¿En qué medida la aplicación de la ciencia y la tecnología contribuye a la disminución o erradicación de la pobreza? Las respuestas son vastas, pero en todas ellas hay un común denominador: su aporte es innegable e invaluable.
En México, 46.2 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), lo que significa que casi la mitad de los habitantes tiene desnutrición, no tiene acceso a servicios de salud, educación, agua potable o seguridad social, además que tiene muy bajos ingresos y condiciones precarias en su vivienda.
Las estrategias que se han aplicado corresponden mayoritariamente a programas gubernamentales aplicados a diferentes fines, en tanto que organizaciones de la sociedad civil y de la iniciativa privada contribuyen con múltiples esfuerzos; no obstante, no cubren las necesidades actuales.
Con el propósito de dimensionar y discutir el papel de la ciencia para resolver estos problemas, se realizó el Seminario Académico Internacional (SAI) “Explorando tecnologías de punta para el combate a la pobreza en México”, que reunió a académicos, representantes de organizaciones de la sociedad civil, integrantes de gobiernos y estudiantes, provenientes de diversos estados del país o de Paraguay, Brasil, Argentina, Colombia, Israel o Estados Unidos.
Durante una exhaustiva jornada se presentaron proyectos que, mediante la aplicación de herramientas científicas y tecnológicas, buscan mejorar la vida de las personas en condiciones de pobreza, tanto en México como en otros países; además que se presentaron experiencias y casos de éxitos de otras latitudes que han tenido resultados positivos.
Desde iniciativas de dispositivos y aplicaciones para la detección de cáncer cervical o capacitación para mujeres en ingeniería de energía solar, pasando por proyectos que involucran a las comunidades marginales para alumbrar sus calles, hasta plataformas gubernamentales para medir y vincular las políticas públicas en materia de desarrollo social.
En el acto, el director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Enrique Cabrero Mendoza, detalló que México está transitando a ser una sociedad del conocimiento, en la que el diseño de las políticas públicas y programas gubernamentales se inspiren en la evidencia científica.
“Que el conocimiento científico y tecnológico que se genera en el país pueda abatir desigualdades, pobreza, exclusión social, así como todo tipo de problemas de salud, de educación y medioambientales; porque este desarrollo no puede darse a costa del bienestar social”, dijo.
En su oportunidad, el subsecretario de Planeación, Evaluación y Desarrollo Regional de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), Javier García Bejos, indicó que en el país no habrá justicia social si se construye sobre escenarios de desigualdad y falta de oportunidades.
“Con pobreza, la justicia social es escribir leyes que no se cumplen; con pobreza descorazonamos a los jóvenes y cancelamos la posibilidad de vivir mejor”, abundó.
Por ello, expuso la pertinencia de este seminario pionero porque da la pauta para que la pobreza sea combatida a través de la suma de esfuerzos gubernamentales, académicos, del sector privado y de la sociedad civil organizada.
Al respecto, Cabrero Mendoza detalló que desde el Conacyt se ejecutan acciones para involucrar a la comunidad académica en la atención a problemas nacionales, para que apliquen su agenda de investigación para resolver problemas de salud, alimentación, desarrollo sustentable, uso de tecnologías renovables, desarrollo urbano y seguridad ciudadana, entre otros aspectos.
Asimismo, detalló que para detonar la generación de más conocimiento se han realizado reformas de acceso abierto a los resultados de investigación, a fin de que estén al alcance de toda la sociedad.
Ciencia contra la pobreza
En el acto inaugural, Bernardo Kliksberg, renombrado investigador y promotor del combate a la pobreza, destacó que a lo largo y ancho del planeta hay experiencias exitosas de cómo la ciencia y la tecnología están siendo utilizadas para mejorar la vida de los pobres.
Reflexionó que en el planeta hay grandes contradicciones: el desarrollo científico y tecnológico es descomunal; no obstante, millones de personas viven en situaciones precarias. Por ejemplo, mil millones de personas subsisten con menos de dos dólares diarios; hay 800 millones de seres humanos que tienen hambre severa, teniendo como destino único enfermarse o morir; en tanto que dos mil millones padecen “hambre silenciosa”, es decir, que carecen de los seis micronutrientes básicos; al tiempo que 16 mil niños menores de cinco años mueren a diario por causas evitables.
El «padre» de la Gerencia Social y asesor de organismos internacionales detalló que los grandes retos mundiales son la desigualdad, la pobreza y el cambio climático, problemáticas que siempre repercuten en los más desfavorecidos y vulnerables, es decir, los pobres.
Abundó que poner la ciencia y la tecnología al servicio del combate a la pobreza es preponderante. Siendo así que es urgente detonar las sinergias entre todos los sectores para el desarrollo de proyectos encaminados al bienestar social.
Y es que, señaló, frente a estos grandes problemas se puede actuar de dos formas: verlos como abrumadores, o bien actuar para solucionarlos; e instó: “Más vale encender una luz que maldecir la oscuridad”.
El director del Centro de Investigación e Innovación en Tecnologías de la Información y Comunicación (Infotec), Sergio Carrera Riva Palacio, detalló que en México ha habido casos de éxito de la aplicación de la ciencia y tecnología para resolver carencias concretas, en los que la participación de la sociedad ha sido fundamental.
Destacó que desde el área de estudio de Infotec, las tecnologías de información y comunicación, se trabaja para que sean habilitadores de la circulación del conocimiento, pero también para estimular su apropiamiento para resolver las necesidades básicas de la población más vulnerable.
El SAI fue organizado por el Conacyt, la Sedesol, el Centro de Investigación e Innovación en Tecnologías de la Información y Comunicación, el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el Banco Santander y la organización Universia.
Fuente: CONACYT.
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