Después de un vuelo de alrededor de 24 horas sobre el golfo de México, el primer hábitat que las aves terrestres migratorias de Norteamérica encuentran para arribar y recuperar su energía es la península de Yucatán, donde las recibe la comunidad de la duna costera.
Año tras año, al menos dos tercios de aves terrestres migratorias neártico y neotropicales de Norteamérica llegan a Yucatán durante el periodo de otoño, donde se alimentan principalmente de plantas que producen frutos carnosos, y continúan su viaje hacia Centro y Sudamérica. Al mismo tiempo, los ecosistemas del golfo de México se transforman a una rápida velocidad, provocando consecuencias aún desconocidas para las poblaciones de aves migratorias.
Con el financiamiento del Fondo Sectorial de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Semarnat-Conacyt), especialistas del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) estudian los efectos que el cambio climático puede ocasionar en el subsuelo de la duna costera de la península durante los periodos de migración de las aves terrestres de Norteamérica.
“Estamos probando la hipótesis que los cambios en la fenología de las plantas, principalmente en el tiempo y las fechas de la fructificación, afecta a las aves cuando toman sus escalas de migración de otoño aquí en la península”, señaló Richard Feldman, investigador asociado de la Unidad de Recursos Naturales del CICY, en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.
El proyecto consiste en caracterizar la variación espacio-temporal de la disponibilidad de frutos, así como la abundancia, distribución, condición energética, uso de hábitat y comportamiento de las aves migratorias durante la migración de otoño en la península de Yucatán.
“Se evaluarán los efectos del cambio climático de 2016 a 2017 para establecer el estado actual de la fenología de frutos y observar las tendencia que puedan presentarse en las fechas de la fructificación, así como los cambios de disponibilidad de frutos en los sitios observados durante la migración de otoño”, apuntó el investigador.
Fenología, cambios en los ciclos de los organismos
Richard Feldman, biólogo con posdoctorado en conservación medioambiental por la Universidad de Massachusetts, describió que la fenología refiere los cambios en el ciclo de vida de un organismo a lo largo del tiempo. “Cada organismo tiene un periodo distinto, los cambios y el tiempo de esos periodos se llaman fenología”.
La fenología de las aves contempla los cambios en sus comportamientos y en sus hábitats, que generalmente se transforman de acuerdo con el periodo de invierno, la migración de primavera, la fase de reproducción en verano y el periodo de migración de otoño.
“Para las plantas, pensamos en los cambios en la estructura de la planta, que es el periodo de floración, fructificación y el periodo en que caen sus hojas”, apuntó el investigador.
El equipo de investigación de Feldman desarrolla la primera descripción de la fenología de los frutos de la duna costera para la península de Yucatán, que cuenta con aproximadamente 271 especies de plantas.
“Hay una especie que da los frutos en el inicio de la migración, otras especies que dan frutos en medio de la migración y otras en el fin de la migración. Queremos observar el cambio de disponibilidad de frutos de cada especie y cómo la fenología de los frutos varía entre diferentes especies”, apuntó.
Al principio, los investigadores no sabían cuáles eran las especies que daban frutos durante el periodo de otoño, por lo que buscaron todas las que dieran frutos carnosos que pudieran servir de recurso para las aves.
El trabajo de campo se desarrolló en El Cuyo, Reserva de la Biosfera Ría Lagartos, ubicada en Yucatán, y el Parque Nacional Isla Contoy, en Quintana Roo, encontrando diferencias en la fenología de los frutos de ambos sitios.
“Hemos encontrado que Chiococca alba y Thrinax radiata son los frutos principales que hay en Río Lagartos, mientras que en el Parque Nacional Isla Contoy encontramos Erithalis fruticosa y Lantana involucrata, que son las únicas especies que dieron frutos en este periodo de migración de otoño”, indicó el investigador.
Metodologías
Para monitorear los frutos, los especialistas seleccionaron aleatoriamente 15 individuos de árboles o arbustos focales en Isla Contoy y 50 individuos en El Cuyo, eligiendo las especies que producen frutos carnosos y que son probablemente consumidas por las aves migratorias, y realizaron un conteo semanal del número de frutos maduros, inmaduros y sobremaduros presentes en cada individuo.
Mediante el uso de 10 redes de niebla, se encargaron de capturar aves para su registro y contabilizar el número de frutos que se encontraban alrededor de los sitios de captura.
“Caminamos el largo de la red, que es de 12 metros, y contamos los frutos de los dos lados. El problema es que no podemos entrar tanto en la vegetación porque no queremos disturbarla. Si encontramos un carril en donde podemos caminar y si los otros árboles focales nos lo permiten, entramos a una distancia de hasta 10 metros en el monte”, describió.
Impacto del cambio climático en la fenología
En la actualidad, se estima que el pico en la producción de frutos coincide con el pico de la migración de las aves en otoño. Sin embargo, la hipótesis del equipo de Richard Feldman indica que los cambios en el ambiente propiciarán que la producción de frutos inicie antes de la temporada de otoño.
Mientras tanto, la migración de aves se retrasará debido a que el verano en el norte será más largo, provocando que se prolonguen sus días de reproducción. “La producción de frutos se va a adelantar y vamos a ver una separación entre el pico en la producción de frutos y el pico de migración”, señaló.
El proyecto evaluará los efectos del cambio climático a lo largo de dos años para establecer el estado actual de la fenología de frutos y observar las tendencia que puedan presentarse en las fechas de la fructificación, así como los cambios de disponibilidad de frutos en sitio durante la migración de otoño.
Respuesta de las aves a los cambios de disponibilidad
Los investigadores sugieren que cuando hay más disponibilidad de frutos, las aves toman escalas más cortas para continuar con su migración, mientras que si hay menos frutos requieren de estancias más largas para poder encontrar los recursos que necesitan.
El vireo ojirrojo (Vireo olivaceus) proviene del noreste de Estados Unidos de América y los bosques del este de Canadá. En otoño inicia un recorrido que lo lleva hasta la península de Yucatán, y para la temporada de invierno se encuentra ya en Centroamérica.
“Ya estudiamos la duración de la escala de la especie Vireo olivaceus, un ave migratoria que está de paso por aquí en su migración y su escala no refleja una variación, la duración de su escala es independiente de la cantidad de frutos disponible, pero la duración de su escala disminuyó”, apuntó Feldman.
Los primeros periodos observados iniciaron a finales de agosto, donde las aves tomaron escalas de 20 horas en promedio. En las últimas fechas de octubre, cerca del final del periodo de migración, el promedio de las escalas fue de 10 horas aproximadamente.
“Es casi un día completo, incluso llegan y salen el mismo día. Esto cambia por el tiempo pero es independiente de la disponibilidad de frutos, entonces sugiere que tal vez si disminuyen los recursos, las aves no van a tomar una escala más grande, pues están respondiendo a otras presiones”, indicó.
Los investigadores del CICY han estudiado también los comportamientos de Dumetella carolinensis, conocido comúnmente como pájaro gato gris, que arriba más tarde que otras especies y termina su periodo de migración a mediados de octubre.
Autores como Jill Deppea y Antonio Celis Murillo, colaboradores de Richard Feldman, publicaron un estudio en el que monitorearon el esparcimiento de esta especie por el golfo de México, junto con Tyrannus tyrannus y Catharus ustulatus.
De acuerdo con Feldman, en la siguiente etapa se pretende estudiar el comportamiento de Vireo griseus, ave migratoria que pasa el invierno en la península. “Entonces podemos conectar su comportamiento y su respuesta a los cambios en los sitios de escala en otoño y en invierno”, apuntó.
Importancia de la península de Yucatán para la biodiversidad
Para el investigador, la conservación de los ecosistemas de la península tiene una importancia para la diversidad de aves de todo el continente. “Estamos en un lugar muy crítico para toda la biodiversidad de aves del este de Estados Unidos y Canadá, porque muchas de estas aves migran para el Centro y Sudamérica, entonces estamos en un lugar que puede influir la diversidad de aves en todo el hemisferio”.
El especialista apuntó que es necesario investigar con mayor precisión el rol de las aves terrestres migratorias como dispersoras de semillas, pues al consumir los frutos se encargan también de dispersar las semillas de las plantas. “Es otro método de reproducción y de persistencia de las poblaciones de plantas de la costa y de otros hábitats”.
A pesar de que el cambio climático ocurre rápidamente, sus efectos son difíciles de rastrear en periodos cortos de tiempo, por lo que los investigadores sugieren que se requieren alrededor de cinco años para tener certeza de que los cambios observados en la fenología de las plantas son el reflejo del cambio climático.
Fuente: CONACYT.
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