Calentar la alberca olímpica de Ciudad Universitaria con 30 por ciento de energía obtenida de colectores solares, tomar Jugo de nube —agua de lluvia recolectada por medio de un sistema especializado de filtros— y tener una azotea verde en la Coordinación de la Investigación Científica, son solo algunos de los proyectos que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) implementó como parte de su Estrategia de Universidad Sustentable EcoPuma.
Los proyectos tienen como objetivo causar un impacto ambiental positivo, por lo que estas y otras iniciativas se han implementado desde hace más de 25 años para emprender acciones que inician desde la comunidad universitaria y que van al resto de la sociedad.
A través del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad (PUES) de la Universidad Nacional Autónoma de México, especialistas multidisciplinarios llevan a cabo labores que posicionen la máxima casa de estudios como una universidad sustentable y que además puedan replicar dichas tareas a nivel social, desde los sectores civiles, empresariales y gubernamentales.
Sociedad sustentable
El programa se fundó originalmente como Programa Universitario de Medio Ambiente (PUMA) en 1991, en el auge de los problemas ambientales en el mundo y en la creación de instituciones alusivas, cuya visión respecto al deterioro ambiental podía apreciarse como un problema pero no precisamente ligado al tema del desarrollo.
Se trata de un espacio en el que existe la integración entre el quehacer universitario y las necesidades de la sociedad visto desde la perspectiva del desarrollo sustentable, estas se materializan a través del impulso y coordinación de proyectos multi e interdisciplinarios, así como multiinstitucionales.
Dichos proyectos tienen la finalidad de incentivar la investigación, así como fomentar la educación, capacitación, difusión, comunicación y vinculación de los temas ambientales y de sustentabilidad.
“En sus inicios, el programa era relativamente pequeño pues hacía pocas publicaciones y cursos, pero hace nueve años decidimos de manera conjunta dar un giro diferente y darle una mayor área de impacto no solo en los temas de investigación, docencia y difusión cultural, sino en la operatividad de una visión sustentable”, explicó Mireya Ímaz, directora del programa.
A partir de este enfoque se diseña la Estrategia de Universidad Sustentable EcoPuma, con la cual la especialista enfatizó en el avance de la universidad como ejemplo de institución ambientalmente responsable en sus actividades sustantivas y en su operación cotidiana.
En la implementación de esta estrategia participan diversas entidades universitarias y se articulan proyectos que permiten dimensionar los impactos de las acciones a Ciudad Universitaria en su totalidad, pues cuenta con la participación de todos los integrantes de la UNAM que van desde los estudiantes hasta académicos y autoridades.
Equipos de trabajo multidisciplinario
Por la naturaleza compleja de las problemáticas atendidas, las actividades que coordina el PUES son abordadas de manera integral y requieren de la participación de diversas especialidades como la científica, social y humanística.
Con la cooperación de los especialistas de estas entidades académicas, se forman redes de investigación que permiten estudiar y generar respuestas a las problemáticas presentadas.
Para lograr estos objetivos, el programa cuenta con cuatro departamentos que impulsan las labores a favor de la educación sustentable como el área de Proyectos para la Sustentabilidad, el área de la Educación para la Sustentabilidad, el Departamento de Comunicación y el área de Educación Ambiental.
Con el Departamento de Educación para la Sustentabilidad, el programa PUES tiene una oferta de 20 cursos a lo largo del año aproximadamente, de los cuales también están los diseñados a medida de las necesidades de los gobiernos, empresas y sociedad civil.
Además cuentan con varios diplomados como La dimensión ambiental en el diseño y ejecución de políticas públicas, que tiene el apoyo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés), el cual está dirigido principalmente a gente que está involucrada en el diseño, análisis y ejecución de políticas ambientales, así como académicos.
“Lo que ofrece este diplomado es justamente una visión transdisciplinaria del tema, ya que cuenta con un enfoque ecológico, social, jurídico y de política pública, con el objetivo de que los asistentes tengan mejores herramientas para la toma de decisiones”, explicó Ana Beristain, encargada del área.
Respondiendo a necesidades de la sociedad
Luis Gutiérrez, responsable del área de Proyectos para la Sustentabilidad, mencionó que el trabajo realizado se divide en dos grandes aspectos: los programas tienen la necesidad de responder a los problemas que proponen organizaciones, gobiernos o instituciones fuera de la universidad para ayudarlos a resolver problemas ambientales y de desarrollo sustentable en general.
A propósito de las respuestas a las necesidades específicas de los sectores con los que tratan, también proponen soluciones para resolver problemas internos, es decir, aquellos que son propios de la universidad.
“La alberca olímpica de CU es un claro ejemplo, pues el agua de la alberca se calentaba al cien por ciento con gas LP y se convocó a expertos del Instituto de Energías Renovables (IER) sobre la mejor manera de calentarla y ahora 30 por ciento de la energía que se emplea se obtiene a través de colectores solares”, explicó.
Además, la Coordinación de la Investigación Científica tiene una azotea verde impulsada por PUES y que sirve como espacio de experimentación, y en el edificio donde se encuentran las oficinas del programa tiene un sistema de captación de agua pluvial, “no solo se trata de emplear ecotecnología sino también de estudiarla y formar cuadros profesionales en torno a ellos, pues cada proyecto que nos proponemos tiene un componente para generar mejor conocimiento y que este, a su vez, pueda salir nuevamente y generalizarse”.
El proyecto de captación de agua pluvial lleva por nombre Jugo de nube y consiste en recolectar el agua de lluvia a través de un sistema de filtrado que hace posible que el agua almacenada sea viable para consumo humano.
“A la gente le encantó el concepto, primero hicimos un bebedero pequeño en el camino que comunica con el paseo de las ciencias, donde pusimos además un dispensador para botella, y debido a la demanda tuvimos que añadir una cisterna más, esto significa que la gente está viniendo a tomar agua porque dicen que sabe diferente, es agua de buena calidad y accesible para todos”, comentó Mireya Ímaz.
Con la captación de agua pluvial no solo se abastece de agua a la comunidad universitaria que transita por la zona, sino que sirve para temas de investigación, y cuenta con el monitoreo mensual de servicios médicos para tomas de muestras biológico-infecciosas, y del grupo de geofísica para tomar los parámetros fisico-químicos correspondientes.
Sin embargo, para que este sistema pueda ser llevado en grande deben publicarse primero los datos que corresponden a las investigaciones sobre la calidad del agua del servicio, lo que ayudaría de manera exponencial a resolver uno de los problemas más críticos de esta ciudad, que es el abastecimiento de agua, situación que según los expertos empeorará como consecuencia del cambio climático y la alteración de la temporada de lluvias.
La difusión para mayor aceptación sustentable
De acuerdo con los especialistas, estos esfuerzos realizados definen cómo la universidad reorienta su operación para dar cumplimiento a todas sus tareas sustantivas, y para comprobar la efectividad de las políticas que desarrolla la institución, tienen que pasar por un proceso de medición y evaluación a través de un protocolo de evaluación del desempeño ambiental de edificaciones que PUES diseñó con la intención de medir los más de dos millones de metros cuadrados que tiene CU.
Miguel Rivas, encargado del área de comunicación del programa, mencionó que para difundir el trabajo hecho con esta iniciativa se tienen diversas estrategias de comunicación como un programa de radio llamado Ambiente Puma y uno de televisión, Observatorio cotidiano: la ciencia desde la sustentabilidad, así como cápsulas informativas llamadas Nuestra huella en el planeta.
“Hasta el momento, llevamos 36 programas de televisión, 156 programas de radio de 15 minutos cada uno y 270 cápsulas de Nuestra huella en el planeta, además de contar con nuestras respectivas cuentas en Facebook y Twitter”, comentó.
Para el equipo de trabajo que conforma el PUES, participar en este tipo de proyectos permite salir de la zona de seguridad en la que se acostumbra trabajar y permite pensar en resolver problemas no solamente desde el propio punto de vista sino desde diferentes aristas, lo que representa un gran reto.
“Creo que la UNAM es un espacio privilegiado en todos los sentidos, es retador intelectual y emocionalmente, pero además de ser muy noble también es muy crítica y dura, la academia es muy fuerte y si no estás haciendo las cosas bien, se cortan los proyectos. No hay límite para tu imaginación, solo tienes que probar que lo vas a hacer, que lo puedes hacer y que lo haces”, finalizó Mireya Ímaz.
Fuente: CONACYT.
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