El cerebro humano está compuesto por billones de células nerviosas que se encuentran organizadas en diferentes patrones y funcionan de manera conjunta para controlar el pensamiento, emociones, comportamiento, movimiento y sensaciones. Una vez que se tiene conocimiento de la estructura y funcionamiento del cerebro, se considera importante entender que actualmente las lesiones cerebrales son una de las principales causas de discapacidad y de deterioro cognitivo.
Las investigadoras Beatriz González Ortuño y Paola González Lázaro, coautoras del libro Afasia, de la teoría a la práctica, explicaron en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt lo que debemos saber acerca de lesiones cerebrales y las repercusiones que hay a nivel personal y familiar cuando una persona sufre de algún tipo de lesión de esta índole.
¿Qué causa una lesión cerebral?
La causa más común que puede ser factor determinante de una lesión cerebral es el traumatismo directo a través de un golpe o accidente, y la respuesta al trauma suele tener variaciones ya que la persona tiende a sentirse aturdido o incluso inconsciente por periodos de tiempo indefinidos.
Las alteraciones vasculares son otras causas que pueden provocar daño en el cerebro de manera indirecta ya que un cambio o interrupción en el riego sanguíneo puede desencadenar aneurismas, infartos cerebrales, isquemias o hemorragias.
Otra causa que conlleva a una lesión cerebral es la aparición de tumores, pues no solo debe considerarse la zona de crecimiento del quiste sino la brevedad del diagnóstico para evitar que cause un mayor daño al cerebro.
“Es difícil diagnosticar el daño ya que el crecimiento de los tumores es lento y, por lo tanto, el mismo cerebro va compensando y para cuando se hace evidente el tumor es cuando ya afectó funciones cerebrales debido al tamaño que alcanzó”, expresó Beatriz González Ortuño.
Accidentes, caídas, deportes extremos de contacto directo como el boxeo o futbol americano, cirugías cerebrales o infecciones como la cisticercosis, son algunos factores que predisponen al cerebro como un objetivo vulnerable para adquirir una lesión.
“Sabemos que también existen factores de riesgo que facilitan las lesiones cerebrales y que pueden ser controlados por la persona, como el estrés, sedentarismo, hipertensión, fumar o beber alcohol, y que a través del cuidado cotidiano hay menores probabilidades de sufrir algún daño”, comentó Paola González Lázaro.
El proceso de recuperación
La recuperación tiene un periodo de tiempo indefinido, puede medirse en semanas, meses e incluso años, depende de la gravedad del daño y además puede ser incompleta, ya que los efectos de una lesión cerebral duran toda la vida.
Beatriz González mencionó que el cerebro tiende a restablecerse de manera espontánea y en un periodo aproximado de seis meses a un año después de sufrir la lesión; el cerebro se reorganiza, se adapta y reencamina su proceso de sanación, complementándose con terapia neuropsicológica y tratamientos farmacológicos.
Una vez que la lesión en el cerebro ya está presente, el cuerpo entra en un proceso que permite su rehabilitación y de acuerdo con Paola González hay diferentes maneras en que el cerebro puede sanar, pues gracias a la cualidad de plasticidad que tiene la materia gris, las dendritas neuronales pueden crecer nuevamente y cubrir las áreas dañadas de forma parcial.
Los mecanismos de sustitución funcional son otro medio por el cual hay una regeneración de la capacidad cerebral para resarcir los daños. A través de este medio, otras áreas del cerebro que permanecen intactas toman la funcionalidad del área que ha sufrido la lesión, pero no de manera completa.
Existen además variables que influyen en este proceso de reparación, son diversas y están relacionadas con la rapidez con que el cerebro puede rehabilitarse. Una de estas variables es la edad, ya que a menor edad el cerebro tiene mayor capacidad de plasticidad y posibilidad de recuperación.
La localización y extensión de la lesión, así como la etiología de la lesión, es decir, la causa que originó la lesión, también son variables importantes que permitirán conocer qué habilidades son las afectadas y así concretarse en tratarlas, “es diferente tener el daño porque fue una cuestión vascular o porque fue un fuerte golpe en la cabeza y, en este sentido, el golpe en la cabeza tiene un mejor pronóstico de recuperación que el evento vascular”, subrayó Beatriz González.
Se debe considerar que los antecedentes personales también son un factor influyente en el proceso de recuperación ya que, de acuerdo con la especialista, se indica que el nivel educativo o intelectual que la persona lesionada posea será una variable que determine el tiempo de la rehabilitación, debido al trabajo cognitivo que el cerebro tiene hace que haya mejores pronósticos.
El factor emocional es otro determinante que influye de gran manera en el proceso de recuperación ya que una persona que está motivada y comprometida con su círculo social más cercano, como es la familia, tiene una mayor probabilidad de recobrar su salud, que alguien abandonado y sin compromiso con la vida.
“Mantener el cerebro activo por medio de trabajos cognitivos como la lectura, resolver crucigramas, etcétera, está relacionado con el envejecimiento mismo y un cerebro bien estimulado permite retrasar este proceso a nivel mental”, mencionó Paola González.
Repercusiones personales y familiares de una lesión cerebral
Dependiendo de la localización de la lesión cerebral, así como de su extensión, pueden presentarse diferentes trastornos que van desde los lingüísticos o motores hasta los cognitivos en cuestiones de atención, memoria o toma de decisiones, afectando así la calidad de vida del lesionado.
“Independientemente de la lesión, es importante saber que siempre hay un antes y un después, ya que no solo afecta la imagen del paciente sino sus relaciones intra e interpersonales, entre las que se incluye el aspecto laboral”, explicó Beatriz González.
Cuando está presente una enfermedad o lesión en un familiar, explicó la especialista, esta afecta a todos los miembros y personas cercanas a el, al grado de que las rutinas y responsabilidades pueden cambiarse o interrumpirse, pues alguien se convierte en el encargado de la atención del enfermo.
“Se ha hablado mucho del estrés del cuidador primario, que termina siendo uno de los miembros de la familia más cercanos como la pareja o los hijos y representa un cansancio tanto físico como emocional”, mencionó Beatriz González. Este estrés puede definir en muchos casos la calidad de vida del enfermo y de la familia en general.
Para evitar este tipo de manifestaciones negativas en el núcleo familiar, las investigadoras consideran que es necesario tener una buena red de apoyo, ya sea con los mismos familiares o a través de un grupo de profesionales, así como no olvidar que es necesario tener un tiempo personal.
La mejor manera de evaluar la recuperación del paciente con lesión cerebral, afirman, es a través de la reinserción laboral, ya que por medio de este proceso se tiene un mayor reto en las habilidades de pensamiento, comunicación y concentración.
Fuente: CONACYT.
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