las casi 100 que se realizaron, el investigador manifestó que aunque cada persona viste diferente, piensa diferente o habla diferente, al cerebro humano para entenderlo mejor —aun cuando biológicamente es idéntico y funciona de la misma manera en las cabezas humanas de todo el orbe—, es preciso distinguirlo bajo características como el sexo o la edad.
Ante un auditorio de cientos de personas interesadas en el tema que se congregaron en el Zócalo de la Ciudad de México para escucharlo, A. K. Pradeep dio a conocer la clasificación que él ha hecho y estudiado del cerebro, separándolo en cerebros masculinos, femeninos, adolescentes, de 40 a 50 años, de adultos mayores y de bebés. Igualmente, informó algunos de los resultados que el elemental órgano presenta tras regirse por experiencias que los individuos tienen con el ambiente que les rodea. Por ejemplo, la publicidad, los empaques y las marcas, la música, el lujo, los videos culturales, entre otros, peculiaridades que Pradeep definió como las que “hacen agua la boca”.
El cerebro entre los 40 y 50 años
A los 40 años, afirmó el conferencista, la cantidad de serotonina en el organismo disminuye, lo que lleva a padecer, entre los 40 y 50 años, un sentimiento emocional de vacío interior.
“Aunque las relaciones familiares y amorosas, el lugar donde se habita e incluso el trabajo sean enteramente satisfactorios, ya no se percibe así. Una solución rápida es dar o recibir un abrazo porque esta acción incrementa el nivel de serotonina en el cerebro. A la gente le gusta tener perros o gatos por la posibilidad de abrazarlos. Otra forma es pensar en algo que nos haga sentir agradecidos con la vida. Asimismo, las vivencias espirituales contribuyen a elevar nuestra serotonina”, recomendó A. K. Atrey.
La serotonina es una sustancia de origen químico producida por el triptófano, aminoácido que contienen cereales como el amaranto, trigo, arroz, centeno, avena o cebada, así como las fresas, uvas, espinacas, calabazas, nueces, almendras, semillas de girasol, lentejas, plátano, mango, aguacate, apio, pepino, chayote, ajo, tamarindo, papaya, naranja, manzana, zanahoria, coliflor, col, cebolla, berenjena, frutos secos, tomates, espárragos, cacahuates, garbanzos, piñones, lácteos, ajonjolí, huevo, pescado, pollo, pavo, entre otros alimentos. Una de las funciones de este neurotransmisor es mantener el estado de ánimo en buenas condiciones, es decir equilibrado.
A. K. Pradeep agregó que en esta misma década de los 40 a 50 años, un bajo nivel de dopamina, otro neurotransmisor del cerebro, afecta la capacidad de sentir emoción. “Vivenciar o adquirir algo nuevo todos los días mejora la actitud. Una vez que se cumplen 50 años, los desajustes por la carencia tanto de serotonina como de dopamina desaparecen. Sin embargo, en el lapso de esos 10 años, la vida puede transformarse en un desastre”.
La dopamina, por su parte, se genera a partir de tirosina, otro aminoácido contenido en prácticamente los mismos alimentos que tienen triptófano. Niveles adecuados de dopamina se relacionan con energía mental, buena memoria, atención, aprendizaje, control de impulsos, movimiento, humor y sueño, puntualizó la psiquiatra Martínez Vera.
El cerebro adolescente
Otro de los temas abordados por A. K. Pradeep fue la explicación de que biológicamente los adolescentes están impedidos para utilizar el razonamiento. “En esta etapa de la vida el cerebro no se desarrolla uniformemente. La parte emocional o emotiva se completa, pero la razón aún no, de ahí la imposibilidad de razonar con un adolescente, por lo que a ellos solo es posible llegarles por medio de las emociones”.
Algunas de las características que distinguen el comportamiento de los adolescentes son por ejemplo, su interés por pertenecer a un grupo. El que prefieran estar con sus amigos no se debe a un acto de rebeldía, simplemente es algo muy poderoso para ellos porque es bajo ese contexto que durante ese periodo de tiempo sienten seguridad. Es entre los 20 y 25 años cuando se ocuparán de forjarse una identidad propia.
“La música que escuchamos entre los 15 y 22 años, el cerebro la piensa como la mejor. Aun cuando los adolescentes se inclinan por tener emociones breves, buscan probar de todo porque no consideran que algo les pueda pasar y están ciertos de que les falta mucho por vivir. Sin embargo, ansían desenvolverse lo más rápidamente posible en todos aspectos. La primera vez de cualquier acontecimiento lo conservan para siempre en su memoria debido a que experimentan muy intensa y significativamente su primer abrazo, su primer beso, su primera pareja, su primer viaje, etcétera”, afirmó el experto.
Diferencias entre cerebro femenino y masculino
A decir de A. K. Pradeep, la memoria emotiva o emocional del cerebro femenino es mayor a la de los hombres. “De algún encuentro o reunión, los varones tal vez recuerden si hubo alcohol por ejemplo, pero son incapaces de guardar en su memoria los detalles. En cambio, las mujeres suelen ser más precisas con relación a las particularidades del lugar, el atardecer, la música de fondo, etcétera”.
Durante una conversación, a las mujeres debe hablárseles sobre la emoción del contexto y no únicamente relatarles los hechos per se, dado que al exponerles estos de manera simple, no se logrará que se interesen en la conversación, como tampoco se mostrarán interesadas en nadie que no las mire porque el contacto visual es de igual modo fundamental para ellas, indicó el ponente.
“Una mujer utiliza cerca de 20 mil palabras diariamente, el hombre solo siete mil. Ellos han dejado de leer hace mucho tiempo y prefieren las imágenes por sobre las palabras, así como los espacios físicos. Las mujeres siguen amando las palabras y leen todo. Después de una embolia por ejemplo, ellas recuperan el lenguaje más rápido que los hombres porque sus habilidades lingüísticas están mayormente diseminadas en el cerebro, en tanto, en los cerebros de ellos, solo se concentran en ciertas áreas”.
Por lo anterior, de acuerdo con los estudios de A. K. Pradeep, “el cerebro masculino prefiere un lenguaje directo y recibir instrucciones precisas. ‘Toma eso, mueve eso, vamos a tal lado…’ Mientras que ellas aprecian más las preguntas y la inclusión: ‘¿Y si hacemos esto? ¿Por qué no mejor lo ponemos allá?’ Aunque el sentido sea el mismo, a la mujer se le deben plantear las cosas como pregunta, mas no imperativamente. En ellas la forma cambia el fondo y agradecen el lenguaje colaborativo porque repelen las órdenes”, aseguró.
Que las neuronas de las mujeres sean más grandes de tamaño que las de los hombres, tiene grandes implicaciones. El encéfalo femenino reacciona mucho mejor a la interacción social, el masculino, no. Los caballeros son mucho menos propensos a preocuparse, responden a sus emociones usando la lógica, la mujer no, y evolutivamente ella está preparada para realizar múltiples tareas al mismo tiempo, de lo cual son incapaces los hombres, dijo el doctor en ciencias Pradeep Kumar Atrey.
Un detalle que adicionó respecto a los cerebros de adultos mayores es que se distraen con facilidad, hacen caso omiso de mensajes negativos y reaccionan enérgica y animosamente a la música de sus primeros años.
Experiencias que ‘hacen agua la boca’ y el concepto de lujo
Para lograr que alguien quiera comerse algo, señaló A. K. Pradeep, lo más útil es anunciarlo porque eso invita a que el cerebro lo desee. El aroma igualmente es básico, existe una parte en el cerebro donde residen el olor y sabor que después se mezclan. “Cuando no se tiene buen olfato, los platillos no se antojan. Cualquier tipo de alcohol, antes de tomarlo, se huele y eso hace una gran diferencia”.
Asimismo, ver los alimentos mientras se preparan hace que el cerebro quiera consumirlos, de ahí el éxito de las cafeterías modernas, en las que el consumidor paga por la experiencia de observar cómo su pedido se hace en el momento. A partir de imágenes, de mostrar frescura y visualizar el proceso de elaboración, el cerebro disfruta y saborea lo comestible. Utensilios de madera, piedra o cerámica son mejor admitidos por el cerebro cuando de comer se trata, aseveró el investigador.
Ahora bien, ¿cuándo el cerebro considera que algo es lujoso? Pradeep sostiene que un objeto representa mayor ostentación entre más pequeño y sofisticado sea. Sin embargo, para el cerebro, la altura y el peso también simbolizan lujo. Las piezas artesanales, lo que se hace a mano y aquello que implica más tiempo para producirse, significa calidad y magnificencia.
Por otra parte, la rareza, que haya pocas cosas iguales de algo, denota categoría. El color, cuando algo es negro con dorado o plateado, se aprecia elegante. Lo que tiene listones igual, por eso los regalos llevan moño.
El cerebro y la publicidad
Finalmente, el doctor A. K. Pradeep sugirió que en el ámbito publicitario no es conveniente mostrar a mujeres solas, porque eso no genera impacto. Un anuncio tampoco debe mostrar a más de tres personajes; en materia de publicidad, el cerebro humano no conecta con demasiados personajes. Lo que sí funciona muy bien es hacer explícito el contacto con seres humanos o animales y otorgar al espectador una experiencia agradable y lo más cercana posible al producto.
“De igual modo, el cerebro reacciona muy bien a la música, los primeros cinco segundos de un mensaje son cruciales. No se tiene tiempo para contar toda una historia, así que la música debe hacer que todo suceda. Las imágenes en cámara lenta son una herramienta poderosa porque biológicamente el cerebro está programado para contemplar y apreciar imágenes en cámara lenta. Cuando se predice algo que resulta cierto, el cerebro produce dopamina. Por lo tanto, existe una recompensa y la cámara lenta favorece las predicciones”.
Para concluir, Pradeep recomendó evitar el uso de maniquíes sin cabeza, piernas o brazos, porque el cerebro reacciona negativamente a partes mutiladas: “Figuras así, en lugar de atraer, alejan. En las tiendas se debe considerar la instalación de un televisor, pues resulta ideal para los acompañantes. Cuando los hombres ven programas, deportes o alguna serie donde se escenifican triunfos, automáticamente experimentan euforia, y una vez que la mujer le pregunte cuál vestido, blusa o par de zapatos llevar, el cerebro masculino sin pensarlo mucho responderá: llévate todo”.
Fuente: CONACYT.
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