El científico Miguel Alcubierre y el productor Pablo Guisa, director de Mórbido Film Fest, hicieron un análisis de cómo es presentada la ciencia en el séptimo arte durante su participación en la 31 edición de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
Como parte de las actividades La FIL también es ciencia, Miguel Alcubierre, director del Instituto de Ciencias Nucleares de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló que el cine es un excelente medio para acercar la ciencia a todo el público y despertarle interés.
No obstante, en diversas ocasiones hay una fuerte disputa entre investigadores y cineastas, porque a decir de los primeros, se transmite información imprecisa, exagerada e irreal.
Ante más de 70 personas que se dieron cita en el salón III de la Expo Guadalajara, recinto que albergará la FIL hasta el 3 de diciembre, Miguel Alcubierre destacó que desde sus orígenes el cine se ha interesado por representar temas científicos.
Así, en la “pantalla grande” se han proyectado películas que abordan aspectos científicos que van desde los viajes en el tiempo y a la velocidad de la luz, la ingeniería genética, los agujeros negros e inteligencia artificial.
De hecho la primera película que abordó un tema de astronomía fue La luna en el Metro, dirigida por George Méliès en 1898. Dicho filme es más una secuencia onírica que una película. En 1902, ese mismo director realizó la película Viaje a la luna, la cual es considerada la primera de ciencia ficción.
“A lo largo del siglo pasado la relación entre cine y ciencia fue mutua, especialmente entre el cine y la astronomía: las películas se inspiraban en los avances científicos y, al mismo tiempo, las mentes jóvenes se enamoraban de la astronomía a través del cine”, expresó el físico.
El resultado no ha sido siempre fiel a los hechos científicos. Por tal razón, “la relación entre la ciencia y el cine ha sido tensa, con frecuencia los científicos se quejan amargamente de la falta de rigor de las películas de ciencia ficción”.
No obstante, en los últimos años algunos cineastas se han acercado a investigadores expertos en los fenómenos naturales que quieren recrear con sus películas. Así, se han hecho películas como Interestellar, de Cristopher Nolan, la cual es considerada la mejor representación en el cine, hasta ahora, de los agujeros negros.
Esto se logró, entre otras cosas, a que el científico Kip Thorne, premio Nobel de Física 2017 por el descubrimiento de las ondas gravitacionales, fue el asesor científico de dicha película.
“Esto es una muestra de que el cine puede ser una excelente herramienta para acercar la ciencia al público»; sin embargo, hay que tener cuidado porque la ciencia ficción puede ser un poco nociva para aquellos que no tienen una cultura científica, ya que en algunas ocasiones las películas muestran estereotipos erróneos.
“Uno de los riesgos es que la gente puede ver a la ciencia como peligrosa y que se quede con la imagen del científico loco tratando de destruir el planeta o cuando se hace mala ciencia ficción en la que se le enseña a la gente a tenerle miedo a avances científicos tales como la inteligencia artificial o los transgénicos, porque no se presenta todo el contexto para que la gente pueda tener toda la información necesaria para formarse un juicio”.
La mala ciencia ficción genera una especie de efecto Frankenstein en el sentido de que la ciencia es peligrosa y hay que detenerla. “Eso en un país como México es particularmente grave, porque somos un país que necesita ciencia, en otras naciones más avanzadas tienen más ciencia y si aquí le empezamos a tener miedo nunca los vamos a alcanzar”, subrayó Miguel Alcubierre.
En tanto, el productor Pablo Guisa resaltó que la ciencia y la tecnología siempre han estado presentes en el cine, desde su propio origen, e hizo un recuento de cómo los avances tecnológicos han permitido tener las películas y con los efectos especiales que ahora se tienen.
Durante 50 minutos los especialistas cautivaron a los asistentes y al final una lluvia de preguntas les fueron lanzadas, incluso por los propios empleados del recinto. Federico, un joven de aproximadamente 21 años de edad que trabaja en logística de eventos y que para su deleite le tocó estar al pendiente del audio de esta charla, al final dijo “yo no los conocía y ni me interesaba la ciencia porque se me hacía muy aburrida, pero ahora creo que no lo es tanto, ya hasta me interesó”.
Fuente: CONACYT.
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