¿Has imaginado tu ciudad como una unidad que se pueda reconfigurar de acuerdo con las necesidades de la misma? Por ejemplo, que pueda desviar el tráfico cuando cierta zona empiece a aumentar sus niveles de contaminación; o bien, que se optimizara la recolección de basura mediante sensores conectados a centrales que avisaran a los camiones recolectores cuáles contenedores están listos para ser recogidos y trazar rutas optimizadas de recolección.
Además de esto, saber a qué hora pasará el autobús, metro o tren en tiempo real, incluso no tener la necesidad de asomarse al refrigerador para saber cuántos alimentos se han terminado, ya que estos se solicitarán automáticamente al supermercado online y te serán entregados en tu domicilio en el horario que tú elijas. Estas aplicaciones y muchas otras más podrán ser posibles gracias al internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés).
Si bien estos ejemplos son en ciudades enteras, en el hogar, el internet de las cosas también será aplicado en la salud, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de la sociedad y optimizar la utilización de los recursos.
Esta tendencia del internet de las cosas va al alza y se estima que para 2020 el número de dispositivos conectados al internet de las cosas ascienda a 50 mil millones, de acuerdo con información del artículo científico IEEE 802.11ah: A technology to face the IoT challenge, publicado recientemente en la revista Sensors.
Asimismo, el internet de las cosas tendrá tal relevancia que para el 2025 podría tener un impacto económico potencial de 11 trillones de dólares al año, lo cual sería el equivalente a alrededor de 11 por ciento de la economía mundial, así lo señala el libro Internet of Things, de los doctores Rajkumar Buyya y Amir Vahid Dastjerdi, publicado el año pasado por la editorial Morgan Kaufmann.
Aunque esta tecnología va en crecimiento, todavía se enfrenta a algunos retos tecnológicos, como desarrollar elementos que soporten una gran cantidad de dispositivos interconectados; así como desafíos legales, ya que los equipos compartirán información personal, según señalaron dos especialistas que realizan sus estudios de posgrado en Europa, con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Desafíos tecnológicos
El internet de las cosas abre las puertas a innovaciones que construirán un tipo diferente de interacciones entre las cosas sin la necesidad de intervención de los seres humanos, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los mismos, lo cual representa importantes desafíos tecnológicos.
Por ejemplo, “en los últimos años, se ha dado un crecimiento exponencial en la evolución y desarrollo de las diferentes tecnologías de comunicación dirigidas a impulsar el internet de las cosas. Las nuevas aplicaciones requieren soluciones de conectividad innovadoras y nuevas formas de compartir datos entre diferentes dispositivos y redes, creando así un nuevo concepto de Internet”, así lo señala el artículo publicado en la revista Sensors y cuyo autor es el investigador mexicano Víctor Baños González.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el especialista subrayó que los principales retos tecnológicos son: el consumo de energía de los dispositivos, ya que estos deben estar encendidos las 24 horas, los siete días de la semana; los rangos de cobertura de las tecnologías, debido a que las principales aplicaciones IoT están enfocadas en cubrir grandes distancias (ciudades enteras); la capacidad de soportar un gran número de dispositivos intentando ser conectados al mismo tiempo en un punto de acceso, para recolectar la información y enviarla a un servidor.
Ante estos desafíos, Baños González, quien actualmente realiza un doctorado en ingeniería telemática en la Universidad Politécnica de Cataluña, España, se dio a la tarea de analizar las especificaciones técnicas, así como los requerimientos de las principales aplicaciones para que puedan operar de manera óptima con el internet de las cosas.
Se enfocó en la especificación IEEE 802.11ah la cual, a diferencia de otras como IEEE 802.11ac e IEEE 802.11n, opera a una frecuencia menor a un gigahercio (Ghz), esto hace que la tecnología tenga mayor alcance, además esta tecnología tiene la capacidad de contener un mayor número de dispositivos asociados a un mismo punto de acceso.
“En las versiones anteriores de IEEE 802.11 se aceptaban hasta dos mil estaciones por punto de acceso, en cambio, el IEEE 802.11ah acepta hasta ocho mil estaciones por punto de acceso. Además, esta especificación brinda mayor cobertura, su alcance es de hasta 1.5 kilómetros por punto de acceso, mientras que en las otras especificaciones la cobertura máxima era de 300 metros, ya que estaban diseñadas para aplicaciones en interiores”.
En diciembre de 2016, la especificación IEEE 802.11ah se convirtió en un estándar y llevará la certificación de la asociación de Wi-Fi (Wi-Fi Alliance) bajo el nombre de Wi-Fi HaLow.
Wi-Fi HaLow está enfocada en aplicaciones IoT y no es compatible con versiones anteriores de la familia IEEE 802.11, debido a la frecuencia que opera según la legislación de cada país y por ser menor a un gigahercio (GHz), por ejemplo en Europa operará en los 863-869 megahercios (MHz) y en Estados Unidos en los 902-928 MHz.
Retos legales
Además de los desafíos tecnológicos, el internet de las cosas también se enfrenta a retos legales que podrían poner en riesgo a los usuarios.
Para Jesús Manuel Niebla Zatarain, especialista en inteligencia artificial y derecho, el internet de las cosas presenta un riesgo potencial, ya que estos dispositivos obtienen información personal sin seguir protocolos de seguridad, en la mayoría de los casos.
“Esto termina siendo utilizado como una plataforma sobre la cual se puede obtener una gran cantidad de información, más allá de lo estrictamente necesario”, subrayó el doctorando en inteligencia artificial y derecho por la Universidad de Edimburgo, Escocia.
Supongamos que una mujer es ama de casa y trabaja medio tiempo, se apoya en este tipo de dispositivos para realizar tareas tales como encender la estufa, aires acondicionados y demás equipos domésticos. Estos datos pueden ser utilizados para generar perfiles, como estatus social, capacidad económica, horario de trabajo, número de integrantes de la familia, entre otras, y dicha información puede ser utilizada para la realización de varias figuras delictivas.
Otro ejemplo del uso indebido de datos podría ser en el sector salud. Supongamos que una persona con marcapasos envía el monitoreo de su corazón a su médico para evitarse visitas rutinarias, de igual manera el médico puede ser capaz de ajustar el dispositivo remotamente. En este supuesto, el usuario del marcapasos podría verse sometido a extorsión por parte de un hacker.
Si bien este segundo ejemplo es más extremo, ya que lo común es utilizar este tipo de datos para crear perfiles para cuestiones de mercadeo, es un riesgo latente, señaló el experto quien recientemente fue galardonado en el Simposio Internacional de Informática y Derecho IRIS.
Ante este panorama, en los últimos años en algunos países de Europa se ha impulsado una cooperación entre el sector jurídico y el tecnológico, esto para asegurar el legítimo manejo de información personal y que su uso no difiera del permitido por sus dueños.
La Comisión Europea cuenta con el Grupo de Trabajo Artículo 29 (conformado por representantes de las autoridades nacionales de protección de datos) para implementar modelos regulativos de los dispositivos que hacen uso del internet de las cosas.
Pese a estos dos desafíos, en los próximos años el internet de las cosas cambiará de manera radical la manera de comunicarse entre humanos, entre humanos y máquinas e incluso entre máquinas. Así que habrá que esperar cómo fluye esa interrelación entre más de 50 mil millones de dispositivos conectados que se esperan para 2025.
Fuente: CONACYT.
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