Sismos como el del martes 19 de septiembre, que generó graves afectaciones en la Ciudad de México, Morelos, Puebla y Oaxaca, resultan difíciles de caracterizar debido a que su epicentro y condiciones son muy distintas a los que suelen ocurrir y que son considerados como más frecuentes en México, aseguró el investigador especialista en geofísica y sismología del Centro de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), campus Juriquilla, Francisco Ramón Zúñiga Dávila-Madrid.
El investigador explicó que el sismo del pasado martes de 7.1 grados en escala de Richter, considerado de profundidad intermedia y de un alto grado de superficialidad, tuvo su epicentro en la llamada placa tectónica de Cocos, ubicada debajo de la placa de Norteamérica, que cubre toda esta zona del continente, lo que resulta algo distinto a los sismos más frecuentes en México, que suelen acontecer en la costa del Pacífico.
Francisco Ramón Zúñiga resaltó que en México se han registrado sismos de intensidades semejantes al del 19 de septiembre, aunque no causaron daños tan graves, lo que derivará en una línea de investigación por parte de los especialistas.
“El epicentro del sismo de este 19 de septiembre fue muy cercano a la Ciudad de México, pero hay que subrayar que no es tan raro como se cree. El 24 de octubre de 1980 ocurrió uno muy semejante que generó graves afectaciones en Huajuapan de León, Oaxaca, y que se sintió también en la Ciudad de México, Guerrero, Morelos, Tlaxcala, Veracruz y Puebla. También hubo otro similar en 1999, de magnitud 7, pero que no provocó las afectaciones que observamos el día de ayer”, aseguró.
El investigador del Centro de Geociencias de la UNAM explicó que la ubicación del epicentro del sismo del pasado martes provocó también que se sintiera en entidades donde no suelen percibirse, como fue el caso de Querétaro.
“La distancia del epicentro a Querétaro fue de 300 kilómetros aproximadamente, lo cual no es mucho, por eso fue que también se sintió acá, aunque de una menor intensidad, calculamos que fue de entre 3 y 4 grados”, indicó.
Francisco Ramón Zúñiga enfatizó que los sismos no son predecibles, aunque se puede tener una idea de la probabilidad de ocurrencia en ciertas zonas.
“Se trabaja mucho en investigar cómo van cambiando esas probabilidades y en ese sentido cada sismo es distinto. Por ejemplo, el ocurrido el pasado 7 de septiembre no estaba considerado como de alta probabilidad; por otra parte, el del martes resulta difícil de caracterizar debido a que son poco frecuentes y sus condiciones distintas a los más comunes, que se generan cerca de la costa”, detalló.
El investigador puntualizó que en México existe la Red Sismológica Nacional que, a través de estaciones de operación, monitorea la sismicidad en todas las regiones del país.
“Se trabaja también con redes estatales, como la ubicada en el noreste de México operada por el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) que se encarga de monitorear lo que es el sistema donde se ramifica la falla de San Andrés”, finalizó.
Fuente: CONACYT.
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