Las destacadas investigaciones del científico sinaloense Alberto Kousuke de la Herrán Arita sobre narcolepsia —trastorno que provoca somnolencia súbita— han sido ampliamente difundidas en revistas especializadas.
En 2013, en colaboración con investigadores de Estados Unidos, publicó un artículo en la prestigiada revista Science donde documentó los resultados de sus estudios a propósito de este trastorno del sueño.
A la par de sus investigaciones, De la Herrán Arita ha incursionado con éxito en la divulgación de la ciencia mediante videocápsulas que él mismo produce y difunde en redes sociales.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el joven científico sinaloense habla del favorable entorno familiar y las influencias que recibió para despertar su talento hacia la investigación.
La curiosidad científica de un niño
El científico sinaloense considera que tuvo una infancia afortunada, pues su única preocupación era ser niño.
“No tuve tiempo de preocuparme por muchas cosas que se preocupan hoy en día los niños, por ejemplo, qué serás de grande. Solo me dedicaba a ser niño, supongo que esa fue una ventaja”, comentó.
Su madre, psicóloga, y su padre, sociólogo economista, buscaron que Alberto se involucrara en alguna actividad de su interés, hasta que encontró juegos de química.
“En mi generación me tocaron esos kits de juguetes científicos Mi Alegría, que mezclaba cosas. Así comenzó a gustarme la ciencia. Recuerdo también que mis papás fomentaron en mí la investigación, claro que dentro del contexto de la infancia”, recordó.
Sus primeras lecturas sobre ciencia llegarían por contagio de Héctor Arita, su tío. El científico regalaba al pequeño todas las revistas viejas que ya no leía sobre ciencia.
Una vez en secundaria, en el Instituto Yolistli, en Culiacán, surgió en él la idea de dedicarse a la medicina. Considerando que serían muchos años los que invertiría en esa carrera, optó por un programa de bachillerato de dos años, lo que le permitiría ahorrar tiempo y convertirse en médico a temprana edad.
“Siendo honesto, estudiar medicina no era lo que más quería. Yo quería ser piloto de jet de combate, pero aquí en México la fuerza aérea no tiene jets de combate modernos, y además soy miope; así que por default habría sido rechazado”, argumentó.
Motivado además por series televisivas, consideró que la carrera de medicina ofrecía un espectro más grande de posibilidades a las que podía dedicarse.
“Veía un programa que se llamaba ER, y me empezó a gustar. Claro que la idea que venden en la televisión sobre el médico no tiene nada que ver con lo que es en la vida real”, dijo.
El camino de la ciencia
Al culminar la preparatoria, ingresó a la Escuela de Medicina de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Reconoce que durante el primer año faltaba mucho a clases, pues las clases le parecían aburridas.
“Si soy honesto, la Escuela de Medicina en ese entonces dejaba mucho qué desear, me aburría mucho; creyeron que hasta me había salido de la escuela. Pero tuve la fortuna de encontrarme con profesores que mantenían ese interés en mí de seguir estudiando”.
Con los amigos hablaba de sus deseos por investigar y emprender un camino en la ciencia, pero hasta ese momento no materializaba sus aspiraciones.
Al llegar el momento de realizar su primera estancia de verano científico, sabía que lo que más le interesaba era el trabajo en laboratorio, no tanto el ambiente de los hospitales, así que acudió al Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN). El año siguiente recibió mentoría por parte del doctor René Drucker Colín, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El investigador trabajaba con enfermedades neurodegenerativas y trastornos del sueño, temas de interés de Alberto; así que en 2006 regresaría a emprender el servicio social con el científico.
Influenza y narcolepsia
En 2009, surgió en México la pandemia de influenza A (H1N1). Fue una coincidencia que Alberto de la Herrán se encontrara trabajando con el científico en la Ciudad de México, estudiando incluso temas sobre trastornos del sueño.
“Posterior a esta pandemia llegó un doctor, amigo del doctor Drucker, que es el doctor William Charles Dement, el padre de la medicina del sueño. Él se encontraba trabajando con la narcolepsia, y como nosotros trabajábamos en ese proyecto, y dio la casualidad de que en México se originó la pandemia de influenza, comenzamos a platicar al respecto. Ahí fue donde surgió ese nuevo proyecto con el que me fui a Estados Unidos, a la Universidad de Stanford”, recordó.
Ingresó a la Universidad de Stanford. La investigación consistió en conectar los puntos. Señaló que la enfermedad se origina por la pérdida de una pequeña población neuronal encargada de la producción de la hipocretina.
“Nadie sabía por qué los pacientes con esta enfermedad perdían estas neuronas, pero revisando la literatura médica encontramos que en 1918 hubo una pandemia de influenza, la influenza española, causada por el mismo virus, y que mató a muchas personas. Un científico descubrió que algunos sobrevivientes presentaban un cuadro de hipersomnolencia. Al estudiarlos post mortem encontró que en sus cerebros faltaba una población neuronal en el hipotálamo”, dijo.
El equipo de investigación del doctor Drucker determinó la misma reacción. “Así fue como hicimos la conexión entre este virus y la enfermedad”, comentó.
Se trató de un esfuerzo multinacional. Colaboraron investigadores de China, debido a que las muestras estudiadas correspondían a niños de China, también de Escandinavia, otros más de Finlandia y Dinamarca, donde también observaron casos de narcolepsia.
Actualmente, el miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y docente de la Facultad de Medicina de la UAS asesora a estudiantes; encuentra en sus estudiantes a jóvenes interesados por la ciencia y la investigación.
“Cada vez hay más estudiantes interesados en la investigación, porque es lo que hace falta en México”, comentó.
Recientemente, el equipo del doctor determinó que 70 por ciento de los culiacanenses presenta trastornos del sueño, comparado con la media nacional o mundial.
“Hay muchos factores. Aquí en Sinaloa hay muchas personas con sobrepeso y obesidad, también influye el estilo de vida, la fiesta, el consumo de sustancias, etcétera”, dijo.
Ciencia en Caliente
El investigador produce cápsulas de video que comparte en redes sociales y que han superado hasta las 200 mil reproducciones. Se trata de la cápsula Ciencia en Caliente, que en un lapso de tres minutos explica el lado científico y con un toque de humor de temas como el consumo de azúcar, el gluten, la resaca, entre otros.
“Mi tutor, el doctor Drucker, es conocido también como divulgador de la ciencia. Siempre me han gustado sus cápsulas, su humor y su manera de transmitir la ciencia a la población en general. Actualmente él tiene 78 años y lamentablemente hay una generación a la que no le resulta tan atractiva la forma en que transmite ese tipo de información, por eso decidí hacerlo con mi estilo”, comentó.
Explicó que los temas que aborda en su cápsula los elige de manera aleatoria, por ocurrencia o por sugerencia de los seguidores.
Su mensaje a los jóvenes consiste en ubicar sus pasiones y dedicarse a ellas para beneficio propio y de la sociedad.
“Que hagan o se dediquen a hacer lo que les apasione. Solo se tiene una vida. En lugar de perder el tiempo, hay que tratar de sacar mejor provecho a las horas que nos queden”, comentó.
Fuente: CONACYT.
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