Del 2 al 9 de octubre se llevará a cabo la décima edición de la Olimpiada Latinoamericana de Astronomía y Astronáutica (OLAA) en la ciudad de Córdova, Argentina, en la que participará la delegación mexicana al lado de otros países como Colombia, Paraguay, Chile, Perú, Brasil, Uruguay, Bolivia y el país sede, Argentina.
La delegación mexicana está conformada por cinco estudiantes de nivel medio superior: Brayan Ramírez Camacho, de Hermosillo, Sonora; Diana Ávila Padilla, de Mérida, Yucatán; Geraldine Lomelí Ponce, de Puebla; Valeria García Hernández, de Culiacán, Sinaloa, y Ronaldo Navarro Ambriz, de San Luis Potosí. Ellos respondieron a la convocatoria emitida a inicio de este año, la cual logró reunir a poco más de 120 estudiantes de toda la república, quienes recibieron asesorías por Internet, además de cumplir con tareas y ejercicios.
A partir de su desempeño, fueron evaluados para conformar un grupo de 13 estudiantes, quienes acudieron en la primera semana de septiembre a las instalaciones del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), en Tonantzintla, Puebla, a realizar exámenes tanto teóricos como prácticos. La intención era perfilar a los cinco finalistas que ahora integran la delegación mexicana que representará a nuestro país en este importante evento de ciencia.
El doctor en astronomía e investigador del INAOE, Eduardo Mendoza Torres, quien ha impulsado y organiza desde 2002 la Olimpiada Nacional de Astronomía en México y desde 2009 la participación de México en la OLAA, declaró en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt que la Olimpiada de Astronomía en México busca incentivar a los jóvenes no solo en el estudio de la astronomía, sino también encontrar una verdadera aplicación de las matemáticas y la física, como herramientas fundamentales de la astronomía y de muchas otras, a fin de que sus horizontes se expandan y tengan claridad a temprana edad de lo que realmente quieren, y su elección no solo se sustente en una apreciación errónea de las ciencias duras.
“Se busca incentivarlos, no solo en la astronomía o en las matemáticas, sino en su aplicación. Sabemos que a la gran mayoría no le gusta las matemáticas ni la física, de hecho hay chicos que vienen con la idea de estudiar diseño gráfico, medicina u otras carreras, pero resulta que demuestran que sí tenían habilidades para la astronomía, incluso con el uso de las matemáticas, entonces ven la utilidad de esta última y cambian la forma de ver esta ciencia”.
Ecuaciones y galaxias
Las pruebas realizadas a los estudiantes seleccionados, comenta el doctor Mendoza Torres, consisten en una diversidad de ejercicios teóricos con ecuaciones y descripción adecuada de los procedimientos. En la parte práctica, los estudiantes tienen que demostrar un conocimiento exacto de los sistemas de coordenadas geográficas y celestes y aplicarlas en condiciones de simulación, ubicar en un mapa celeste constelaciones, nebulosas, entre otros cuerpos celestes.
El doctor Mendoza Torres, como coordinador en México de la Olimpiada Nacional de Astronomía y delegado por México ante la OLAA, no olvida destacar que actualmente están colaborando al menos 15 investigadores y exparticipantes de la olimpiada de diferentes instituciones de todo el país, para asumir el papel de delegados en sus entidades y asesorar a los estudiantes seleccionados, además de que han brindado apoyo constante durante todo el proceso de selección y preparación de los mismos.
“Los resultados son notables, de las olimpiadas podemos decir que de los chicos que han participado ya tenemos 11 doctores en astronomía y tres más están cursándolo. Otros están en la maestría, también en astronomía y otros más se han ido a otras áreas, como óptica y electrónica. Sin embargo, una de las deficiencias que notamos es que la convocatoria no llega a muchos estudiantes, por eso la invitación es a todos los jóvenes, a que no tengan miedo, algunos participantes dicen que gracias a que vieron cómo se aborda la astronomía de manera formal (con matemáticas y física) es como llegaron a estudiarla como una carrera”, concluye el doctor Eduardo Mendoza Torres.
Fuente: CONACYT.
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