El desarrollo científico y tecnológico en México enfrenta varios retos que van desde la inversión, la infraestructura, la vinculación de la academia con la industria, la divulgación, la cantidad de recursos humanos altamente capacitados, el sistema de evaluación de los investigadores, los esquemas de jubilación y hasta los tiempos y escenarios políticos tanto nacionales como internacionales.
Todos estos factores influyen para que se acelere o frene el avance en la investigación, el desarrollo y la innovación, y con ello que el país suba o no a la economía y sociedad del conocimiento.
En una reunión realizada en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a la cual se dieron cita más de 200 científicos de todo el país, los investigadores debatieron la situación actual de la ciencia y la tecnología en el país.
Un balance de la ciencia en México
El director del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Enrique Cabrero Mendoza, resaltó que la inversión en ciencia y tecnología ha crecido, quizás no al ritmo que se quisiera, pero ha ido en aumento.
Destacó que el Gasto en Investigación y Desarrollo Económico (GIDE) pasó de menos de 80 mil millones de pesos en 2012 a alrededor de 100 mil millones de pesos en 2017.
Asimismo, resaltó que una de las prioridades de su gestión al frente del Conacyt es la formación de recursos humanos altamente capacitados, por eso casi se ha triplicado el número de becas en los últimos años.
Mientras que en el periodo 2001-2006 se otorgaron 50 mil 347 apoyos, se espera que en esta administración federal del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018) se cierre con un total de más de 162 mil.
También la cantidad de miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) ha crecido alrededor de 46 por ciento de 2012 a lo que va de 2017, ya que pasó de 18 mil 554 científicos a 27 mil 66 en este año.
Invitar a la industria
Sin recursos económicos no se puede hacer ciencia, tecnología o innovación y una manera de atraer más presupuesto a este sector es “conquistar” la industria, tal y como lo han hecho otros países que han crecido a ritmos acelerados en los últimos años.
En este sentido, el doctor Raúl Rojas, científico mexicano que es reconocido en todo el mundo por el desarrollo de prototipos de vehículos autónomos, expresó: “Cuando voy a México veo que se discute intensamente el poder llegar a uno por ciento de producto interno bruto (PIB) en inversión en ciencia y tecnología y se le demanda al gobierno que invierta más y está bien, yo también le pido al gobierno que lo haga, pero ese no es el camino”.
Señaló que en las estadísticas de la inversión en ciencia y tecnología en Europa, 55 por ciento de dicha inversión es privada, es decir, las empresas son las que realmente están realizando la investigación y el desarrollo tecnológico.
En el caso de Alemania, la inversión privada alcanza 70 por ciento. Por ejemplo, “la empresa Volkswagen invierte alrededor de 11 mil millones de euros al año, que sería el equivalente al presupuesto de aproximadamente 11 universidades alemanas”.
Justo en los últimos cinco años se le ha dado un mayor impulso a la vinculación entre la industria, la academia y el gobierno para que juntos desarrollen innovaciones que estimulen la economía del conocimiento.
Para ello, el Conacyt cuenta con diversos programas y fondos como el Programa de Estímulos a la Innovación (PEI), Fondo de Innovación Tecnológica (FIT) y recientemente el Estímulo Fiscal a la Investigación y Desarrollo de Tecnología (EFIDT), entre otros.
Aunque se cuenta con programas y fondos, los cuales han tenido buenos resultados, aún falta cambiar el “chip” tanto de los empresarios como de los académicos, para que trabajen más proyectos en conjunto.
Para Fátima Itzel López Fernández, titular de la División de Gestión Tecnológica e Innovación del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), este es un gran reto porque “aún no existe la cultura de trabajar en conjunto estos sectores”.
La evaluación de los científicos
Además de los recursos económicos, otro de los retos que se han planteado en diversas discusiones en que se han abordado los desafíos para aumentar el desarrollo científico y tecnológico de México, es el tema de la producción y evaluación científica.
María Elena Medina Mora, directora general del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM), señaló que se debe revisar y replantear la manera en que se evalúa a los científicos, ya que los criterios valoran más la cantidad que la calidad.
Además, añadió se deben hacer evaluaciones ad hocpara cada disciplina, pues cada área del conocimiento tiene características muy peculiares que se deben tomar en cuenta al momento de evaluar.
En este mismo sentido, Francisco Pellicer, director de Investigación en Neurociencias del INPRFM, manifestó que es necesario eliminar el sistema de “puntocracia”.
Añadió que el sistema de evaluación del quehacer científico “se ha reducido solo a lo que se puede contar y se puede meter en una contabilidad de productividad; sin embargo, esto (la labor científica) es mucho más complejo”.
Pero, ¿por qué los científicos se han enrolado en el tema de los puntos en lugar de preponderar la calidad de las investigaciones?, pues resulta que los académicos e investigadores tienen un sueldo fijo, el cual en ocasiones puede ser bajo, pero se compensa con “bonos de productividad, estímulos o becas”.
Esto lleva a otro reto, el cual está relacionado con el tema de la jubilación de los investigadores, ya que al tener un sueldo fijo y diversos bonos, el retiro no es un aspecto económicamente atractivo para los científicos.
Renovar la planta académica
Son varias las consecuencias en el sector académico, científico y tecnológico del hecho de no contar con regímenes de jubilación atractivos, así lo señalaron Graciela Bensunsán e Ívivo Ahumada Lobo en el texto “Sistemas de jubilación en las instituciones públicas de educación superior y composición por edad del personal académico”.
“Por una parte, los académicos enfrentan al final de su carrera el dilema de tener que escoger entre continuar trabajando cuando sus condiciones de salud y sus capacidades intelectuales están mermadas u optar por el retiro, con la consiguiente disminución de su nivel de vida y el de su familia”, indicaron en dicho documento publicado en la Revista de la Educación Superior.
Por esta razón, se observa en las universidades y centros de investigación una marcada tendencia al envejecimiento de las plantas académicas, situación que afecta en mayor o menor medida a las instituciones según el promedio de edad de sus integrantes.
Renovar la planta académica es importante para impulsar la dinámica generadora de ideas nuevas, de lo contrario “se siguen apoyando las mismas ideas de hace 30 años, no se favorecen las ideas disruptivas que generan nuevo conocimiento e innovación”, así lo señaló Gerardo Herrera Corral, secretario académico del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav).
Para atender este desafío del sistema de jubilaciones, que no es exclusivo del sector académico, desde 2014 el Conacyt lanzó el programa Cátedras Conacyt, el cual busca incorporar a la academia a los recursos humanos altamente capacitados.
“Cátedras Conacyt permite una renovación, una ‘oxigenación’ de la comunidad científica nacional, lo cual es importante para el desarrollo científico, tecnológico y de innovación del país, ya que entre los 30 y los 40 años de edad es la parte más creativa y productiva de los investigadores”, destacó en su oportunidad Enrique Cabrero Mendoza.
Plan científico y tecnológico a largo plazo
Lo que se buscará impulsar en el año y medio que queda de la administración del doctor Enrique Cabrero Mendoza al frente del Conacyt será “desexenalizar” las políticas científicas y tecnológicas de México.
“Es necesario que se tenga un plan estratégico de 20 o 30 años avalado por el Congreso, el sector empresarial, la academia y la sociedad, para que no pueda tener giros un poco absurdos a lo largo del tiempo”. El objetivo de esto será blindar el desarrollo científico del país de la volatilidad política, para que se puedan cumplir los objetivos planteados.
Fuente: CONACYT.
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