El estudio de los florecimientos algales nocivos (FAN) en México, mejor conocidos como mareas rojas, ha ido en crecimiento a la par del aumento sustancial en la frecuencia de estos eventos en los últimos 20 años.
En territorio nacional, la aparición de los FAN es común y se registra tanto en la costa del Pacífico como del golfo de México y el Caribe y por ello la doctora Lorena María Durán Riveroll, catedrática Conacyt desde 2016, ha dedicado casi una década en el estudio de las toxinas marinas producidas durante estos fenómenos.
La especialista explicó para la Agencia Informativa Conacyt la importancia de conocer y entender las diferentes especies de microalgas y las toxinas que algunas de estas producen, con la intención de tener mayor conocimiento sobre las especies y los riesgos que pueden representar para el ser humano, de manera que en el futuro se puedan emplear acciones para su manejo apropiado.
Toxinas en el agua
Los florecimientos algales nocivos se producen por el incremento masivo del número de células fitoplanctónicas, comúnmente se conocen como mareas rojas, término que, de acuerdo con la especialista, está mal empleado ya que no siempre son rojas ni están relacionados con las mareas.
Dichos eventos no solo se presentan en el mar sino en cualquier ecosistema acuático como lagos, lagunas, estanques, etcétera, donde la acumulación de cianobacterias o microalgas puede tener consecuencias en la salud humana y que además provoca una vista desagradable en el ecosistema.
“Es un fenómeno natural y aún no se entienden del todo las circunstancias en las que sucede, pero puede tener consecuencias realmente devastadoras”, explicó.
Un ejemplo de esto es la existencia de microalgas que producen toxinas que pueden incluso causar la muerte y que llegan al cuerpo humano a través del consumo de productos del mar donde se desarrollaron estos florecimientos. En otros casos, algunas toxinas causan cuadros extremos de diarrea que los médicos pueden confundir con infecciones bacterianas.
Por esta razón, el proyecto en el que Lorena Durán se enfoca actualmente tiene que ver con el estudio de un género llamado Prorocentrum y habita sobre los corales, pastos marinos y algas.
Este género produce una serie de toxinas llamadas toxinas diarreicas y está considerado importante su estudio porque existe una subestimación en los casos de intoxicación, “cuando alguien se intoxica es probable que le den antibióticos pensando que se trata de una infección y el problema pasa desapercibido cuando va más allá de eso”.
Dichos microorganismos son de gran interés para la especialista porque está comprobado que la temperatura del mar está subiendo como consecuencia del cambio climático y las grandes cantidades de contaminantes ambientales producidos por las actividades humanas son nutrientes para ellos, lo que ha provocado el aumento de la frecuencia, intensidad y duración de los FAN, además de que actualmente se han introducido especies nocivas en lugares donde antes no ocurrían.
Del agua al laboratorio
Estos microorganismos han existido desde antes de la existencia del hombre; sin embargo, las actividades productivas, la contaminación, el cambio climático y el daño a los arrecifes coralinos están aumentando las poblaciones de manera considerable, por lo que se considera no perderlos de vista.
De acuerdo con la investigadora, en el puerto de Veracruz se han encontrado varias especies que son presuntas productoras importantes de toxinas, sobre todo de toxinas diarreicas que reciben el nombre de ácido okadaico y que, de acuerdo con algunos estudios, podrían estar relacionadas con la formación de tumores en el tracto digestivo alto, medio y bajo, “no hay evidencia si se provocan los tumores o en caso de que haya uno lo haga más grande».
La importancia de las toxinas producidas durante los eventos de FAN trasciende los efectos nocivos en la salud de las personas, ya que causan también importantes problemas económicos, pues las actividades relacionadas con la pesca, la acuicultura y el turismo se afectan durante estos fenómenos.
Es por esta razón que la doctora Lorena Durán junto con su equipo de trabajo ha tomado muestras en Veracruz y Quintana Roo, las cuales se han trasladado al laboratorio y, a través del aislamiento de célula por célula con una micropipeta y una manguera bucal, han realizado cultivos para el análisis de las especies presuntamente productoras de toxinas.
Por medio de la microscopía fotónica y electrónica y con el uso de herramientas moleculares se identificarán las especies encontradas para después hacer análisis de toxinas, con el objetivo de conocer cuáles están produciendo y así realizar análisis moleculares para establecer las relaciones genéticas con otras especies y otros géneros existentes.
“Es por medio de este tipo de estudios por el cual podremos conocer más a estos organismos tóxicos y saber el riesgo potencial que representan en nuestras costas”.
Análisis moleculares
El trabajo que realiza Lorena Durán se basa en el estudio de especies bentónicas, es decir, las que crecen en el fondo oceánico y especialmente en zonas muy habitadas como Veracruz.
“Queremos verificar si producen toxinas, las recolectamos, las aislamos y de cada 92 células aisladas, más o menos diez por ciento sobrevive y después de tener esos cultivos, verificamos qué toxinas están produciendo”, explicó.
Una vez que se tenga conocimiento de las toxinas producidas, se buscará ver el tipo de bacterias que forman parte de su flora, porque se estima que existe una relación de comunicación entre bacterias y microalgas de tal manera que cuando hay ciertas bacterias, las microalgas producen más toxinas.
Cuando se conozca la relación entre estos organismos, se planea realizar todos los análisis moleculares para identificar las especies que tienen, pues el equipo de investigación tiene la hipótesis de que hay varias especies en México que aún son desconocidas.
“Necesitamos extraer el ADN para saber realmente qué especies son; una vez que tengamos la idea de las especies que habitan en las costas hay que estudiarlas y conocerlas a fondo para conocer sus relaciones ecológicas y, posteriormente, tomar las medidas necesarias para minimizar los riesgos».
Lorena Durán mencionó que hace falta más apoyo a este tipo de investigación, ya que se trata de un tema fundamental en el que las acciones de prevención del hombre a favor del ambiente pueden reducir los florecimientos algales y, por ende, la producción de toxinas nocivas al humano.
Fuente: CONACYT.
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