“Es claro que en México hay cosas maravillosas y que acontecen cosas buenas porque así como no toda la historia es sobre política, tampoco todo el pasado es malo. Sin embargo, a muchos mexicanos les gusta flagelarse, compadecerse y minimizarse, dejando de lado lo positivo y envidiable de este país”, considera la doctora en historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Lillian Briseño Senosiain.
La investigadora refiere que en la historia de la nación destacan grandes éxitos, por ejemplo durante el Porfiriato, donde existe una parte muy constructiva: el desarrollo de infraestructura, las inversiones, la integración de México al mundo por la conexión con el extranjero, los ferrocarriles, la higiene, la creación de la Universidad Nacional, la electricidad, columna vertebral de la modernidad, entre otros aspectos importantes que no se deben olvidar y que en conjunto impulsaron una destacable proyección económica.
“No obstante, solemos admirar más lo extranjero en detrimento de nuestro propio país, olvidándonos de que el magno territorio que habitamos es muy rico, estratégico y digno de competir. Dejamos de lado lo que somos y cómo somos. La cantidad de sitios arqueológicos, ciudades coloniales, playas, la diversidad de clima y naturaleza, una cultura intangible con tradiciones llenas de significado (…) Pocos centros, zócalos o plazas de armas en el mundo tienen las dimensiones, majestuosidad o imponencia como las que hay en México, que desde la época prehispánica y la Colonia ya eran un punto muy importante y desarrollado a nivel internacional”.
Por ejemplo, de 190 países —por redondear la cifra— autónomos, México se ubica entre los primeros 20 lugares de la economía mundial. La lectura suele ser negativa al pensar en los países que están primero; en lugar de ver que México está por encima de más de 170 naciones. “Inmediatamente nos empezamos a boicotear: ‘pobres de nosotros los mexicanos, tan amolados y maltratados’ y nos cuesta mucho trabajo ver lo positivo que tenemos”.
Ello no es gratuito, explica la doctora Lillian Briseño, entre otras tiene una explicación histórica. Desde primaria se enseña que fuimos los conquistados, los oprimidos, los ultrajados, a quienes les quitaron la mitad del territorio, etcétera. “Nuestro panorama histórico es de perdedores, lo llevamos en la idiosincrasia. Tan es así que ante un partido de futbol internacional ¿qué opina la mayoría de los mexicanos?, ‘seguro vamos a perder’, y debemos ya cambiar nuestro ‘chip’, porque tan solo dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) competimos con más de 30 países que están entre los más avanzados del mundo”.
Aprender a querernos
A decir de la historiadora, somos un pueblo necio, aferrado a expresiones culturales y a tradiciones que fortalecemos. Sin embargo, el que a la vez contribuyamos e incluso nos autoconsideremos sucios, corruptos, mentirosos, irresponsables, flojos (…) hace que denigremos nuestro potencial y, en consecuencia, el del país.
“Se requiere trabajar en la autoestima de los mexicanos y echar verdadera mano de la parte creativa, poderosa, trabajadora, ingeniosa, productiva, pujante y sobre todo joven. Es preciso desarrollar una visión más incluyente, realista y objetiva porque hace cien años la mayor parte de la población mexicana era analfabeta, actualmente el porcentaje es de diez, lo que desde luego es un gran avance y por eso debemos reconocernos como la potencia que considero somos”.
Para la doctora Lillian Briseño, es importante que los mexicanos tengan muy claro que no toda la historia es historia política, que tenemos expresiones sociales y culturales riquísimas muy valiosas. Por lo tanto, debemos reconocernos en todo lo bueno que como nación hemos y seguimos logrando. Asimismo, opina que hace falta un Estado de derecho mucho más sólido.
“Tal como la biodiversidad, la juventud de este país es una de sus máximas riquezas. Somos uno de los países donde los jóvenes ocupan la parte más ancha de la pirámide y lo primero que deben hacer los jóvenes es convencerse de las bondades que existen en México y de lo que, con base en ello, pueden lograr. Al tener una perspectiva más positiva, optimista y constructiva de la nación, se le daría un gran y mejor giro a las condiciones sociales y económicas en las que bien podrían obtenerse resultados más boyantes”.
Motivos para amar a México
La exinvestigadora del Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora y del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Lillian Briseño Senosiain, realizó, junto con la doctora en mercadotecnia Andrea Trujillo León, una compilación de textos escritos por alumnos del Tecnológico de Monterrey en donde los estudiantes narran su percepción de algunos lugares o experiencias que enriquecen a México, incluyendo la gastronomía y expresiones artísticas.
Motivos para amar a México surgió a raíz de que la doctora Trujillo León encontró en Perú un libro sobre las razones que fundamentan el orgullo por ese país y pensó que México tiene tantas o más causas para sentirse honrado. Dada la interacción que la doctora Briseño Senosiain tiene con jóvenes que cursan relaciones internacionales, derecho o economía, a quienes imparte historia de México de los siglos XIX y XX, decidieron que ellos fueran los autores del libro y que cada uno escogiera el tema sobre el cual escribir: cultura, música, lugares emblemáticos, tradiciones, etcétera, y los alumnos participaron con mucho entusiasmo.
El resultado de la obra derivó en un proyecto del mismo nombre, a través del cual profesores y estudiantes trabajaron en otros títulos como 120 personalidades para amar el cine mexicano o La Ciudad de México, del Águila al Ángel, con motivo de la constitución del estado número 32, anteriormente Distrito Federal. “La finalidad es compartir y transmitir lo que sentimos por México, que los jóvenes estén conscientes de lo grande que somos como país, de todo lo bueno que sucede y sepan que siempre habrá una muy buena historia que contar”.
La educación siempre será la clave
Si bien México es de los países que más invierten en educación y, a través del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), se apoya el desarrollo de la ciencia y tecnología, existe el gran problema de falta de calidad en la educación que se oferta. ¿Por qué si prácticamente tenemos cobertura universal educativa no salimos tan bien calificados en las evaluaciones de la OCDE? Hay una gran deserción escolar, estudios truncos. Muchos empiezan pero no terminan la primaria, secundaria, preparatoria o universidad. Sin dejar de lado la calidad, se deben destinar todavía mayores recursos a la educación, asegura la catedrática e investigadora del Tecnológico de Monterrey, campus Santa Fe.
“Sin ser ‘tecnofílica’, la educación en nuevas tecnologías resulta igualmente imprescindible y asimismo debe invertirse en ello, pues considero que hay una gran brecha entre los que tienen acceso a la digitalización y los que no. El gobierno debe ser más responsable con las políticas públicas encaminadas a que exista educación de calidad, hacer más democrático el conocimiento y subsanar lo que ha faltado”.
Por otro lado, la gente debe estar consciente de que absolutamente todo, desde la ropa, la mesa, los lápices, plumas, computadoras, etcétera, todo es resultado de la investigación y quizá llevó años concretarla, México no puede seguir rezagándose en este sentido, señala la investigadora.
Lo añorable de México
Una de las cosas que más llama la atención de quien en algún momento perteneciera al nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) es la ‘falta de sabor’ en las ciudades pequeñas de otros países.
“El pueblo más remoto, pobre o rico de México tiene una buena iglesia, una linda plaza y una riqueza cultural impresionante. A donde sea que se vaya: norte, sur, este u oeste, hay una gran cantidad de expresiones con diferencias muy marcadas entre uno y otro lugar, desde la comida en puestos o locales modestos, hasta los mercados y restaurantes típicos o lujosos, en su caso”.
Por lo anterior, Lillian Briseño —autora, coautora y compiladora de más de 10 títulos— afirma que no en vano el turismo en México ha ido en aumento dentro del rango de la Organización Mundial del Turismo, donde en 2016ocupamos el octavo lugar en cuanto al arribo de turistas internacionales y el catorceavo por ingreso de divisas, compitiendo con Francia, España, Italia, Estados Unidos, China, Alemania e Inglaterra y superando a Tailandia, Turquía, Austria, Malasia, Hong Kong, Grecia y Rusia.
“En México, a donde se vaya, encontraremos algo donde menos lo imaginemos, nunca faltará qué ver, comer, apreciar, aprender, disfrutar, conocer… y siempre con una historia milenaria de por medio”, concluyó.
Fuente: CONACYT.
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