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Tecnología de monitoreo del Volcán de Colima

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a través del Centro de Geociencias, y la Universidad de Colima (Ucol), por medio del Centro Universitario de Estudios e Investigaciones de Vulcanología (CUEIV), llevan a cabo el estudio de lahares —flujos de detritos— en el Volcán de Fuego de Colima.

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En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, la doctora en vulcanología por el Instituto de Geofísica de la UNAM, Lucía Capra Pedol, nivel III en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), señaló que desde el 2007 inició el estudio de lahares en el Volcán de Fuego de Colima con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la colaboración de la Ucol para realizar un monitoreo en tiempo real de este tipo de eventos.

“Siempre se habían hecho trabajos de campo, pero poder observar directamente esos fenómenos nos permite conocerlos mejor y simularlos para definir de manera óptima las zonas de posible afectación”, afirmó la investigadora del Centro de Geociencias de la UNAM.

Asimismo, mencionó que a partir de 2011 instalaron estaciones de monitoreo de lahares, con videocámaras, sensores sísmicos, estaciones de lluvia y sensores de humedad del suelo.

“El Volcán de Colima para este tipo de fenómenos es el mejor vigilado, ya que no hay ningún otro volcán en México que tiene el mismo tipo de instrumentación”, aseveró la investigadora italiana.

Además, explicó que en la actualidad tienen dos estaciones de monitores de lahares en la barranca La Lumbre y en la barranca Montegrande, lo que permite observar, cuando empieza la temporada de lluvia, qué tipo de eventos se está originando para poder crear un sistema de alerta temprana para prevenir a las poblaciones más expuestas y al mismo tiempo es posible conocer más sobre los lahares.

“En el volcán de Colima son eventos muy frecuentes, siendo un coloso activo que cada año por su actividad explosiva aporta material suelto en sus laderas y cuando inician las lluvias ese material es removido y se origina este tipo de flujos de escombros”, detalló.

En Colima han observado que el alcance más frecuente de los lahares es entre 12 y 15 kilómetros de distancia del volcán y no llegan a la ciudad de Colima porque existe una barrera topográfica que permite que toda el agua que escurre del volcán se desvíe. Sin embargo, estos fenómenos sí han afectado a las poblaciones ubicadas en un rango de 12 kilómetros, como la comunidad de Quesería, en el municipio de Cuauhtémoc; La Becerrera, en el municipio de Comala, y Tonila y San Marcos, en Jalisco.

Durante la temporada de lluvias, en las barrancas cercanas al Volcán de Fuego de Colima pueden verificarse entre siete y diez lahares, señaló la investigadora italiana.

Lahares calientes y fríos

La investigadora especificó que los lahares pueden ser calientes, pero por lo general son fríos. Por ejemplo, recordó que los primeros lahares asociados a la temporada de lluvias de 2015 en el Volcán de Colima fueron calientes debido a la removilización del depósito piroclástico emplazado en julio 2015.

“En el 2015, después de la gran erupción, en la barranca de Montegrande el material piroclástico tenía temperaturas muy elevadas y durante las lluvias ocurridas a las pocas semanas, el material removido por el agua formó una mezcla caliente originando lahares con temperaturas de más de 60 grados”, explicó Lucía Capra.

Aclaró que no todos los lahares son iguales, ya que el poder de destrucción del flujo depende del contenido de material sólido respecto al volumen de agua. Los lahares hiperconcentrados son aquellos donde los flujos presentan volúmenes de agua menor al 50 por ciento respecto al sedimento. Mientras que los lahares denominados flujos de escombros, que son los que más daños provocan, contienen más material sólido y menos agua.

Actualmente, por medio de la convocatoria del Conacyt de Problemas Nacionales 2015, Capra Pedol desarrolla la investigación: Prevención de desastres naturales asociados a eventos hidrometeorológicos en los volcanes activos mexicanosy anteriormente llevó a cabo el estudio denominado Origen de los lahares en el Volcán de Colima (México): propuesta de un sistema de alerta con base en el monitoreo en tiempo real, financiado por la convocatoria SEP-Conacyt 2012, el cual concluyó en enero de 2017.

Mitigación de los efectos de los lahares

La finalidad de estas investigaciones es tener un sistema de alerta temprana para de manera coordinada con las autoridades de protección civil poder mitigar los efectos de los lahares, afirmó la catedrática del Centro de Geociencias de la UNAM.

“Son estudios científicos, pero también tienen un aspecto social, para tratar de mitigar los efectos, porque lahares siempre habrá, por eso es importante conocerlos mejor, saber cómo se comportan y tratar de mitigar sus efectos”, aseguró la vulcanóloga.

El impacto social de las investigaciones de Capra Pedol es, adicionalmente a sus aportaciones a la ciencia básica, de gran relevancia para la prevención de los desastres naturales, ya que los lahares son uno de los eventos volcánicos más comunes en todo el mundo, independientemente del tipo de volcán, porque si hay agua y fragmentos en un edificio volcánico siempre habrá lahares.

Estos fenómenos pueden estar asociados a una etapa explosiva pero no necesariamente porque los lahares pueden presentarse días, meses o años después de una gran etapa eruptiva.

“Desde hace diez años hemos tratado de entender cómo son los lahares de Colima y cómo se relaciona con el tipo de lluvia, y hemos logrado identificar que hay dos situaciones diferentes: los lahares de principio de temporada de lluvia entre junio y julio, en donde se presentan lluvias cortas de elevada intensidad; y los flujos de temporada de huracanes o tormentas tropicales, entre agosto y octubre, en los que la lluvia es de larga duración y baja intensidad”, explicó.

En el primer caso, los lahares se originan pocos minutos después del inicio de la lluvia y son eventos localizados en una barranca del volcán y de corta duración, aproximadamente una hora. Mientras que en la temporada de huracanes, los lahares inician dos o tres horas después de que empezó a llover y hay flujos de gran magnitud y larga duración, entre tres y cuatro horas, en todas las barrancas del volcán.

Colaboración UNAM-Ucol

El doctor en sismología, Raúl Arámbula Mendoza, nivel I en el SNI, señaló que Lucía Capra sometió proyectos de investigación en el Conacyt para instrumentar las dos principales barrancas por las que bajan los lahares del volcán: Montegrande y La Lumbre.

“Adicionalmente nosotros tenemos algunas estaciones sísmicas que también le han ayudado para analizar lahares desde hace mucho tiempo”, señaló el director del CUEIV.

Indicó que este tipo de fenómenos es una de las principales amenazas del Volcán de Fuego de Colima, que pueden llegar a grandes distancias, además de que Colima es un estado en el que año tras año se presentan tormentas tropicales severas y huracanes.

“En los últimos años hemos tenido tres grandes lahares debido a los huracanes Jova y Patricia y a la tormenta tropical Manuel, los cuales tuvieron una duración de más de cinco horas y fueron de gran magnitud”, detalló.

Arámbula Mendoza dijo que en la Red Sismológica Telemétrica del Estado de Colima (Resco) colaboran directamente con la investigadora del Centro de Geociencias porque los datos de sus estaciones llegan a esta red.

“En el momento que detectamos un lahar, nos comunicamos con la Unidad Estatal de Protección Civil tanto del gobierno de Colima como del gobierno de Jalisco, porque hay que recordar que la barranca de La Lumbre divide a los dos estados, para que ellos, a su vez, informen a la población”, especificó el investigador.

Finalmente, señaló que el Volcán de Fuego de Colima tiene muchos lahares porque es muy activo, está continuamente arrojando material que queda en las laderas del volcán y en la entidad hay tormentas tropicales y huracanes que generan precipitaciones, provocando este tipo de flujos.

Fuente: CONACYT.

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