El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) apoya la formación de capital humano científico y tecnológico de alto nivel en sus diversas modalidades, a través del Programa de Becas para Estudios de Posgrado, que brinda acceso a la población a realizar estudios de alto nivel en instituciones académicas de excelencia, tanto en el país como en el extranjero.
En ese contexto, dos estudiantes de la Facultad de Química, de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), quienes son parte de este programa de becas del Conacyt, desarrollan proyectos de investigación enfocados en identificar las propiedades de plantas con uso potencial en el tratamiento de enfermedades en seres humanos, así como en el control de plagas en cultivos, particularmente de maíz (Zea mays).
Alternativa natural para el tratamiento de la Leishmania
La estudiante del doctorado en ciencias químico biológicas, de la Facultad de Química de la UAQ, Ronna Delgado Altamirano, desarrolla un proyecto de investigación con el objetivo de encontrar alternativas para combatir parásitos y otros microorganismos que provocan enfermedades en los seres humanos, en especial la leishmaniasis en poblaciones de escasos recursos.
Al respecto, Ronna Delgado Altamirano puntualizó que este estudio partió de su proyecto de maestría, que tenía el objetivo de buscar plantas que se utilizaban de manera tradicional contra enfermedades como la leishmaniasis, conocida comúnmente como la úlcera del chiclero, que afecta principalmente a personas de poblaciones rurales que se dedican al trabajo en plantaciones de chicle (Manilkara zapota), cacao (Theobroma cacao) y de café (Coffea).
“Esta enfermedad tiene tres tipos de manifestaciones, que son la leishmaniasis cutánea, que es la forma más sencilla donde el paciente solo muestra úlceras que, dependiendo de su sistema inmune, solo genera cicatrices. El segundo tipo de leishmaniasis es la mucocutánea, que como su nombre lo indica, afecta a tejidos de tipo mucoide como ojos, nariz, boca, e incluso genitales, lo que ocasiona la destrucción del tejido”, abundó.
El tercer caso, que es el más grave de acuerdo con Delgado Altamirano, es la leishmaniasis visceral, que es la forma mortal de esta enfermedad, donde el parásito se inserta en el bazo o hígado, lo que ocasiona, en la mayoría de los casos, el fallecimiento del paciente.
“Lo que nosotros planteamos para mi proyecto de maestría, apoyada por el Conacyt, fue analizar 10 plantas que se utilizan en México como tratamiento para otras parasitosis, como la alfombrilla (Lantana camara), trompetilla (Bouvardia ternifolia), verdolaga (Portulaca oleracea), flamboyán (Caesalpinia pulcherrima), pata de vaca (Bauhinia variegata), simonillo (Conyza filaginoides), mezquite (Prosopis laevigata), pirul (Schinus molle), huizache (Acacia farnesiana) y guayaba (Psidium guajava), que se encuentran ampliamente distribuidos en nuestro estado”, puntualizó.
Ronna Delgado Altamirano destacó que de esas diez plantas analizadas, la que tuvo mejores resultados fue la alfombrilla, que por su gran cantidad de terpenoides, principalmente de tipo lantadenos y otros compuestos como los beta-cariofilenos, podría considerarse como una alternativa para el tratamiento de esta enfermedad en pacientes que, por sus condiciones sociales y económicas, no tienen acceso a servicios médicos.
“Actualmente lo que queremos hacer, ya como parte de mi proyecto de doctorado, es probar estos compuestos de manera aislada en un modelo en ratones para observar su efectividad y también ver si es posible que el extracto que obtuvimos pueda ser estandarizado y, a partir de la alfombrilla, desarrollar un ungüento que pueda fungir para el tratamiento de la leishmaniasis cutánea”, señaló.
Para el desarrollo del proyecto, indicó Delgado Altamirano, se contó con la colaboración de académicos e investigadores de la Facultad de Química de la UAQ, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Unidad Querétaro del Centro de Investigación en Ciencia Aplicada y Tecnología Avanzada (CICATA), el Colegio de Posgraduados Unidad Texcoco y una institución educativa internacional, además del apoyo del Fondo de Proyectos Especiales de Rectoría (Foper) de la UAQ.
“También colaboró en el proyecto la doctora Lianet Monzote Hidalgo del Instituto de Medicina Tropical ‘Pedro Kourí’ en La Habana, Cuba, quien fue la que nos apoyó en trabajar con el parásito, porque nosotros no lo tenemos en la facultad. Tenemos planeado concursar para un proyecto de Fondos Sectoriales del Conacyt con la Secretaría de Salud para poder trabajar con personas que ya están infectadas, para llevarles el extracto natural, lo usen, e incluso lo puedan preparar ellos mismos en un futuro”, señaló.
Nuevos insecticidas naturales para cultivos de maíz
Por su parte, la estudiante del posgrado ciencia y tecnología ambiental de la Universidad Autónoma de Querétaro, Cinthia Magali Quintana López, desarrolló un proyecto de investigación con la finalidad de determinar la actividad insecticida e insectistática de extractos orgánicos provenientes de la planta Senna crotalarioides para erradicar plagas como Spodoptera frugiperda o gusano cogollero en cultivos de maíz.
“Para la elaboración del extracto, recolectamos la planta en San Luis Potosí, porque ahí se encuentra en estado silvestre. Posteriormente, seleccionamos las partes aéreas de la planta, como son la flor, hojas, el tallo, y las separamos, dejándolas secar durante quince días para después molerlas y colocar cada parte en diferentes solventes, que eran el clorofórmico, exénico y el metanólico. De esta manera, se procesaron, se llevaron a sequedad para eliminar los residuos y se aplicaron directamente al gusano”, detalló.
Como resultado de esta investigación, anunció Quintana López, se obtuvo un impacto importante con el extracto metanólico de hojas de Senna crotalarioides, que mató a casi 90 por ciento de esta plaga del maíz en las pruebas realizadas.
“El siguiente paso de la investigación es identificar el compuesto mayoritario del extracto metanólico para definir si este es el que causa la actividad biológica de la planta. Se ha comprobado que los insecticidas botánicos, además, le confieren a las plantas una propiedad de resistencia y defensa contra los depredadores naturales de cada especie vegetal, como insectos o animales. Los metabolitos secundarios que poseen algunos insecticidas botánicos generan esa protección, algo parecido a las vitaminas en los seres humanos”, explicó.
La estudiante de ciencia y tecnología ambiental de la UAQ puntualizó que este tipo de investigaciones permite el desarrollo de nuevos conocimientos respecto a plantas como la Senna crotalarioides, de la cual se tiene poco conocimiento.
“La planta, incluso, carece de un nombre común. Solamente algunas personas de la región la conocen y utilizan porque tiene propiedades antiinflamatorias. Como es una planta silvestre me di cuenta de que es resistente, no la atacan plagas y aunque el clima es muy variable la planta sobrevive; eso dio paso a que comenzara a estudiarla. Con apoyos como los que recibimos del Conacyt, se asegura que sigamos desarrollando investigaciones de este tipo”, finalizó.
Fuente: CONACYT.
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